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A Feijóo le sobra la democracia

El líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, presenta su plan de calidad institucional en Cádiz.
23 de enero de 2023 22:36 h

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Es Feijóo de esos líderes políticos a los que les gusta el boato y la pompa más que a Rajoy leer el Marca. Tanto criticar el uso del Falcon y el exceso de asesores monclovitas cuando él viaja siempre en business a costa del erario público, claro, y tiene entre su también abultada nómina de colaboradores hasta a una jefa de protocolo, algo realmente insólito en un líder de la oposición. A favor de que cuando el líder del PP habite La Moncloa viaje en el medio de transporte que considere, aunque confiemos en que lo haga, como lo han hecho todos los presidentes del Gobierno, siguiendo las instrucciones de los servicios de seguridad de la Presidencia. Lo contrario sería una temeridad.

Pero esto no va de aviones, sino de democracia y de su llamado  Pacto de Calidad Institucional. No de su declarada obsesión por proteger la Constitución y la integridad territorial del Estado, porque la una y la otra se protegen con la ley y con las mayorías que establecieron los constituyentes. Tampoco de la limitación de las puertas giratorias y las exigencias de independencia en el Constitucional y el CGPJ, porque tiempo tuvo, además de mayorías absolutas, para hacerlo su partido y jamás lo hizo. 

Lo inquietante de su plan es la perversa concepción de una democracia sin contrapesos en la que gobierne la lista mas votada. Vale que a Fernández Mañueco y a Martínez Almeida les parezca bien, aunque jamás hubieran sido ni presidente regional ni alcalde, de estar esa norma en vigor. Vale que a Ayuso, el trampantojo no le haya provocado ni fu ni fa y haya tardado un nanosegundo en despreciarlo. Pero que Feijóo, que aspira a presidir el Gobierno de este país, crea haber dado con la solución a todos los problemas, eso sí es de preocupar. Ahora resulta que la democracia parlamentaria y el sistema proporcional fue un invento de la Transición que no sirve.

El líder de la derecha ha viajado este lunes a Cádiz, cuna del constitucionalismo, para presentar con toda solemnidad y pompa una gran propuesta regeneradora que antes quería para todas las administraciones y ahora limita solo a los ayuntamientos porque ha caído en la cuenta de que para que la lista más votada gobierne en las Comunidades autónomas y en el Gobierno central requiere de reformas de calado, de nuevos estatutos de autonomía y de hasta una revisión profunda de la Carta Magna. 

Igual lo que pretende, sin decirlo, es que sea de aplicación únicamente en aquellas plazas donde el PP sea en mayo la fuerza más votada. O igual, quitarse de encima la dependencia de Vox solo para las municipales con el propósito de no ir lastrado con la ultraderecha a las generales, pero luego formar coalición con ellos en España. O no, que diría Rajoy, que ya ha salido a decir que le parece una genialidad la idea de su paisano.

No es la primera vez que el PP saca a pasear la propuesta de la “lista más votada”. En su día también lo hizo el PSOE. Lo que ocurre es que Feijóo, que sabe de su inviabilidad, lo que busca no es tanto evitar pactos de terceros como salir del laberinto de los acuerdos a los que le arrastrará Vox a seis meses de unas generales. Los de Abascal tienen muchos déficits, pero no suelen engañar ni en su ideario ni en su decidida voluntad de entrar a formar parte de los gobiernos allá donde sus votos sean decisivos. 

Imaginemos, por otra parte, que la izquierda aceptara cambiar las reglas del juego a mitad del partido, pero preguntémonos después de qué serviría el ardid de Feijóo. ¿Quién aprobaría las normas? ¿Cuántas prórrogas presupuestarias habría? Acabáramos. El líder del PP propone descaradamente que el alcalde pueda gobernar sin necesidad de que la Corporación local tenga que aprobar la gestión que él decida. ¿Y el control al Ejecutivo? Eso es lo de menos. ¡Naderías de la democracia y de nuestra Constitución!

Ni es serio, ni es oportuno, ni merecía la solemnidad y el empaque que Feijóo buscó al hacer su propuesta ante el Oratorio de San Felipe Neri, en Cádiz, donde en 1812 se firmó la primera constitución española. Se trata solo de una treta improvisada con la que camuflar una mala decisión como fue la de meter en el gobierno de Castilla y León a los de Vox. El precio que paga por ello no es la mejor carta de presentación de un líder que se presenta a diario como la quintaesencia de la transversalidad y la moderación pero que, en realidad, lo que está defendiendo cuando plantea que los alcaldes puedan gobernar en minoría y sin el contrapeso del pleno municipal es que en una democracia parlamentaria, deliberativa y que funcione de acuerdo a los principios básicos que la conforman no se necesita de diálogo, ni de espacios compartidos, ni de acuerdos. Basta con el ordeno y mando y la política del rodillo. Eso es lo que quiere validar Feijóo para los alcaldes en minoría. Siempre que sean del PP, claro. Les sobra la democracia.

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