Es ficción, estúpido

Si algo ha demostrado Jordi Évole con 'Operación Palace' es que los políticos españoles actúan divinamente. Revisando el programa en la web de La Sexta, uno aprecia la extraordinaria riqueza de matices en las interpretaciones de Anasagasti, Ansón o Garci. Esa pasmosa naturalidad, esa contención gestual es heredera de la mejor tradición del Actors Studio que tuvo en Marlon Brando a su principal exponente.

Una de dos. O Évole es el mejor director de actores de la actualidad, o los políticos y periodistas españoles son unos maestros del fingimiento. En cualquier caso, el programa de El Terrat demuestra el extraordinario nivel que ha alcanzado la ficción española. Ni siquiera los más caros y pretenciosos estrenos de la temporada, como 'El Príncipe' o 'Velvet' hacen sombra a 'Operación Palace'. Comparados con Ónega y Gabilondo, Álex González y Miguel Ángel Silvestre parecen dos actorcillos amateur que no saben qué hacer con las manos.

¿Lo mejor? Que Évole ha demostrado que la ficción española no requiere de tramas infantiles ni historias de amor empalagosas para cautivar a la audiencia. Que se puede hacer una ficción adulta, sin torsos desnudos ni camareros graciosos. ¿Quién hubiese pensado hace dos días que un thriller político español congregaría a más de cinco millones de almas ante la tele?

Por supuesto, el falso documental ha generado la esperada y deseada polémica, algo que solo servirá para subir las tarifas publicitarias de La Sexta y para incrementar el mito de Jordi Évole. Resulta curiosa, sin embargo, la indignación de algunas personas inteligentes y sensibles ante lo que evidentemente es un formato de ficción. ¡Es periodista!, claman en Twitter y en las columnas. También lo es Mariló Montero y va por ahí diciendo que el alma pasa de una persona a otra cuando te transplantan un órgano. Con nuestro dinero. Y sin aclarar que es un chiste.

Mucho me temo que los indignados con 'Operación Palace' son los mismos que se lo tragaron. Espero no ponerme muy freudiano, pero me da que todas esas personas están enfadadas consigo mismas porque han descubierto, de la noche a la mañana, que son un hatajo de pardillas. Que del mismo modo que les ha timado un showman bajito y tímido, a lo mejor les llevan timando otras gentes menos honradas desde que tienen uso de razón. Estará de acuerdo conmigo en que conseguir un efecto semejante por medio de una ficción televisiva de cincuenta minutos merece un aplauso.

Ahora bien, sería bastante ingenuo pensar que el estupendo trabajo de Évole y su equipo va a servir para que los españoles se vuelvan súbitamente críticos y escépticos. Que, a partir de ahora, van a mirar los informativos y leer los diarios con una ceja en alto, que van a empezar a contrastar la información, a buscar las fuentes. Después de todo, solo es un programa de televisión, y no parece muy justo exigirle lo mismo que a la Ilustración.

Pasados los años, veremos el poso que deja 'Operación Palace'. Probablemente su éxito solo sirva para introducir una nueva leyenda urbana en nuestro imaginario colectivo. La compleja trama del falso documental se irá reblandeciendo, se irán olvidando los detalles mas inconsistentes y quedarán solo dos o tres ideas. Que el golpe fue una farsa. Que Garci tuvo algo que ver. El efecto no es nuevo, y ya ocurrió con 'Operación Luna', soberbio trabajo responsable de que Stanley Kubrick aparezca en casi todas las conversaciones sobre la carrera espacial.

Na, este país no será más crítico ni escéptico tras la emisión de 'Operación Palace'. Pero, al menos, no será más crédulo e ignorante, como parecen pretender casi todos los demás programas.