Es 20 de diciembre de 2017 por pocos minutos. Van a dar las 12 de la noche. Las calles de Barcelona siguen cargadas de gente que celebra la mínima victoria de Ciutadans, solo dos puntos por delante de Esquerra Republicana de Catalunya. Inés Arrimadas es la última de los candidatos en hacer su aparición esta noche en el Hotel Majestic, el lugar en que tradicionalmente los antiguos convergentes celebraban sus victorias electorales. La decisión de escoger este enclave tan simbólico no se ha comunicado hasta el momento necesario para que los simpatizantes y la prensa puedan a certificar la victoria que las encuestas vaticinaban.
Arrimadas y Albert Rivera, de la mano y alzando los brazos sobre la imagen proyectada de cientos de personas con banderas españolas en la pantalla gigante que preside la especie de altar en que se ha convertido el escenario improvisado. El discurso más breve de la hasta ahora líder de la oposición en Cataluña. “Hem guanyat. Gràcies. Mai més tornarem a patir el que hem patit aquests anys d'odi i despreci”. “Hemos ganado. Gracias. Nunca más volveremos a sufrir lo que hemos sufrido estos años de odio y desprecio”. A continuación, el líder nacional, Albert Rivera, habla por la parte que le toca, por los años que ha vivido en la oscuridad de los últimos puestos sufriendo los ataques furibundos de los radicales. Van subiendo cargos orgánicos y públicos hasta que se teme por la capacidad de aguante del escenario. Incluso se perciben las reacciones a los codazos para situarse en el tiro de cámara. “Se acabaron las mentiras. Esto no va de emociones, va de razones, de legalidad, de derechos. Hemos ganado para restaurar los derechos de los catalanes que estábamos silenciados y aplastados”. Suena vengativo, pero con la razón del que sabe de lo que habla.
Mientras tanto en la sede de ERC, Marta Rovira, la sustituta, llora de emoción mientras los seguidores aguantan la respiración ante el vídeo del líder en prisión que desgrana los nombres de todos los que han sido el equipo en libertad que ha hecho la campaña. Bromea y sonríe como pocas veces, pero la sombra de la derrota se le escapa por la comisura de la boca. Por primera vez ha vencido al resto de partidos catalanes. Pero no ha podido en votos con Ciudadanos, que ha ganado en la polarización basada en los reproches y en los argumentarios ya conocidos. Se va a sentir humillado, pero no esta noche.
Iceta vuelve a bailar porque es el eterno condenado al sufrimiento y no es hombre de lamentos. Además, todo está abierto a los pactos y a las sorpresas. Miquel Iceta ha visto demasiado ya antes de esta noche y nada le sorprende. Su campaña ha sido peor que él, como le ha pasado a Inés arrimadas. Los dos han superado a sus respectivas campañas y sus personalidades se han impuesto a las frases hechas y a las fotos impostadas.
A Puigdemont y a los suyos no les ha ido tan mal, si atendemos a como comenzó esta campaña, pero están en su suelo electoral, con un presidente en el teatro del exilio. Son los primeros en comparecer en la noche de elecciones, pero tiene poco mérito ya que Carles Puigdemont ha sido un holograma. Su imagen con interferencias en la sala grande de la sede de Junts per Catalunya daba más miedo que esperanza. La tecnología no ha funcionado muy bien. Ya se sabe que los experimentos es mejor hacerlos con gaseosa.
Ada Colau reaparece esta noche y le resta protagonismo al bueno de Xavier Doménech, que ha nadado entre las dudas sobre si los Comunes estaban sobre o infrarrepresentados en las encuestas. Ella siempre tiene opciones a seguir cualquier carrera electoral, sea la suya o la de otro candidato. Colau es la eterna aspirante, pero ésta no era su guerra y ha participado solo en los momentos en que ello sumaba a su imagen de futura presidenta. Ya sueña con una campaña contra Inés Arrimada. De hecho, así suena cuando dice que “les urnes sempre són la solució, senyora Arrimadas”. “Las urnas siempre son la solución”.
El Partido Popular consuma su derrota y su declive en un territorio donde no se les quiere. García Albiol no sale a saludar ante unas decenas de simpatizantes empeñados en celebrar algo. La dimisión la ha presentado por escrito. Una vez más, la ministra de Sanidad, da la cara. Dolors Montserrat parece que se crece en la adversidad. Ya la podemos imaginar de candidata en la próxima campaña que será una campaña entre mujeres. Les ha ganado hasta la CUP, el partido antipartido.
La participación ha sido excepcional, el 84.4% del electorado ha salido a votar por dos motivos principalmente: porque percibían la posibilidad de un cambio y porque, en una atípica e inédita situación, los ciudadanos se han sentido impelidos a votar convencidos de ser la solución a la incapacidad de la política.