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Gestación subrogada: ¿derechos o negocio?

Vientre de alquiler

Sara Lafuente

La ministra y vicepresidenta Carmen Calvo declaraba hace unos días que no había que legislar en torno a lo que denomina vientres de alquiler. Lo argumentaba diciendo que estos “son la utilización del cuerpo de las mujeres más pobres”. Muchas personas, desde posiciones ideológicas diversas, compartimos la preocupación por la expansión de la gestación por sustitución1 y, en términos más generales, la mercantilización de los procesos y materiales biológicos. La cuestión, no obstante, no se soluciona en absoluto con “no legislar”.

Si bien la gestación por sustitución está actualmente prohibida, la normalización de esta práctica está vinculada a que algunas familias recurren a ella fuera de nuestras fronteras, por lo que la regulación debe confrontar este nuevo escenario y actuar sobre el mismo, sea en la dirección que sea. Es necesario, además, asegurar que lo que no queramos permitir aquí sea igualmente respetado por los ciudadanos españoles cuando se van fuera, algo que, de hecho, se hace con otras cuestiones como las donaciones de órganos no vitales.

En este artículo propongo algunas claves para abordar este tema. Las extraigo de mi trabajo en torno a las bioeconomías reproductivas como investigadora, por un lado, y de las múltiples conversaciones y debates mantenidos en torno al tema desde mi activismo feminista. Estamos, como sociedad, enfrentando un debate de gran importancia, que tiene que ver con cómo se introducen, o no, en un mercado cada vez más globalizado, los denominados trabajos clínicos o biológicos. ¿Cómo hacemos para llevar la preocupación que nos mueve hacia un terreno fructífero?

El negocio de la reproducción asistida

La reproducción asistida se ha desarrollado en el Estado español principalmente en el sector privado. Si bien se incluyen la mayoría de tratamientos en el sector público, el privado es el más fuerte, constituyendo uno de los principales mercados reproductivos en Europa y suponiendo una parte destacable del PIB.

Si bien se habla mucho de las familias que buscan acceder a ser p/madres a través de la gestación por sustitución2, no podemos olvidar que existe un gran negocio detrás. Lo que motiva de forma fundamental las regulaciones favorables a la “gestación subrogada altruista” no es el derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos, es la libertad de las empresas para hacer grandes negocios y generar lucro o, en el mejor de los casos, la libertad de los potenciales p/madres para acceder como clientes a un servicio privatizado. Esto se da en una doble vía: permitir el lucro de las clínicas privadas aquí (a través de la gestación altruista y compensada, es decir, prácticamente gratis para las clínicas) y el negocio de las agencias intermediarias fuera (donde sea aún más complicado asegurar los derechos de las gestantes).

El principal motor que impulsa estas regulaciones es la expansión del negocio en torno a una bioeconomía, la reproductiva, con un fuerte crecimiento en los últimos años, particularmente en el Estado español. Uno de los motores principales de este mercado está vinculado, no tanto a las técnicas de reproducción asistida en sí, como la participación de terceras personas.

Las donaciones de semen y óvulos, que también están compensadas, son además el principal atractivo del llamado turismo reproductivo, del que España es el principal destino en Europa. Esto es así porque aquí existe mucha más disponibilidad de óvulos (cuya donación es anónima y se compensa con en torno a 1000 euros por ciclo, a diferencia de la gran mayoría de países europeos). Como vemos, la participación de terceras personas en los procesos reproductivos está ya generando un importante mercado reproductivo en el Estado español: ¿qué pasaría si se regulase a favor de la gestación subrogada?

La gestación por sustitución no es una técnica de reproducción asistida

En múltiples ocasiones se habla de la gestación subrogada como una técnica de reproducción asistida. Si bien esta práctica es posible gracias a las técnicas de reproducción asistida, no es en sí misma una técnica, sino una práctica relacional que implica que una mujer se someta a tratamientos de reproducción asistida, primero, para después gestar y parir un bebé para una persona o pareja que así lo haya contratado. Estas prácticas no deberían abordarse en términos técnicos, sino con base en el tipo de relación que queramos que exista entre estas partes: ¿debería existir esta relación?, ¿sujeta a la existencia un vínculo afectivo, o económico, laboral, o emocional? Aquí, creo, está la discusión principal.

En este sentido, resulta necesario hablar de distintos modelos. Un primer modelo pasaría por no permitir que una persona geste para otras en ningún caso; un segundo modelo sería el de la gestación altruista o relacional (entre gente conocida y sin compensación económica, como se realizan las donaciones de órganos no vitales); la denominada gestación “altruista” pero con compensación económica sería un tercer modelo, en el que sí se monetiza la práctica pero no se paga a precio de mercado. El cuarto modelo sería de tipo comercial o laboral, donde la gestante accediera a mayor remuneración y a una serie de derechos laborales3.

La mercantilización de la gestación: generación de lucro y estratificación de la reproducción

Tanto el modelo de altruismo con compensación en el ámbito privado como el modelo laboral o comercial supondrían una mercantilización de facto de los procesos reproductivos. Resulta erróneo pensar que el sólo hecho de no “pagar” a las gestantes suponga que no hay mercantilización. Debemos poner el foco en los intereses de las clínicas de reproducción asistida y las agencias intermediarias que no paran de crecer en el sector: mientras ellas puedan lucrarse de estos procesos, la reproducción se estará mercantilizando.

Introducir en el mercado español de la reproducción asistida la gestación por sustitución pondría en cuestión algunos acuerdos sociales básicos: esos que nos llevan a haber decidido no mercantilizar la donación de sangre, de médula, o de órganos, y que cuentan con un gran apoyo social. Esos son los acuerdos que hacen que la Organización Nacional de Trasplantes (ONT) nos haya situado a la cabeza mundial de este tipo de prácticas, realizadas en principio al margen de la generación de beneficio económico (es decir, en el sector público) y de forma no pagada (en relación tanto a las personas que donan y como a las que reciben).

Además, este tipo de mercantilización de la gestación (ya sea a través de compensación o pago), tiene el peligro de aumentar aún más la estratificación de la reproducción. Esto es, habrá unas personas legitimadas para ser p/madre a través de unos cuerpos legítimos para reproducirse genéticamente (los de las donantes) y otros disponibles para gestar para los primeros. Esto está ya sucediendo en los casos de gestación subrogada internacional, en los que se escogen óvulos de donantes blancas que son luego gestados en muchos casos por mujeres racializadas. ¿Cuál sería el efecto de regular la gestación por sustitución en un país que establece una obligada coherencia fenotípica entre receptoras y donantes de óvulos?, ¿qué cuerpos van a destinar a unos procesos y a otros? El peligro de asentar regímenes racistas de estratificación es uno de los temas clave en este debate, sin embargo, raramente se nombra. ¿Qué mujeres accederán a gestar por una compensación económica?, ¿cuáles lo harían dentro de un régimen laboral?, ¿cuáles a través de un vínculo afectivo?

Plantearnos todas estas cuestiones es fundamental a la hora de abordar el debate. Si la preocupación es la no invasión de los cuerpos y las vidas de las mujeres más pobres o vulnerables, hay que sentarse a pensar y debatir de forma informada. No legislar va a dejar exactamente igual de desprotegidas a quienes supuestamente nos importan. Frente al gran negocio de la gestación subrogada, ¿cuáles son los derechos que nos importan?

1 Sin ser una posición rígida, prefiero denominar a esta práctica gestación por sustitución tal y como lo hace la ley que la regula (y prohíbe) actualmente en el Estado español.

2 No quiero con esto decir que no sea importante hablar del deseo reproductivo de estas personas, que creo que debe ser abordado en profundidad, tomado muy en serio y vinculado a la pregunta de qué reproducción queremos, pero no creo que sea esto lo que mueve a los partidos políticos que proponen la regulación de la gestación “con compensación” en la actualidad.



3 Aqui una reflexión interesante al hilo de lo mercantil o laboral.

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