Una guerra de casi 30 años
Kylian Mbappé y Marcus Thuram son jóvenes futbolistas. Ambos han hecho llamamientos a votar contra los extremismos. Thuram, en concreto, ha pedido a los ciudadanos que cierren el paso a la Reagrupación Nacional, el antiguo Frente Nacional de la familia Le Pen. La ultraderecha, favorita en las elecciones de julio, ha despreciado las palabras de los futbolistas, “millonarios que explican cómo votar a personas que no llegan a fin de mes”, “chicos desconectados de la realidad”.
Pero Mbappé y Thuram están perfectamente conectados con la realidad. Nacieron conociéndola. Porque la lucha en que se han embarcado la iniciaron, hace casi 30 años, sus propios padres.
Cuesta imaginar lo racista que era Francia en 1996. Y el pasmo que generaban las alineaciones del seleccionador nacional de fútbol, Aimée Jacquet. En los estadios franceses no era raro ver a jugadores negros. Marius Trésor y Jean Tigana habían sido grandes figuras. Pero lo que Jacquet llevó a la Eurocopa de 1996 resultaba novedoso: Lama, Dessailly, Angloma, Thuram, Karembeu y Loko eran negros; Zinedine Zidane se enorgullecía de su origen argelino; Youri Djorkaeff presumía de raíces mongolas y armenias y se negaba a cantar La Marsellesa, “un himno de sangre y guerra”.
El viejo Jean-Marie Le Pen se ensañaba con aquel grupo multirracial, representante de una Francia detestada por la ultraderecha. “Me parece artificial”, dijo antes de que empezara aquella Eurocopa, “que traigamos futbolistas del extranjero y les llamemos equipo de Francia”. “Cierran la boca y adoptan una expresión hostil cuando suena La Marsellesa”, añadió. Los futbolistas prefirieron no responder directamente. Liliam Thuram, padre de Marcus Thuram y defensa central de la selección multirracial, pronunció unas palabras elegantes: “Cuando se es inteligente, no se responde a ese tipo de frases. Por supuesto, cuando se es inteligente no se dice ese tipo de frases”. Liliam Thuram es hoy presidente de la Fundación Educación contra el Racismo.
Francia tenía un equipazo. Pero fracasó en la Eurocopa, disputada en el Reino Unido. Cayó en semifinales por penaltis ante Chequia.
Las dudas sobre aquella selección que, decían, no se sentía francesa, y ante aquel seleccionador, Aimée Jacquet, que se negaba a “blanquearla”, se agigantaron por los malos resultados. “L´Équipe”, el gran diario deportivo, fue especialmente cruel con Jacquet. Como meterse con la raza de los jugadores podía resultar arriesgado, optó por descalificar al seleccionador. El tono de los insultos hizo estallar a Jacquet, que llamó “viles” a los periodistas de “L´Équipe”. “L´Équipe” presentó una demanda contra Jacquet. Y el juez la desestimó, con el argumento de que la respuesta de Jacquet era lo menos que merecía “L´Équipe”.
Conviene recordar la crispación ambiental. En Argelia, la antigua provincia-colonia de Francia, había estallado una salvaje guerra civil entre el ejército y los islamistas. El conflicto saltó a Francia. Un llamado Grupo Islámico Armado perpetró diversos atentados. El 25 de julio de 1996 estalló una bomba en la estación de Saint Michel, junto a Notre Dame. Ocho personas murieron. Según la publicidad del Frente Nacional, musulmanes y terrorismo venían a ser la misma cosa.
En 1998, el Mundial de fútbol se disputó en Francia. Y “les bleus”, a los que se había añadido otra estrella no blanca, Thierry Henry, ganaron con todo mérito. Jean Marie Le Pen, sin embargo, no les atribuyó mérito alguno: “Esta victoria es un simple incidente de la historia”, dijo, en una broma macabra: acababa de afirmar que los campos de exterminio nazis eran precisamente eso, “un simple incidente de la historia”. Luego agregó que si habían ganado era porque habían “imitado en algo al Frente Nacional”.
Los padres de Mbappé y Thuram, futbolistas 30 años atrás, saben el riesgo que corren Kylian y Marcus. Las elecciones generales se celebran a dos vueltas el 30 de junio y el 7 de julio. El 7 de julio ya se sabrá si Francia llega a la final de la Eurocopa, a celebrar el 14 de julio, fiesta nacional francesa. No estar ahí sería una decepción y jugaría a favor de la Reagrupación Nacional, que insistiría en contraponer a los “jóvenes millonarios” deportivamente fracasados con los trabajadores que votan a los ultras. Mbappé, Thuram y los demás necesitan, por tanto, refrendar sus palabras con goles y victorias.
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