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Te hubiera gustado conocer a David Delfín

El cáncer se ha llevado a David Delfín, uno de los más destacados diseñadores españoles, con solo 46 años. Un cáncer agresivo que atacó su cerebro y contra el que ha luchado durante un año con un espíritu admirablemente positivo. Le conocí en 2004, cuando él tenía 34 años y había roto numerosos clichés con 5 desfiles, alguno de ellos muy polémico. En poco tiempo se convirtió en el niño mimado del vanguardismo. Una larga entrevista me hizo entender por qué, incluso me sorprendió que alguien con su rica personalidad alcanzara la fama tan dada fabricar ídolos sin peso. Fue solo una aproximación al personaje pero dejaba con ganas de más.

Precisaba un modisto para un libro que publiqué en una editorial modesta: “Ellas según ellos”. Hombres de actividades y caracteres diversos, varios de ellos muy relevantes, se prestaron a responderme. El modisto, pensé, tenía que ser David Delfín. Me intrigaba. Irrumpió en la moda nacional con una colección polémica al límite. Llevaba escasamente un año trabajando como diseñador en Barcelona cuando Cibeles le llama, le busca expresamente a él. David Delfín vistió a su musa, Bimba Bosé, y al resto de las modelos, con capuchas, velos cubriéndoles el rostro y una soga al cuello. Fue en 2002. El mundo convencional se rasgó las vestiduras. “Queríamos tener libertad y sobre todo poder inquietar, una colección inspirada en el surrealismo, en los sueños, en los deseos inconscientes”, explicó. Buñuel y Magritte estaban detrás.

Nacido en 1970 en Ronda, Málaga, y criado en Marbella, con padres emigrantes que vivieron en Francia y Alemania, llegó a Madrid con 18 años. Lo primero que hizo fue entrar, como actor, en una compañía de teatro y cabaré. Pintaba, incluso expuso en la prestigiosa galería de Soledad Lorenzo. Y terminó apostando por la moda que consideraba un soporte artístico. Me dijo que buscaba una ropa con simbología, con contenido y no solo forma. Luego exploró otros campos, hasta el cine. Un artista total.

No es fácil encontrar a alguien que se inspira en Jean-Michel Basquiat y homenajea en un desfile al movimiento Bauhaus, la vanguardia alemana de los prodigiosos años 20, que marcaría el diseño por muchas décadas. Lo hacía con naturalidad, sin pose ni artificio. Del mismo modo, que no entraba en ninguna etiqueta, como si le resbalaran algunos diatribas que producía. Me pareció que vivía la libertad de criterio.

Bimba Bosé fue su musa. Aquella espectacular chica, desaparecida tan tempranamente también, se encontraba en la tienda del barrio de Salamanca de Madrid, donde solo 5 personas estaban levantando una marca de creatividad.

David era guapo, dulce, educado, con un suave acento andaluz y sonreía sin cesar.

Hablamos de la extrema delgadez que imponía ya la moda, causa en mi opinión de muchos estragos en la salud y la libertad de las mujeres. David creía que son ciclos, pero intentaba poner algo de mesura.

- Nosotros, la verdad es que incluso lo tenemos complicado. Seguimos -porque todos tenemos nuestra ética o moral o lo que sea- haciendo el tallaje 38 para Cibeles. Y al final muchas modelos a veces no pueden desfilar porque ni arreglando la ropa les queda bien. Se estropea la idea de cuál es la prenda.

- ¿Por qué son todavía más delgadas de la talla 38? –pregunto aterrada-.

- Porque son más delgadas y no nos sirven. Seguimos llevando la talla 38. Y te voy a decir que tenemos para elegir a 50 chicas por ejemplo, y, de las 50, solo puedes contratar a 18. No hay más para elegir. De hecho, a veces hacemos un casting paralelo y cogemos gente de la calle que sí entra en esa talla.

De metro setenta, metro ochenta, menos de la talla 38. En la sección de niñas de El Corte Inglés tienen la talla 16 que equivale a la 38 de mujeres adultas. Podrían vestirse de niñas, comento. Aquella tendencia no fue sino a peor.

- Yo estoy a favor de la variedad, de las diferentes opciones, de la delgadez también. La hermosura va mucho más allá, aunque te suena a tópico. Desde luego no estoy a favor de la enfermedad, del dolor.

Hablábamos de la mujer. David Delfín pensaba que “En el siglo veinte es cuando la mujer ha empezado a ser un poco infiel a esa ideología familiar o social que le habían impuesto. Ahora está ocupando puestos. Parece que estamos hablando de mucho tiempo pero no es así, es ahora casi cuando están empezando”. Apostaba por avanzar más y no solo las implicadas. “Es una cuestión de seguir trabajando y de seguir ahí con la ayuda de toda la sociedad”.

David Delfín decía, en 2004, que vivíamos una regresión respecto a la libertad de los 80. “Lo que entonces no era ni escandaloso, hoy sería motivo de cárcel”. Lo está siendo de hecho ahora en 2017 tras aquello que llamaron crisis y que lo forzó todo.

Blanco, negro y gris eran la paleta de sus primeros tiempos. Le vi, desde lejos, cambiar, desembarazarse, abrazar el color, seguir sonriendo. Buscó, investigó, apostó por los retos, amó la creación y la sensualidad y tengo la impresión de que solo odió los clichés. Gran pérdida.

Desde España se expandió fuera. En 2009 debutó en la Semana de la Moda de Nueva York. Crecía y crecía, hasta que le detuvo el cáncer más virulento, más devastador. El Premio Nacional de Diseño de Moda que le otorgó el Ministerio de Educación en 2016 ya no lo pudo recoger. El jurado destacó “la audacia, valentía y compromiso social de su obra, con una señalada identidad española que desarrolla un universo vanguardista propio”.

Diego David Domínguez usó el apellido Delfín por ese mamífero prudente y hábil que surca los mares, tan poco transgresor. Como en la película ¿Conoces a Joe Black? la pregunta final es toda una descripción a aplicar a este caso: “Te hubiera gustado conocer a David Delfín”.