En cada entrevista, el teniente general Gan Pampols reitera una idea: él no es político, no va a hacer política y no va a aceptar directrices políticas. Insiste tanto, que está a medio minuto de pronunciar aquella frase que Franco hizo célebre: “Haga usted como yo, no se meta en política”. El problema es que ha aceptado un cargo de vicepresidente. O sea, político.
Este militar en la reserva nombrado vicepresidente de la Generalitat Valenciana para la reconstrucción es una paradoja andante. Es la historia de un buen fichaje y una mala idea. Es un señor que afirma no querer hacer política mientras la hace en sus declaraciones, de evidente sesgo antipolítico. Que le pongan pronto un asesor de comunicación, por favor (aunque seguramente pensará que eso de los asesores es muy “político”). Sí, pero lo necesita.
Gan Pampols ha dicho: “Del ámbito político espero generosidad y comprensión, porque esto (la reconstrucción) no tiene nada que ver con el ámbito político, sino con un trabajo técnico que necesita de un consenso de base. Los recursos que se van a dedicar son los necesarios, y la gente que lo va a hacer no está marcada por ningún sesgo político”. ¿Acaso ve él a diario “generosidad y comprensión” en la política española? ¿Se hará el sorprendido si no la encuentra? Seguro que el teniente general ha estudiado muchos campos de minas, ¿no le recuerda la política a alguno que tuviera frente a sí cuando estuvo destinado en Afganistán o Bosnia-Herzegovina?
Él define la reconstrucción como un mero “trabajo técnico que necesita de un consenso de base”. ¿Cómo piensa lograr ese consenso? Tendrá que negociar: no hay otra manera. Hablas con unos, hablas con otros, y acabas encontrando, con generosidad y comprensión, un plan aceptable para todo el mundo. Lo que viene siendo trabajo político.
Cuando afirma que se van a dedicar “los recursos necesarios”, expresa la esperanza de todos: que se siga considerando una prioridad recuperar el territorio y las vidas normales de los damnificados por la DANA. En eso hallará consenso, pero ni mucho menos es algo técnico. Porque dentro de la emergencia general, habrá que establecer prioridades: ¿ayudas para quienes han perdido la casa que tenían en propiedad o en alquiler, para quienes se han quedado sin cultivos o han visto anegadas sus empresas; para quienes han perdido vehículos o animales…? Para todos, de acuerdo. Todo es urgente, pero ¿cuánto a cada uno? ¿Y cuándo? ¿Y en forma de préstamos o a fondo perdido? Habrá que tomar decisiones.
Los técnicos son imprescindibles. Sus informes evalúan los daños, nos dicen cómo articular soluciones y quién puede implementarlas. Pero resulta ingenuo pensar que no habrá ninguna elección que hacer, ninguna decisión que tomar, ninguna prioridad que atender antes que otra prioridad. Los recursos siempre son escasos, más ante el nivel de destrucción de la zona. Los técnicos describen los problemas; los políticos eligen cuál de las soluciones técnicas aplicar y lo hacen atendiendo legítimamente a su proyecto político. Por eso los ciudadanos votamos, porque no hay una sola forma de construir ni de reconstruir un territorio. Afirmar lo contrario demuestra una visión simplista. Y no es la de Gan Pampols, un hombre de pensamiento sofisticado y claro, al que hemos escuchado pronunciarse sobre los conflictos del mundo. Estudió Políticas, por cierto.
Cuando se toman decisiones para la reconstrucción también hay que elegir a quién se contrata. La Generalitat Valenciana ha mostrado enseguida su querencia por empresas involucradas en las prácticas corruptas del PP valenciano. ¿Qué hará Gan Pampols? ¿Querrá establecer criterios de transparencia, limpieza y eficacia en los contratos? Me gustaría saber qué opina de esto. Porque si le parece una cuestión “política” y se abstiene, debe saber que el dinero que se pierda en las alcantarillas de la corrupción no llegará a los damnificados. Por tanto, los “técnicos” dispondrán de menos recursos para reconstruir las vidas de la gente. ¿Eso tampoco es político?
No sé cómo alguien puede negar el derecho de la política a hacer política, es decir, a definir cómo queremos que sea nuestra sociedad. Pero aún lo entiendo menos cuando esa persona acepta un cargo político. Ni le han votado los ciudadanos ni ha hecho una oposición a vicepresidente. Está ahí porque le ha nombrado un político. Asúmalo y contrate pronto a un asesor de comunicación, hágame caso.