La portada de mañana
Acceder
Puigdemont estira la cuerda pero no rompe con Sánchez
El impacto del cambio de régimen en Siria respaldado por EEUU, Israel y Turquía
OPINIÓN | 'Pesimismo y capitalismo', por Enric González

La herencia

En Moncloa, mayo de dos mil trece, Don Mariano Rajoy Brey, Presidente del Gobierno de España, hallándome en pleno uso de mis facultades mentales (que, a la vista de los hechos, no son muchas) y poseyendo plena capacidad para hacerlo, escribo y firmo de mi puño y letra (aunque a veces me cuesta entenderla), este testamento en el que EXPONGO la herencia que recibirán los españoles de mi gobierno cuando se produzca mi cese al frente de la presidencia del país. Y así, ordeno mi última voluntad de la siguiente manera:

Lego al pueblo español una reforma laboral que es una demolición que destruirá 1,3 millones de puestos de trabajo durante mi mandato, 3 puntos por encima de la herencia recibida del anterior Ejecutivo y casi 4 millones por encima de lo que mi partido prometió antes de llegar a la jefatura de Gobierno. Dejo también menores garantías laborales a los trabajadores y menor subsidio de desempleo a los parados. Y a los que no les guste esta herencia, que se jodan, como bien les dijo mi compañera de partido en el Congreso, Andrea Fabra.

Dono también a mis contribuyentes subidas de impuestos que prometí no imponer. A la clase trabajadora, una subida del impuesto sobre la renta que durará hasta que se agote mi legislatura en 2015, un año más que lo dije inicialmente que duraría. A los comerciantes, consumidores y a la cultura, los dejo en los huesos gracias a la subida del IVA que les concedo en herencia y que ayudará a cavar sus tumbas. Y a las sociedades una subida que limará las precarias cuentas de las pequeñas empresas y emprendedores. Dejo exentos de estas cargas impositivas a los defraudadores como mi antiguo amigo Luis Bárcenas a los que les doy en herencia una amnistía fiscal para que no paguen por sus robos.

A la Sanidad pública, mi partido le concede un amplio legado de privatizaciones, repagos de medicamentos y recortes presupuestarios que reducen los recursos hospitalarios y dejan sin urgencias médicas a algunos núcleos rurales y sin asistencia a los inmigrantes indocumentados, a los que abandonamos en manos de su propia muerte si no lo remedian las organizaciones no gubernamentales. A las ONGs, por cierto, les dejamos en herencia un recorte a la mitad en cooperación al desarrollo porque ahora no es momento de preocuparse por los negritos y porque no nos damos cuenta de que la inversión en este campo es beneficiosa para nuestra posición internacional y para la investigación.

Poco o nada nos importa la investigación a la que dejo unos recortes del 25%. Tampoco lego apenas nada a la Escuela pública a la que privo de 10.000 millones. Más generosa es nuestra herencia a la escuela privada a la que cedemos ventajosas exenciones fiscales. Quien quiera educación que se la pague. Quien quiera investigar que siga su “impulso aventurero” y ejerza la “movilización exterior”.

También dejo en el abandono a los cuatro millones de dependientes. Les concedo un recorte de más de 2.000 millones lo que obligará a las familias, especialmente a las mujeres, a cuidar de sus enfermos sin apoyo económico institucional. Asimismo, nuestro ministro de Justicia tiene previsto concederle a la Iglesia Católica en herencia una Ley del Aborto con la que nacerán niños dependientes de los que el Gobierno no se hará cargo en absoluto. Y a los que no les guste este legado, que se vayan a abortar a Londres o contraten ayuda privada, si tienen dinero, claro.

Dejo a los desahuciados en manos de los bancos y los antidisturbios. Dejo una reforma del Código Penal para criminalizar y modular las protestas sociales. Dejo a la Justicia en mis manos para hacer con ella lo que quiera, para indultar a mi antojo y para desatender los informes judiciales de los jueces españoles y los mandatos de Europa en materia de hipotecas. Dejo al Parlamento sin voz y a la calle enmudecida por la represión. Dejo a la prensa y a la opinión pública con una plasma de narices.

Pero no solo destruimos, también dejamos una herencia creativa. Os regalamos la creación de: la Marca España que es una España regalada a los mercados, una neolengua para no llamar a las cosas por su nombre, las ruedas de prensa sin preguntas y los contratos simulados en diferido para no tener que despedir a los corruptos de nuestro partido. También hemos regalado a la banca el mayor rescate bancario de la historia sin pedir responsabilidades legales a los causantes del hundimiento financiero. Os dejamos una ley de transparencia y una ley hipotecaria ridículamente insuficientes. Y sobre todo, legamos al pueblo español una herencia de invenciones y mentiras para encubrir nuestras promesas incumplidas y la corrupción de nuestro partido, nuestros cambios de criterio y nuestra incapacidad para salir de esta crisis.

Así lo dicto y ordeno por decreto, como todas mis decisiones. Esta herencia será un testamento para muchos de los que la reciban. Para algunos será incluso un certificado de defunción.