En cierta ocasión, le pregunté a Pablo Iglesias qué demonios es “el poder” y Pablo me contestó algo así como que el poder son relaciones en un determinado contexto. Si esta definición la llevamos a latinoamérica -y en especial a Perú- podemos afirmar que el poder son relaciones de impunidad. Dicho de otra manera: “hoy te tapo a ti para que mañana tú me tapes a mí”. La noticia de la concesión de un indulto humanitario al que fuera jefe del Estado peruano Alberto Fujimori, es un ejemplo más de que la impunidad es sinónimo de poder, incluso cuando se trata de emplear el lenguaje equivocado pues nunca puede ser humanitario un indulto cuando el indultado ha sido antes violador de los derechos humanos. No sé si me explico.
En el otro lado del infierno, tenemos la historia oficial que no es otra cosa que la historia real “desescrita” por el olvido. El pueblo peruano se resiste a ella pues no olvida que fue ofrecido como una mercancía al mejor postor; “un producto” –en palabras del mismo Alberto Fujimori– puesto en bandeja a los mercados tras privatizar los derechos humanos para alimentar el hambre de un capitalismo siempre insatisfecho. De esta manera la política de Fujimori no sólo aumentó la crisis económica en la que Perú ya estaba sumido a inicios de los años 90, sino que la distancia entre estratos sociales se hizo mayor aún.
Todo apunta a que el actual presidente de Perú, Kuczynski tomó la decisión de indultar a Fujimori a cambio del voto de Kenji Fujimori –hijo del Alberto Fujimori–para que le salvase de ser destituido por el Congreso. En definitiva, un trapicheo donde la impunidad es una mercancía más en un Estado que ha sido absorbido por la tendencia mercantil. Con estas cosas, el otro día Pablo Iglesias apareció con un tuit que se unió a la ola de protestas contra el indulto.
Con la espuma de su denuncia, Iglesias dejaba claro que el indulto a Fujimori ha sido un regalo indigno. Tal vez, a estas alturas sea ya hora de ampliar el concepto de poder y extenderlo hasta la impunidad. Mientras tanto, el pueblo peruano que no está dispuesto a que queden impunes los crímenes de un genocida, sale a la calle para escribir la historia real y de manera tan digna se planta a hacer memoria.
Estamos de su parte.