Independence Day (una ficción judicial real)

0

Debería llamarse en nuestro idioma Desiderio, pero el Deseado acaba de entrar en la sala de reuniones repasando aún lo que le acaban de contar un grupo de jueces españoles que se llaman para la democracia. Es raro. Unos jueces que luchan por algo que existe hace ya décadas, ¿o no? Estos demonios de españoles. Didier nació en Liège. Ha leído 'La Maison du juge' de Simenon y admira la amplitud de registros de la naturaleza humana y también de la judicial. Sabe que todo puede tener un doblez, un ocultamiento. Y además son españoles. ¡Oh, la, la, les espagnols! 

Al entrar en la sala de reuniones muestra su faceta más compacta. Para nada parecería que forma parte de un pueblo que ama comer mejillones con patatas fritas aunque a veces mire con cara de molusco a sus interlocutores. 

-¡Bonjour, mes juges! Bienvenues…. Asseyez-vous! ¡Siéntense! ¡Sentaos! ¿Todos hablan inglés, francés…? 

-Esto… no. Nosotros solo manejamos jurisprudencia española… Aunque hablemos lo justo para salir del hotel, no nos parece adecuado tratar de tan serios temas sin poder afinar al máximo… Pedimos la carta de auxilio judicial. 

-Tranquilos, ya hemos previsto los traductores que están a nuestra disposición. Y bien, messieurs, dames… ¿qué les inquieta? He leído enervadas disquisiciones suyas sobre una situación en España similar a la polaca o húngara y, la verdad, si me permiten, no creo que sea, en fin, comparable, ¿saben?

-Señor comisario: representamos a cerca de 2.500 jueces, casi la mitad de la carrera judicial española, y venimos a pedir la intervención europea para forzar a los dos grandes partidos españoles a cambiar la forma de elección de los miembros procedentes de la judicatura del Consejo Judicial que es el órgano de gobierno de los jueces… ¡que se haga de una vez lo que ordena Europa!

-Monsieur le juge! Calma, calma. Europa es un ente mitológico y ahora político y administrativo pero, la verdad, disculpe, no sé yo que haya dado órdenes de hacer nada respecto a eso que recoge una ley española. Tal vez me pierdo, excusez-moi. Dicen que representan a 2.500 jueces… ummm, ¿mediante qué tipo de mandato? Es decir ¿hicieron algún tipo de referéndum o votación?

-No, señor, no. Es el número de nuestros asociados. 

-¿Les consultaron sobre esta demanda concreta?

-Mais non!, se viene arriba el bilingüe. Ça va de soi! Es lo que los jueces quieren. 

-Los jueces… 2.500 …Pero son 47.394.223 españoles ¿no? 

-¡Somos la mitad de los jueces españoles! 

-No se excite, eso lo veo, pero también que son el 0,0052% de la población. Disculpen que les haya pedido a mis asesores que lo calculen, pero me parecía interesante.

-¡Queremos exigir que se cumpla el sistema de elección previsto en la Constitución que ha sido pervertido y queremos exigir a Europa que obligue al Gobierno español a hacerlo!

-Siendo que son juristas -reflexiona el comisario Didier- deberían saber que se expresan en unos términos un poco extraños en palabrería de la Unión. Por cierto, me dicen sus compañeros, y me aportan, que la Constitución Española deja en manos de una posterior ley la forma en la que sea elegida la representación judicial mayoritaria…

-¡Una ley que se cambió en 1985 y que nos ha traído a este desastre!

-¡Cualquiera lo diría, mon cher! Esa ley es anterior incluso a la entrada de España en la Unión Europea y, la verdad, nunca habíamos tenido conciencia de este problema tan acuciante… Es más, creo que sus ilustres asociaciones aquí representadas han participado en todas las renovaciones institucionales llevadas a cabo hasta la fecha ¿No es así, mes chers?

-Bueno, sí, pero es que esto se ha ido pervirtiendo y es preciso denunciar la injerencia del poder político en los nombramientos y la politización de la Justicia y la exigencia de independencia judicial que nos trae hasta aquí!

-Poco a poco. Tranquilícese. También hubo una fuerte y caudillista reforma llevada a cabo unilateralmente por el Gobierno de Mariano Rajoy pero, la verdad, creo que no les vimos por aquí entonces. 

-¡Oiga, que cuando reforma el PP no quiere avasallarnos! ¡Son estos rojos, comunistas, arribistas e ilegítimos los que barruntan contra nosotros. [Se produce un frenesí de codazos nerviosos, algunos creen que a su colega se le ha visto el plumero demasiado. Lo reconducen]. 

-Dejemos eso para más adelante. ¿Me habla de la injerencia política en los nombramientos del CGPJ o de los puestos judiciales que ejercen la jurisdicción?

-¡De unos y otros, señor comisario!

-Perdone que insista, porque no entiendo. Los nombramientos para el CGPJ son nombramientos para el ordenamiento del gobierno judicial ¿cómo pueden afectar a la independencia? ¿Cómo puede eso trasladarse a la jurisdicción? ¿Son conscientes de que en Alemania es el Ministerio el que nombra a los jueces de los altos tribunales y nadie duda de la independencia?

-¡Son alemanes, señor! En España es otra cosa…

-A ver si me lo explican… En España los miembros del CGPJ, con mayoría judicial, nombran a los miembros del Supremo que son INAMOVIBLES y permanecen hasta su JUBILACIÓN. ¿Dónde está perturbada ahí la independencia? ¡Pero si nadie les puede quitar el puesto ni el sueldo! Si me perdonan que sea prosaico. Es más, ningún juez español puede ser removido tras su nombramiento ni si le caduca perdería empleo ni sueldo ¿qué más garantía de independencia quieren?

-Queremos que los políticos no puedan meter mano…

-Pero no nombran a los jueces.

-No directamente, claro, pero nombran a los que los nombran. 

-Ya bueno pero ¿eso qué le importa al juez nombrado? Insisto que no puede ser removido y que, en algunos casos, aún perdiendo el cargo tras el periodo de mando seguiría siendo juez plenamente con sus emolumentos y jurisdicción completa. ¿No deberían pedir cuentas a sus colegas si se pliegan y se corrompen?…

-Ya, bueno, pero no ascendería más. A ver si me explico… usted mismo sabe.. Una vez que has sido una cosa pues usted deseará ser más y yo también y todos. En España si no cumples con las expectativas de los que te nombraron no puedes seguir escalando ¡es un ataque a la independencia!

-A veces me pierdo con ustedes, la verdad. Eso será un ataque a las ambiciones, no les digo yo que no pero ¿a la independencia? ¿Qué le impide a esos jueces fallar y juzgar según su sapiencia jurídica y su conciencia? Es que no lo veo, la verdad.

-Pues que no podrían seguir adelante con su carrera! ¡Es palmariamente claro!

-O sea, con sus ambiciones. Nada que ver con la independencia de criterio y de juicio que nadie les roba puesto que nunca perderían su trabajo como jueces ¿no? No se que me he perdido, la verdad, ustedes los españoles me abruman…

-¡Reivindicamos la independencia del Poder Judicial! ¡Queremos la separación de poderes!

Didier se agarra una mano con la otra. La mano del belga que sabe cómo un estado democrático se transforma en otro dictatorial. Respira y se hincha de otra ración de politesse. 

-Ustedes saben que la separación de poderes lo que dibuja es un panel de contrapesos entre poderes, incluido el judicial al que el propio Montesquieu llamó el “no poder”, en el sentido de que era llamado a ser contrapeso de los otros pero que no estaba en términos de igualdad dado que en el diseño continental no emana del pueblo. ¡Pero qué hago explicándoles esto a ustedes que son especialistas!

-La verdadera independencia nos llegará cuando nosotros elijamos a los doce vocales del Consejo que luego eligen a los miembros del Supremo y presidentes de tribunales superiores y salas. ¡Y si me apura cuando tengamos nuestro propio presupuesto independiente que administrar!

-¡Oigan, pero ustedes quieren proclamar el Ikea judicial! Disculpen pero… esa sería la república independiente de los jueces y, la verdad, le veo un encaje regulero en el concepto de democracia occidental. Perdonen, los belgas tenemos nuestras cosas, pero aún conservamos cierta lógica ¿Quieren decirme en serio que desean ustedes a través de sus asociaciones gremiales crear las listas de candidatos, votarlos, investirlos y que estos nombren a aquellos de entre ustedes que juzgarán a sus propios compañeros y que controlarán los actos gubernativos del propio Consejo y del Gobierno y hasta del Legislativo? Didier está sudando. Es un caballero. Hace un leve gesto para extraer un inmenso mouchoir y restañarse un poco la decencia en su frente perlada. 

-¡Sí, señor! ¡Queremos que se cumpla de una vez lo que dice Europa!

-¿Europa? No sé cuando dijo Europa tal cosa. Se lo preguntaré, no lo duden…

GRECO, el Consejo de Europa…

-Pero eso no es la Unión Europea y bien lo saben.

-¡Da igual! Europa dice en su nombre… 

-¡Da igual! -contesta ya azorado Didier- ¡Es ese mismo órgano al que ningunean e insultan cuando les dice que se han pasado muchos pueblos con “les catalans”!

-¡Anticonstitucional!, ¡Anatema!

-Oiga, que yo soy belga, no me joda. Y, ya que estamos, volvamos a lo mollar. ¿No han pensado en exigirles decencia a sus colegas? Quiero decir, que si todos sienten que están instrumentalizados por los deseos de quienes les nombran porque quieren seguir medrando y ascendiendo ¿no deberían pedirles cuentas por ello? La independencia es un valor personal. Los poderes públicos, y el CGPJ como máximo valedor, están llamados a proteger ese íntimo y personal esfuerzo. ¡No me jodan con que no hay independencia porque los jueces se vuelven sumisos cuando les nombran y que para solucionar eso hay que cambiar al nombrador! Verán, soy belga pero no tonto. 

-Si lo hiciéramos jueces con jueces, los políticos no podrían meter mano y nadie tendría que proteger la independencia como un héroe…

-Tendrían que protegerla de ustedes, sus colegas que se las gastan finas y, por otra parte, ¿dónde entra ahí la soberanía popular? ¿Pretenden ser los grandes controladores sin que nadie les controle y sin que nadie -ni gobierno, ni legislativo, ni prensa, ni los propios jueces- se escapen de su poder omnímodo?

-¡Polonia! ¡Hungría!

-¡Los Tercios de Flandes!, mire que a decir chorradas no me ganan ustedes ni nadie. Por cierto, acabo de hablar hace un rato con sus colegas de izquierdas y, más allá de que creo que se han plegado a lo de todo para el juez pero sin el pueblo… lo que me refuerza la cuestión gremial ¡lo que me hablan es de una negativa de un partido concreto a cumplir la ley! ¿Qué tienen que decir a eso? Sus colegas lo que quieren es que se cumpla la ley actual. ¿No deberían estar ustedes en esa posición y luego, si es caso, pelear sus demandas?

Didier se va viniendo arriba, se toca con tiento la cabeza por ver si le ha manado una peluca blanca tras esta última frase triunfal.

-Nosotros no vamos a meternos con esa postura. Es plenamente incongruente no solo con lo que ha manifestado el PP sino también con lo que ha hecho siempre pero ¿qué quiere que le diga? En confianza, nos viene de pinga. Eso y el lío que se ha formado en la opinión pública que está totalmente asediada por mensajes medio falsos medio manipulados. ¡Es nuestra hora! ¡Nunca vamos a tener esta coyuntura tan preciosa para conseguir nuestros objetivos! Ya no somos tontos, comisario, somos jueces hijos de nuestro Twitter y nuestro Instagram, es decir, de nuestro tiempo. ¿Qué más da lo que nos objeta? Somos los jueces y estamos unidos para presionar. ¡Queremos lo nuestro y le venimos para que presione a nuestro gobierno para dárnoslo!

Las caretas caen sobre el suelo. 

Didier las ve desprenderse con horror. Quedan los rostros. Les gueules. Las jetas, los caretos, que se diría en un español que cada día cree dominar mejor, aunque no lo haya confesado. 

Ceremoniosamente reconduce la despedida al tono institucional. 

¿Qué sabrán ellos de Hungría y de Polonia, de sus purgas de jueces, de sus leyes que los expulsan de sus puestos? ¿Qué sabrán?

Los acompaña a la puerta. 

¡Qué malos tiempos estos en los que los llamados a proteger los derechos solo piensan en asentar sus privilegios! 

En la antesala esperan el lobby contrario a la siembra de tulipán en Holanda. 

Didier deja el pañuelo y se pone una flor en el ojal. 

Le plat pays qui est le sien. 

*El lunes a las 11 el comisario de Justicia europeo, Didier…., recibe a una comisión de Jueces para la Democracia. A las 13 recibe conjuntamente a la Asociación Profesional de la Magistratura, la Asociación Judicial Francisco de Vitoria y el Foro Judicial Independiente. Cualquier parecido con la realidad es buscado.