Jugamos con cartas marcadas. Nos sentamos a la mesa y pretendemos que es un juego legal y decente pero todos sabemos que las cartas están marcadas. Se nos imponen unas reglas que en la mayoría de los casos solo nosotros debemos cumplir. Se nos dice que todos estamos en igualdad de condiciones mientras vemos cómo al jugador de nuestra izquierda se le caen los ases de la manga y el jugador de nuestra derecha le guiña un ojo al Crupier. Y lo peor es que debemos actuar como si el juego fuera limpio.
Jugamos con cartas marcadas. Imaginemos por un momento que Ada Colau hubiera estado cargando el cuidado de su padre con problemas de salud al erario público mientras retrasaba el dinero que debía dar a otras personas con familiares dependientes. Pensemos por un momento las horas y horas de radio, editoriales en prensa escrita e informativos de televisión que abrirían pidiendo la dimisión de la alcaldesa. Es fácil hacer ese ejercicio. Y sin embargo el caso es mucho peor porque quien ha cometido semejante abuso es, ni más ni menos, que el presidente del gobierno. Y el silencio al respecto es ensordecedor.
Jugamos con cartas marcadas. El expresidente Aznar cobraba comisiones a Abengoa por conseguirle negocios en la Libia de Gadafi. El rey de España estrecha la mano de su homólogo Saudí, responsable de una de las más tiránicas dictaduras del mundo, con quien nuestro país tiene excelentes relaciones. Un juez dice que el PP se financió de forma irregular durante 18 años, Rajoy se subió el sueldo mientras recortaba salarios en los peores momentos de la crisis y aplicaba una reforma laboral que abarataba el despido. La sede del partido del gobierno se financió presuntamente con dinero negro, el PSOE robó millones y millones destinados a los ERE en Andalucía. Correa nos explica cómo el PP cobraba comisiones a empresarios de la construcción a cambio de otorgarles licencias de obras; cientos de millones en una putrefacta simbiosis entre política y empresa.
Se ha recortado en educación, en sanidad, en becas de comedor para los más necesitados. Se han reducido las becas universitarias y se han encarecido las tasas. La connivencia entre justicia y partidos es vergonzosa, jueces próximos al partido en el gobierno juzgarán sus casos de corrupción. Las televisiones públicas colocan a directivos cada vez más afines y en ocasiones no se distingue promoción de información; la censura aparece ya denunciada por los propios trabajadores de los entes públicos. La Banca es la principal accionista de la mayoría de los medios de prensa impresa y por lo que leemos (y lo que dejamos de leer) está claro que donde manda patrón...
Hemos visto impuestos al Sol, leyes mordaza, insultos constantes a las víctimas del franquismo. Hemos visto cómo parar un desahucio se convertía en un delito con multa de hasta 60000 euros y a Blesa reírse de nosotros mientras quedaba impune. Hemos visto a la Fiscalía pedir la absolución de corruptos y cárcel para sindicalistas o tuiteros. Hemos visto a casi todos los tesoreros del PP imputados y a CDC llevarse el 3%. Hemos visto dar dinero público a empresas privadas para que gestionen hospitales públicos gastando más que antes. Hemos visto Púnicas, Pokemons, Gürtel, ERE, cursos de formación. Hemos visto a la Guardia Civil disparar a náufragos, 16 muertos y al ministro del Interior mentir con notoriedad y alevosía. Hemos visto concertinas en el sur y genuflexiones en el norte. Hemos visto a la hermana del rey no saber nada de lo que firmaba y a los preferentistas estafados debiendo saberlo todo.. y la lista podría seguir y seguir.
El desprecio a los ciudadanos y a las supuestas reglas del juego es inagotable. Jugamos con cartas marcadas, mientras debemos dedicar días y días a demostrar que la flor que arrancó la alcaldesa de Madrid no estaba protegida o que Pablo Iglesias no vive de Venezuela o que Garzón no arruinaría las cuentas públicas.
Pero todo eso con ser insoportable ni siquiera es lo más importante, no es lo determinante. Jugamos con cartas marcadas porque el juego en realidad es otro. El poder no reside donde nos dicen, miramos una pantalla mientras la realidad se dilucida en otra habitación. Aquellos que realmente gobiernan no se presentan a las elecciones. Desde sus grandes corporaciones condicionan y presionan a los representantes electos para que legislen a favor de sus intereses. Ellos dibujan el tablero de juego, determinan las leyes y deciden los jugadores.
La gran Banca provocó una crisis global de gigantescas proporciones y ellos mismos han salido reforzados de todo este desastre. Ministros salidos de los grandes grupos financieros ocupan las principales carteras de economía en gran parte de Europa. Y son la primera línea de batalla en una guerra contra los pobres, las clases medias y los restos del Estado del Bienestar.
Jugamos con cartas marcadas. Y si pretendemos cambiar las reglas, si pretendemos atender a los más necesitados y recuperar la economía, rompen la baraja y nos echan de la mesa como ha pasado en Grecia. Porque no se trata de recuperar la economía, se trata de que algunos sigan ganando a costa de otros.
En España uno de cada tres niños vive bajo el umbral de la pobreza. El 27,3% de la población está en riesgo de pobreza y exclusión social (esto es cerca de 12,8 millones de españoles) de los cuales 3,3 millones están en situación extrema. El porcentaje de trabajadores pobres asciende al 14%. Un 11% de los Españoles no pueden calentar su casa. Un 12% no pueden afrontar los pagos de su vivienda. En España se producen cerca de 100 desahucios al día. La tasa de paro es del 22,37% esto significa 5.149.000 desempleados. La tasa de paro juvenil se sitúa en el 49% teniendo cuatro regiones españolas el récord de paro juvenil de Europa. Hay 1.570.000 hogares sin ningún miembro trabajando, de los cuales más de 700.000 no cobran prestación alguna...
Y sin embargo en estos meses de campaña electoral se hablará de banderas, patrias, pulseras y recuperación.
Jugamos con cartas marcadas pero a pesar de todo, la partida hay que jugarla y hay que intentar ganar. Y como no tenemos dinero para sobornar al crupier ni poder para escoger las cartas nuestra única baza es la gente. Nuestra única baza es organizar desde abajo una gran marea de “nadies” y ser muchos, muchos, realmente muchos para ponernos todos juntos al lado de nuestros jugadores.