Se denomina Mancha Húmeda a una serie de lagunas naturales existentes en La Mancha, en las provincias de Albacete, Cuenca y Ciudad Real, entre las que destacaba por su gran extensión las Tablas de Daimiel, en la confluencia de los ríos Cigüela y Guadiana. Este complejo lagunar albergaba una fauna rica y variada, especialmente de aves ligadas a los humedales. Y de hecho las Tablas de Daimiel eran visitadas hace más de un siglo por el rey Alfonso XIII para cazar aves acuáticas.
Con el fin de garantizar la protección de sus valores naturales, en 1973 se declaró el Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel. Sin embargo, entre la segunda mitad de los 70 y los 80, se produjo un gran desarrollo y expansión del regadío en La Mancha, que obtenía mayormente el agua del subsuelo mediante pozos.
A consecuencia de ello, bajó ostensiblemente el nivel del agua en el acuífero, y una buena parte de las lagunas que conformaban la Mancha Húmeda se secaron, y las propias Tablas de Daimiel quedaron reducidas a la mínima expresión, con el consiguiente impacto sobre la gran población de aves acuáticas que la poblaban. Resultaba escandaloso que un parque nacional, a los 10 años de su declaración, se destruyese de esa manera a causa de la acción humana, pues la bajada del nivel freático se produjo de forma brusca, en tan solo unos pocos años. Por ello, la administración central ha intentado solucionarlo, pero con muy poco éxito, al no conseguir reducir los regadíos ya existentes, y que eran la principal causa del desastre ecológico que se había producido. En los años más secos optaron por añadir agua a las Tablas de Daimiel, procedente del trasvase Tajo-Segura. Pero esta medida, aparte de la evidente artificialización que ello supone, transformando las Tablas en poco más que un estanque, tampoco resultó eficaz, pues se sigue extrayendo la misma o más agua de los pozos, de forma legal o ilegal, y por tanto se sigue afectando al nivel freático del acuífero. De hecho, el agua del trasvase que se le ha aportado, de manera indirecta ha ido a parar a los regadíos de su entorno, que se abastecen de agua del subsuelo a través de pozos.
Cuando entró en funcionamiento la depuradora de aguas residuales (EDAR) del municipio de Daimiel, ésta vertía sus aguas a la laguna de Navaseca. Esta laguna, de tan sólo unas cuantas hectáreas de superficie, mantenía el agua de manera permanente gracias a la depuradora. En su entorno y orillas empezó a crecer vegetación arbustiva propia de humedales, y poco a poco numerosas especies de aves empezaron a poblarla. En la segunda década del presente siglo pasó a ser una de las lagunas de mayor interés ornitológico de lo que quedaba de la Mancha Húmeda. Albergaba gran cantidad y variedad de especies de aves, contando con la presencia de algunas especialmente escasas en nuestro país, como el porrón pardo o la malvasía. En cuanto al primero, fue uno de los pocos lugares de España donde criaba, y en lo que a la malvasía se refiere, llegó a albergar concentraciones de más de un centenar de individuos. También habitaban otras especies de bastante interés, como el calamón, rascón, flamenco, morito, fumarel cariblanco, zampullín cuellinegro, tarro blanco, bigotudo, buscarla unicolor, pájaro moscón, carricerín real, carricero común, carricero tordal, aguilucho lagunero, limícolas de diferentes especies, y otras muchas más aves propias de humedales. Además, acudían a beber con regularidad algunas aves esteparias especialmente interesantes, como son las gangas.
De hecho, no era raro cuando visitabas la laguna el observar más de cincuenta especies distintas en tan sólo un par de horas. La laguna se convirtió en unos años en un auténtico paraíso para las aves, sustituyendo a pequeña escala lo que algunas décadas atrás habían sido las Tablas de Daimiel.
El Ayuntamiento de Daimiel fue consciente de ello, y mantuvo la limpieza en la laguna, estableciendo un camino perimetral, así como varios observatorios de aves con paneles informativos, facilitando así su uso y disfrute por parte de los visitantes.
Sin embargo, este paraíso para las aves parece que sólo va a durar unos pocos años. En su entorno se han abierto numerosos pozos de donde se saca gran cantidad de agua para el riego de viñedos y olivares en intensivo. Dichos pozos captan del subsuelo el agua que va a parar a la laguna procedente de la depuradora de aguas residuales. A consecuencia de ello, el nivel de agua de este humedal ha bajado, manteniéndose inundada en esta primavera tan sólo el 20% del vaso de la laguna. Y ello no es debido a la falta de lluvias, pues el aporte de agua de la depuradora se produce de manera constante, con independencia del régimen de precipitaciones. Dichos pozos están literalmente “absorbiendo” el agua de la laguna de Navaseca.
A consecuencia de ello, una buena parte de las aves que habitaban en la laguna han tenido que abandonarla, en busca de otros humedales donde poder vivir. Y aunque todavía cuenta con bastantes aves, su número y variedad de especies disminuye mes a mes. Mucho nos tememos que la tendencia va a continuar, y que en muy poco tiempo el paraíso para las aves que era Navaseca, pase a ser un simple recuerdo.
La historia en este caso desgraciadamente se repite. Está ocurriendo a menor escala lo que pasó en las Tablas de Daimiel. La causa, la voracidad de un regadío que no para de crecer, con el apoyo explícito del Gobierno de Castilla-La Mancha, un ejecutivo desarrollista y carente de cualquier tipo de sensibilidad ambiental, que considera al agua tan solo como una simple materia prima. Y que para el medio natural no dejan ni siquiera las aguas residuales.