Tres meses antes de que comenzara la Guerra Civil española, Llorenç Vidal nació en Mallorca. Era 1936. El bebé creció en tiempos de guerra, en una época donde el sonido de los bombardeos era común, la comida escaseaba y la esperanza se perdía. Su madre y él vivían en una zona nacional, pero su padre estaba en Barcelona, en zona republicana. Los años de la guerra apenas comenzaban. Hasta los tres años, el niño vivió en tiempos bélicos.
Llorenç Vidal, maestro, pacifista y poeta, dijo en una entrevista que los sobrevuelos y bombardeos de los aviones eran tan cotidianos para él, que su primera palabra no fue el común 'mamá' o 'papá' de cualquier bebé. Fue una onomatopeya, 'uuuuu…', el bebé repitiendo el ruido que hacían los aviones al pasar.
Aquellos primeros años pasó poco tiempo bajo techo. Su madre pensaba que durante el día era mejor no estar en casa: en cualquier momento podía haber un bombardeo que hiciese que el techo les cayese sobre la cabeza. Así que pasaban todo el día a la sombra de un algarrobo de una finca. Para llegar, tenían que caminar media hora desde el pueblo. Fue el refugio familiar mientras España estaba en guerra. Cuando aquel niño creció y se convirtió en poeta, escribió un verso para ese algarrobo, para agradecerle el cobijo en aquellos años.
Garrover ample,
fores nostro refugi
durant sa guerra.
Algarrobo amplio
fuiste nuestro refugio
mientras la guerra.
Llorenç Vidal estudió y se convirtió en maestro. Y se le ocurrió, allá por los años sesenta, celebrar el Día Escolar de la Paz y la No Violencia. Un día para pensar en cómo evitar las injusticias y la maldad. ¿Qué fecha escoger? La del asesinato del líder pacifista indio Mahatma Gandhi -30 de enero- y en 1964 comenzó a conmemorar el día soñado.
Pensemos en la época. Los años sesenta fueron un tiempo en el que acosar a un compañero era normal. Insultarlo. Vapulearlo. Pegarle. Todo eso podía ocurrir en el patio, a la hora del recreo. Era una época en la que esto era lo 'normal', porque 'así son los niños'. El profesor Vidal no se conformó con pensar que la agresión era lo natural en la infancia y llegó con su idea muy bonita, quizás utópica: tener un día para recordar la importancia de sembrar en la mente de los niños la semilla de la no violencia.
¿Cómo crece un hombre cuyos primeros recuerdos son de la posguerra? En el caso del profesor Vidal, creció para intentar, desde las aulas, prevenir las guerras. Desde que comenzó a celebrarse el Día Escolar de la Paz y la No Violencia hubo cambios en la forma de abordar la educación infantil. Y hoy el acoso escolar es reconocido como un problema y en varias escuelas se trabaja en la prevención de las agresiones entre compañeros.
Hoy, en millares de escuelas alrededor del mundo se hablará sobre la tolerancia, la solidaridad, la concordia y el respeto a los derechos humanos. Las escuelas son el primer lugar donde encontramos a personas que piensan distinto y viven diferente y deben ser el laboratorio para aprender a convivir con el otro: el que no piensa igual, el que come distinto, el que habla diferente. Una educación en la que se cultive el respeto, el debate y la búsqueda de consensos, formará ciudadanos comprometidos con los derechos ajenos, personas críticas que conseguirán resolver los problemas sin necesidad de recurrir a los gritos o a los golpes.
Este 30 de enero es el #DíaEscolarDeLaPazyLaNoViolencia. Más de treinta años después de que el profesor Vidal empezara a celebrar la fecha, la Organización de las Naciones Unidas la reconoció y se juntó a la celebración. En la página web de UNICEF hay una lista de actividades que las escuelas y colegios pueden realizar hoy. Entre ellas está la “Vacuna del buen trato”, una fórmula que cada grupo escolar debe encontrar para combatir el acoso escolar.
El mensaje del profesor Vidal ha germinado. Una persona puede comenzar a hacer la diferencia. Esa es la lección que me dejó conocer la historia del profesor Llorenç Vidal.