Tras más de año y medio de negociaciones, se vislumbra una próxima ley propuesta por el PSOE que despenalizaría la eutanasia y el suicidio asistido. Tras rechazar el Congreso la enmienda total propuesta por el PP hace casi un mes, la comisión de Justicia se encontraba debatiendo los detalles de esta ley como paso previo a un texto definitivo que saldría a votación. Tras varias enmiendas, el Congreso ha cerrado por consenso el esqueleto fundamental de la futura ley. Así, a principios de 2019, la Ley de derechos y garantías de la dignidad de la persona ante el proceso final de su vida (más conocida como la Ley de muerte digna) será una realidad.
Esta iniciativa sobre la eutanasia cuenta con el apoyo de un gran porcentaje de la población española. De hecho, según una encuesta de Metroscopia realizada el año pasado sobre muerte digna, ante la pregunta “¿Debería tener derecho un enfermo incurable a que los médicos le proporcionaran algún producto para poner fin a su vida sin dolor?” un 84 % de los españoles respondían afirmativamente. Además, una reciente encuesta realizada por el Colegio de Médicos de Bizkaia reveló que más del 86% de los facultativos encuestados se posicionaba a favor de regular la eutanasia por ley.
A pesar de que se suelen mezclar varios conceptos al hablar de muerte digna, la eutanasia y el suicidio asistido son, en realidad, dos procesos muy diferentes. En el suicidio asistido es la propia persona afectada por una enfermedad incurable la que realiza la acción para terminar con su vida y, para ello, se proporciona ayuda a esta persona para conseguir dicho fin. En la eutanasia activa, la persona que busca el fin de su vida por sufrir una enfermedad incurable solicita a otras que realicen dicho acto.
En la actualidad, los únicos países del mundo en los que la eutanasia activa es legal son Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Canadá y Colombia. Por otro lado, el suicidio asistido es legal en Suiza, Alemania, Holanda y algunos estados de Estados Unidos. También será legal a mediados de 2019 en el estado australiano de Victoria tras su aprobación en el Parlamento el año pasado. Debido a la elevada complejidad del tema, la legislación de cada país presenta detalles diferentes con respecto a los demás, lo que termina desembocando en situaciones controvertidas y complicadas.
Polémico fue el reciente caso de la maquilladora canadiense Audrey Parker que tuvo que adelantar su muerte por eutanasia para cumplir con la ley, aunque quería vivir hasta Navidad. ¿Por qué? La legislación de su país establece que para recibir asistencia médica para morir son necesarios dos pasos previos. El primero, que la petición sea aprobada anteriormente por dos médicos y, segundo, que la persona que lo solicite de forma definitiva tenga que estar consciente y lúcida en el momento del consentimiento final.
Aunque, en principio, la intención tras esta norma era buena, pues se busca la protección de las personas en situación de vulnerabilidad, ésta ha desembocado en situaciones dramáticas como el caso de Parker. Dado que, en muchas ocasiones, no es posible predecir en qué momento de la enfermedad los pacientes van a dejar de ser conscientes y lúcidos, estas personas se ven en la tesitura de decidir si adelantar sus muertes o no para cumplir con la ley. Por el momento, el Gobierno de Canadá ha recibido numerosas peticiones públicas para reformar la ley en ese sentido y éste ha encargado un informe a expertos para finales de año.
Otro detalle especialmente polémico de las leyes sobre la eutanasia es la existencia de limitaciones o no para practicar la eutanasia a menores de edad y enfermos mentales. En ese sentido, Canadá, por ejemplo, no contempla dicha posibilidad pues para solicitar la eutanasia es necesario tener como mínimo 18 años y ser competente mentalmente. Lo mismo ocurre en otros países como Luxemburgo donde es ilegal practicar la eutanasia en menores de 18 años.
Por otro lado, en países como Colombia, Bélgica y Holanda sus leyes contemplan la posibilidad de practicar la eutanasia en menores. No obstante, eso sí, bajo circunstancias muy delimitadas y claras. En el caso del país sudamericano, sólo puede practicarse la eutanasia a niños de 6 o más años que padezcan una enfermedad terminal, con sufrimiento constante, insoportable y que no pueda aliviarse. Por otro lado, en Holanda, la eutanasia de niños por debajo de los 12 años es técnicamente ilegal. Sin embargo, en la práctica, si los médicos siguen el protocolo de Groningen, los fiscales se abstienen de perseguirlos y acusarlos. ¿En qué consiste este protocolo? Se trata de un protocolo médico diseñado conjuntamente entre fiscales y médicos en el que establecen 4 criterios imprescindibles para realizar la eutanasia en niños sin consecuencias legales (aunque sea ilegal): Presencia de un sufrimiento insoportable y sin esperanza, consentimiento de los padres para finalizar la vida del menor, consulta médica previa y examen cuidadoso del proceso de eutanasia.
En cuanto a la eutanasia en menores, Bélgica es el único país del mundo en dónde la eutanasia en niños no posee ninguna restricción de edad desde el año 2014. Dicha medida fue y es muy polémica en el país belga, pues un sector de la población crítica al respecto argumenta que grupos vulnerables como los niños pueden sentirse presionados o inducidos para buscar la muerte. Además, a determinadas edades ni siquiera son conscientes de lo que significa la muerte y depende de la madurez cognitiva de cada niño el momento en el que comprende dicho concepto. Por el momento, oficialmente, los niños más jóvenes en el mundo a los que se les ha practicado la eutanasia legalmente contaban con 9 y 11 años y residían en Bélgica.
Otro aspecto extremadamente polémico de las legislaciones sobre eutanasia es sobre si debería aplicarse en casos en los que no existe una enfermedad incurable. Por ejemplo, en personas que consideran que ya han vivido bastante o que sufren una enfermedad que no supone un riesgo de muerte ni es irreversible. En el caso de Bélgica, por ejemplo, es legal la eutanasia de pacientes que sufren trastornos psiquiátricos o demencia bajo condiciones muy estrictas, aunque es una práctica muy controvertida.
En Holanda, la legislación es similar al respecto. El reciente suicidio asistido por médicos de Aurelia Brouwer, que tenía 29 años y no padecía ninguna enfermedad mortal ha despertado el debate en los Países Bajos. Brouwer padecía ansiedad, depresión, trastornos de la alimentación y psicosis. Tras varios intentos de suicidio por ella misma, solicitó el suicidio asistido amparándose en la ley establecida en el año 2002, que permite poner fin a la vida por un “sufrimiento insoportable” y sin esperanza de alivio. Según voces críticas, el caso sienta un peligroso precedente para las personas afectadas por trastornos mentales que contemplan poner fin a sus vidas y no son capaces de ver esperanza en su situación, pese a que, objetivamente, exista tratamiento y posibilidades de superar dicho trastorno.
Aunque parece que la eutanasia es una práctica que va siendo poco a poco más aceptada a lo largo del mundo, marcar los límites de esta práctica sigue siendo particularmente complicado y polémico. No es de extrañar que cada país, siguiendo su idiosincrasia, se decida por unas líneas rojas más o menos amplias. En un tema con tantas aristas como la eutanasia, no existen respuestas sencillas ni rotundas.