Listillos de clase

  • Resulta que al mismo José Ignacio Wert que decía que era “un portento de humildad” y que “lo urgente hoy es ahorrar”, le pagamos 500 metros cuadrados de residencia por casi 11.000 euros al mes

Este es un mensaje para quienes nos dijeron que todos teníamos que ajustarnos el cinturón. Es un recordatorio para los que nos “martillearon” con que había que recortar (hacer reformas le llamaban). Es para esos que, todavía hoy, repiten que tenemos que ser austeros. Disculpen si he visto que, mientras hay familias que no tienen para llegar a fin de mes al comienzo del curso, ustedes siguen sin explicar por qué tenemos que pagarle la vidorra padre en París a quien era el ministro peor valorado de España y a su señora. Los dos, José Ignacio Wert y quien era su número dos en el ministerio, Montserrat Gomendio, llevaron a cabo algunos de los recortes más duros en nuestro sistema del bienestar. Ambos invitan estos días a una recepción en la Embajada en Francia, sin que, ni Rajoy, ni Margallo, ni “el Excmo. Sr. Embajador” ante la OCDE “y la señora de Wert” (como reza la tarjeta) nos hayan explicado aquí los méritos para su nombramiento.

El exministro fue premiado como Embajador de España ante la Organización para la Cooperación y el Desarrollo el pasado 31 de julio. No piensen mal ustedes si coincidió con el despiste de la operación salida de vacaciones. Tampoco sean malpensados si, el mismo mes, Wert se había casado con quien era la Secretaria de Estado y en junio se había convertido en Directora Adjunta de Educación también para la OCDE en París. Hay familias que pagan los recortes en la vuelta a clase y, ahora, también tienen que pagar el retiro dorado de quienes les recortaron. Rajoy demuestra con el premio sin explicar a Wert que la crisis va por barrios.

Resulta que al mismo José Ignacio Wert que decía que era “un portento de humildad” y que “lo urgente hoy es ahorrar”, le pagamos 500 metros cuadrados de residencia por casi 11.000 euros al mes, con servicio, chófer y un sueldo mensual de unos 10.000. Más o menos la misma calderilla que cobra su esposa. ¿Este es el mensaje que enviamos a los jóvenes en el comienzo de las clases? ¿Dónde están los méritos de quien consiguió el rechazo de toda la comunidad educativa? ¿Y qué película pueden contarle al mundo de la cultura, machacado por su subida del IVA de hasta el 21%? Si este señor fue el ministro con peores notas, lo normal hubiera sido que se hubiera ido a su casa. Y si quiere vivir en París con su señora, seguro que se lo puede pagar de su bolsillo. ¿O acaso debes partirte el lomo estudiando una carrera y tener que irte fuera de España a buscar trabajo, mientras ves que Wert suspende estrepitosamente como ministro, pero se convierte en refugiado de lujo en la ciudad del amor a costa del erario público?

La oposición denuncia que, en lo que va de este último año de la legislatura, el ministro de Exteriores, García-Margallo, ha impulsado el nombramiento de 38 nuevos representantes diplomáticos. Hace meses que hay solicitadas en el Congreso varias comparecencias para explicarlo. Wert decía que es “como un toro bravo, que se crece con el castigo”. Él o Rajoy tienen ahora una buena ocasión para demostrarlo. Pueden responder a los que llevan tiempo lamentado las puertas giratorias hacia empresas privadas de algunos de nuestros políticos o ven casos, como este del ex ministro, en los que ni se espera a que acabe la legislatura para poner el puestazo con dinero público a buen recaudo.

Es seguro que habrá estos días miles de familias que afrontan el comienzo de curso sin poder escaquearse ante sus hijos, cuando les piden para el comedor, los libros o ya habrán sufrido antes por el recorte de becas o la subida de tasas universitarias. Ellos no pueden escurrir el bulto y tienen que dar la cara. ¿A qué se refería Wert cuando recortaba y decía que “se están pidiendo muchos sacrificios a mucha gente y evidentemente siempre procuramos que sean lo más repartidos que sea posible”? Aquí el que reparte se lleva la mejor parte. Hace tiempo que aprendimos que los niños no los trae la cigüeña de París.