Este año la canción del verano no se ha hecho esperar. Ya tenemos estribillo pegadizo para corear en las próximas semanas en ruedas de prensa, cumbres, consejos de ministros y universidades de verano. Venga, todos a la pista, cantemos juntos: “lo peor de la crisis ya pasó, ya pasó, ya pasó…” Solo le falta un bailecito simpático, agitando un pañuelo para decir adiós a la crisis y levantando el pulgar.
La canción del verano la bailan todos: Rajoy (“lo peor ha pasado, hay motivos fundados para la esperanza”), Montoro (“estamos en el principio del fin”), Guindos (“estamos dejando atrás la recesión”), la patronal (Rosell: “el primer asomo de la anhelada recuperación”; y Feito: “la recuperación está en marcha y no la puede parar ni el gobierno”), banqueros como Fainé (“ha llegado la hora de aceptar el optimismo”), y el mismísimo gobernador del Banco de España, que suele ser un tipo serio y de poco cantar, pero que ayer se arrancó en el karaoke del Congreso: “la peor fase de esta segunda recesión ha quedado atrás.” Olé.
Es pegadiza, lo reconozco, y todos tenemos ganas de canturrear algo más alegre que la habitual balada tristona. Lo que pasa es que esta canción del verano suena vieja, a ya oída demasiadas veces. Y en efecto, aunque le cambien un poco la música para disimular, es la misma que llevamos escuchando desde hace cinco años.
En 2009, por ejemplo, el entonces gobierno se arrancó a cantar y bailar, encabezado por Zapatero, que parece ser el autor original del “lo peor de la crisis ya ha pasado”. Lo repitió varias veces en 2009, añadiendo que la recuperación llegaría en 2010 y se consolidaría en 2011. “No contemplo ningún escenario de recaída”, remató el visionario presidente.
El mismo mensaje lo repitieron en aquel 2009 varios ministros socialistas, y hasta el entonces gobernador del Banco de España, Fernández Ordóñez, que en octubre de 2009 aseguraba que “la fase más aguda ya ha pasado, viene una recuperación lenta y moderada”. Por la misma fecha todo un presidente del BCE, Trichet, la cantaba con acento francés: Europa estaba “en un punto de inflexión”, desde el que solo podía ir hacia arriba.
Pocos meses después, en mayo de 2010, nos dieron el revolcón del que todavía no nos hemos recuperado. Y pese a ello, el siempre positivo gobierno del PSOE seguía cantando bajo las bombas: la vicepresidenta económica, Elena Salgado, tarareaba el mismo estribillo de “lo peor ya ha pasado” en julio de 2010; y el entonces candidato Rubalcaba lo entonó a pleno pulmón al verano siguiente, 2011.
Tampoco es la primera vez que Rajoy y los suyos lanzan el mensaje optimista, aunque lo suyo es más bipolar: una semana nos animan y otra nos hunden; una semana nos prometen salir pronto y la siguiente nos condenan a una década por los suelos. Esta vez sí parece que la han cogido con ganas, y confían en que la semana que viene, en la cumbre europea, el resto de líderes se sume al coro y canten todos juntos, con mecheros en alto: lo peor ya pasó, ya pasó, ya pasó…
De tan vieja la canción, tantas veces oída, habría que versionarla y decir más bien que “lo peor de la crisis ya ha pasado… otra vez”. Porque desde 2008 no hemos hecho otra cosa que pasar lo peor de la crisis.
El problema, habitual en las canciones del verano, es que nadie las escucha hasta el final, nos quedamos en el estribillo. Y lo interesante de verdad viene luego: tras el simpático “lo peor ya ha pasado”, suele venir la mala noticia: lo peor ya ha pasado… pero para que termine de pasar del todo hacen falta más esfuerzos, más recortes, más reformas.
Presten atención a todos los que estos días cantan sonrientes, y comprobarán cómo a continuación añaden que para consolidar esa tímida recuperación y no recaer hace falta acelerar las reformas pendientes y profundizar las ya iniciadas, darle otra vuelta a la reforma laboral y meterle mano a las pensiones, no desviarse del camino iniciado, no bajar la guardia, mejorar la productividad, la competitividad, la flexibilidad y otras cosas acabadas en –idad (para que rime bien la canción).
Ahí es cuando la canción del verano acaba pareciendo lo que en realidad es: unas palmaditas en la espalda para que sigamos encajando lo que todavía nos espera, que es mucho y largo. Ánimo, campeones, que ya salimos, que ya queda menos, aguantad un poquito más, que lo peor ya pasó, ya pasó, ya pasó. ¡Chimpón!