Lula, de suelto a libre

16 de abril de 2021 21:57 h

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Desde que salió de la prisión en Curitiba, Lula nunca dijo que estaba libre. Decía que estaba suelto. Desde hace un mes, cuando un juez del Tribunal Supremo Federal, Edson Fachin, emitió una decisión que anulaba las condenas, el expresidente empezó a quedar libre. Él recuperaba sus derechos políticos, pero quedaba todavía la decisión definitiva del pleno del Supremo.

Es un pleno formado por 11 jueces, sobre cuya decisión se estuvo toda la semana especulando sobre el voto de cada uno. Lo único seguro era que el juez recién nombrado por Bolsonaro votaría en contra de Lula.

La reunión empezó el miércoles, con una cuestión previa sobre si el proceso debía realmente votarse en el pleno del STF o si debía ser votado en un grupo del Supremo, que ya había decidido a favor de Lula. Esa votación fue en contra del criterio de los abogados de Lula, que querían que se diera dentro del grupo. Con ello se creó una tensión respecto a la votación del día siguiente.

La derecha puso todo su empeño en esa decisión, conforme ha ido quedando claro en cada nueva encuesta que se hace pública, el apoyo a Lula y en contra de Bolsonaro – en la última, la diferencia a favor de Lula en segunda vuelta fue de 52 a 34, con 18 puntos de diferencia. Mientras que todos los otros quedaron 7 puntos por debajo. Esto es, Bolsonaro tiene todavía un caudal de votos muy superior a otras eventuales alternativas. Hay conciencia en la derecha de que solo podrían derrotar a Lula en caso de que pudieran reimponer la judicialización de la política. Cuanto más democrática sea la elección, más favorito se vuelve Lula para ser elegido como nuevo presidente de Brasil en las próximas elecciones – que regularmente se celebrarían en octubre del 2022.

La decisión del tribunal, por nueve votos a dos a favor de Lula, es decir, de confirmar la falta de inserción de Sergio Moro para juzgar a Lula, aleja cada vez más cualquier intento de reimposición del lawfare. Siempre habrá recursos a otras instancias, pero nadie más cree que Lula no será candidato, ni tampoco que pueda ser derrotado.

Lula se mantuvo cauto, como siempre, después de las decisiones absurdas del poder judicial en su contra. Fue encarcelado, condenado, e imposibilitado para ser candidato. Pero hoy Lula está más interesado y confiado. Llamó y pude darle un abrazo. Como siempre, contento, pero preocupado con que los culpables de todo los procesos sin prueba contra él, que lo llevaron a estar 582 días preso y sin poder ser candidato a la presidencia de Brasil en 2018, sean procesados, juzgados y condenados.

Finalmente, Lula no está solo suelto; está libre.