Después de un obligado período de reflexión, y con el condicionante propuesto por el Grupo Municipal Socialista de que no se realizaría ningún gasto importante (esto afectaba tanto a la inversión en instalaciones como a la promoción de la Candidatura Madrid 2020, que no debería superar el 50% del coste empleado en Madrid 2016) hasta conocer la decisión del Comité Olímpico Internacional, Madrid en julio de 2011 se prestó a disputar esa carrera de fondo que es la organización de los Juegos del año 2020. Y ahora que estamos a escasos pasos de lo que será el momento decisivo –saber si asumiremos o no toda esa enorme responsabilidad- conviene recordar los motivos que nos llevaron a apoyar, desde el primer momento, la candidatura de Madrid y, con ello, reiterar nuestro convencimiento en que fue una decisión acertada.
Es evidente que unos Juegos Olímpicos sitúan a la ciudad organizadora en el centro de la atención mundial durante varios años. Le prestan un valor adicional que, correctamente encauzado y gestionado, es una fuente de beneficios en todos los sentidos (empleos, infraestructuras, turismo, inversiones...)
En nuestra memoria colectiva como españoles están los Juegos de Barcelona y lo que supusieron para esta ciudad y, más recientemente, tenemos el ejemplo de Londres. Que otras ciudades fracasaran o que no supieran aprovechar la oportunidad, no debían ser excusas para evitar afrontar esta apuesta. Si en cualquier momento el proyecto olímpico siempre se ha tenido como una oportunidad de futuro para la ciudad organizadora, en la actual coyuntura de crisis económica lo es aún más y, en este sentido, no deberían existir dudas de que Madrid estaba obligada a disputar esta carrera.
Pero no sólo sirven los sueños, también hay que contar con la realidad. Y esta nos decía que no podíamos ignorar que gran parte de las infraestructuras ya están realizadas y que sería poco razonable pasar “olímpicamente” de ellas. Precisamente en estos momentos de crisis, hacer eso, sería despilfarrar unos recursos con los que ya contamos.
Y en la misma línea, otro tanto podemos decir de aquellas instalaciones que las dificultades económicas han dejado a medio construir. Nos debemos el esfuerzo de hacer lo posible por terminarlas y ponerlas a disposición de los deportistas y de todos los ciudadanos.
Organizar unos Juegos Olímpicos conlleva disponer de instalaciones deportivas y levantar infraestructuras de todo tipo. En especial, construir una Villa Olímpica como residencia temporal de los deportistas que, en el caso de Madrid 2020, nosotros ya hemos apostado por su mantenimiento y su posterior destino para viviendas sociales. Es una inversión importante, pero es una inversión de futuro y con una utilidad social más que evidente.
Los Juegos Olímpicos del siglo XXI no solo son el proyecto de una ciudad, sino que trascienden los límites de ésta, implicando a otras ciudades –subsedes- y a otras administraciones –comunidad autónoma y Gobierno de España- hasta transformarse en un proyecto nacional. Es precisamente esa implicación, y el compromiso de aportación de recursos financieros desde esos ámbitos, otro de los motivos que justifican nuestro apoyo.
Estamos convencidos que la mayoría de los madrileños conocen y comparten estas razones, y que por eso apoyan la candidatura olímpica. Nos gustaría convencer o al menos hacer reflexionar a aquellos que, legítimamente, son contrarios a su celebración. Madrid necesita de un estimulo para mejorar sustancialmente, y estos Juegos Olímpicos no dificultan, sino facilitan la transformación urbana, el reequilibrio y la consolidación de Madrid como gran ciudad global del siglo XXI. Un gran destino.