- “Aunque Almudena [Grandes] haya tomado nuestras palabras –la versión un tanto ambigua que de las mismas recogió un artículo de El País–, en las que describimos una situación para denunciarla, exactamente al revés, estamos seguros de que peleamos en la misma bisagra y en la misma dirección”, sostienen
La política en cierto modo es un arte de bisagras. La sociedad y las leyes no siempre están ajustadas las unas con la otra. Si el desajuste se estira más de lo debido, se intensifica la tarea de lo político y la gente reclama su voz con más fuerza. El arte, sin duda, respira en la misma atmósfera. Su obligación es volar muy alto y desafiar a la realidad desde el horizonte.
Nuestra generación, la que ahora se ha visto obligada a interesarse por lo político y a pelear las bisagras que hagan falta para recuperar la dignidad y la vida, crecimos con los libros de Almudena Grandes. Almudena nos ha enseñado –sigue haciéndolo– que la vida vale más allí donde el corazón es más grande que las palabras, donde el cuerpo puede más que las costumbres, donde la libertad molesta al reloj y al calendario. Que hay que desafiar a las cadenas, las de dentro y las de fuera, se vistan de lo que se vistan. Nos ha enseñado que cuando Pablo hace sombra a Lulú, ésta confunde la sombra con el deseo y el deseo con la sombra; que a Malena le cuesta la vida querer lo que es y que a Jose –María José– le atraviesa tanto el amor del nosotros que le falta amor de sí.
Tú tienes talento, pero no tienes ambición, Jose. Es lo que Marcos, en su mayor arranque de lucidez, confiesa a Jose. Te sobra talento, admiro tu talento, pero no tienes ambición. ¿Por qué Jose no tiene ambición? ¿Por qué no lucha por ser una pintora a la altura de los chicos que la rodean, esos que como Jaime, aunque no tengan talento, van sobrados de amor de sí, de ambición, de auto reconocimiento? ¿Qué consecuencias políticas esconde esto?
Nuestra generación tiene por delante una tarea colosal. Hemos tenido que elegir entre el exilio o el desierto. Pero desde hace un año, desde el exilio y desde el desierto, mucha gente de nuestra generación y de las demás ha decidido construir una herramienta para negar la mayor, para decir que hay una bisagra y que se puede desplazar. Esa herramienta, uno de cuyos nombres es Podemos, acaba de nacer y no le faltan retos por conquistar, problemas que resolver e inercias por contrarrestar, dentro y fuera. Uno de los problemas más graves que tenemos que resolver viene de lejos: a la hora de levantar la voz es por desgracia todavía frecuente que los hombres hablen más –no necesariamente mejor– que las mujeres. Ocurre en parte porque algunos hombres consideran que van sobrados de talento y capacidad, en parte porque algunas mujeres dudan –siempre más que ellos– de si su voz merece ser escuchada como la de sus compañeros. Exactamente igual que Jose duda de si su pincel merece ser tan tenido en cuenta como el de Marcos o el de Jaime.
Porque sabemos que no podemos confiar la realidad a esas inercias viejas y feas que todavía están ahí, porque somos muy conscientes de ellas, hacemos listas en cremallera y órganos paritarios para garantizar que se escuchan todas las voces por igual. Allí donde no cabe decidir una corrección, precisamente porque somos el partido más abiertamente democrático, precisamente porque decide la gente –y la gente está llena de Lulús y Pablos, de Malenas y Reinas, de Joses y Jaimes–, el resultado es el que todos conocemos: muchos más hombres que mujeres en los primeros puestos. No nos gusta, lo lamentamos, peleamos cada día por corregirlo. No nos vale la excusa de que nadie antes ha construido un partido en un solo año, con implantación territorial, con garantías y democracia interna, no nos vale. Y aunque este sea un punto de partida que tiene que ver con la realidad y sus inercias, no vamos a dejar que siga siendo así, que la realidad se imponga sobre la libertad, ni vamos a dejar de preguntarnos cómo podemos hacerlo mejor por nuestra parte. Por eso tomamos decisiones correctivas conscientes y vamos más allá. Entendemos que la presencia de mujeres en Podemos es una cuestión determinante e imprescindible, pero también creemos que si no se trabaja sobre las causas del problema –poniendo la atención en los obstáculos que siguen dificultando el acceso de las mujeres a los espacios públicos–, si trabajamos solamente sobre la foto final, corremos el riesgo de trabajar en balde. Desde el Área de Mujer e Igualdad presentamos un documento –Documento sobre la reorganización del sistema de cuidados, de Pazos y Medialdea– dirigido a señalar las raíces de esta desigualdad y a poner en el centro de la atención política un problema que no ignoramos, que nos importa y que queremos solucionar.
Aunque Almudena haya tomado nuestras palabras –la versión un tanto ambigua que de las mismas recogió un artículo de El País–, en las que describimos una situación para denunciarla, exactamente al revés, como si describiéramos una situación para defenderla, estamos seguros de que peleamos en la misma bisagra y en la misma dirección.