La maternidad subrogada en manos de Ciudadanos
El Grupo Parlamentario de Ciudadanos en la Asamblea de Madrid ha presentado una Proposición No de Ley (PNL) sobre gestación subrogada con la que, lejos de abrir el debate sobre este asunto, lo que pretende, curiosamente, es darlo por cerrado.
Para empezar, Ciudadanos considera que la gestación subrogada es una exigencia derivada del Derecho de Familia que, por lo que parece, siempre se ha “traducido en garantizar la procreación, sin la cual no solo la propia familia sino la especie humana se extinguiría”. De manera que la justificación última de la PNL resulta ser tan casposa y reaccionaria como la que usó el PP para resistir al matrimonio entre personas del mismo sexo o para excluir a las mujeres solas del acceso a las técnicas de reproducción asistida: la salvaguarda de la sacrosanta familia entendida como una unidad reproductiva, y, de paso, en un bucle alucinante, la mismísima preservación de la especie (sobre la honda preocupación que Ciudadanos muestra por la extinción de la humanidad huelga todo comentario).
Por lo demás, resulta preocupante que la PNL manipule abiertamente los recovecos jurídicos que se han abierto en España sobre esta cuestión. En el texto se afirma, a las bravas, que la Instrucción de octubre 2010, con la que la Dirección General de Registros y Notariados (DGRN) permitió inscribir en el Registro español las relaciones de filiación declaradas por un Tribunal extranjero, deja sin contenido efectivo la nulidad del contrato de gestación subrogada contenida en el artículo 10 de la Ley 4/2006, de 26 de mayo, sobre Técnicas de Reproducción Humana Asistida (LTRHA). Sin embargo, con la citada Instrucción, no se pretendía derogar nada, sino más bien defender el interés superior del menor que, de otro modo, y tal como señaló después una sentencia del Tribunal Europeo (26/06/2014), recibiría el tratamiento marginal y excluyente que recibe un 'sin papeles'. Ciudadanos se atreve incluso a decir que “el ejercicio de pragmatismo de la citada Instrucción constituye la legalización de facto de la gestación por subrogación en España”, otorgando a la DGRN una competencia de legisladora en negativo que ni tiene ni puede tener, y obviando descaradamente una Sentencia del Supremo en claro sentido contrario (6/02/2014). Según ellos, la DGRN se adapta perfectamente a la “naturalidad” con la que ya se percibe la maternidad subrogada en nuestro país; una práctica que nuestros amigos asimilan extrañamente a las del matrimonio de personas del mismo sexo y la adopción internacional, con las que nada tiene que ver.
Y, bueno, finalmente, Ciudadanos insta al legislativo a reaccionar y, aunque no sabemos qué es lo que pretende exactamente, a la vista de sus propuestas sobre prostitución, nos lo podemos imaginar. Dado que para ellos es el mercado el que organiza la vida social, el que define el valor de las cosas, las personas y las relaciones humanas, es probable que su modelo se aproxime más al de Estados Unidos que al de Gran Bretaña.
En EEUU, como seguramente saben, lo único que se protege es la libertad de contratar. Con la firma del contrato, la madre gestante renuncia absolutamente a todo, especialmente a la posibilidad de arrepentirse, y ello aunque se compromete con una situación que no se ha dado todavía y que bien podría animarle a cambiar de idea. De hecho, lo normal sería que este contrato fuera declarado nulo, habida cuenta de la falta de información que padece la gestante y de la imposibilidad de valorar el resultado de su compromiso (razón por la cual en Gran Bretaña no puede firmarse hasta pasadas seis semanas después del parto, si bien esto no resuelve todos los problemas).
Lamentablemente, en EEUU la gestante es solo un receptáculo (auto)sometido a los vaivenes del mercado. La maternidad se concibe como el fruto de un ejercicio de voluntad estrictamente individual cuya libertad se presupone en ciertas circunstancias. Se trata de una libertad que se consuma y finaliza en el acto de firmar; un acto sobre el que no se puede volver, caiga quien caiga, sin asumir una grave penalización. En este país los padres comitentes pueden obligar a la gestante a cumplir con todas sus exigencias, a abortar o no abortar en según qué casos, a alimentarse de tal o cual manera, o a tener o no tener relaciones sexuales durante el embarazo. En definitiva, la prestación del 'servicio de gestación' se ha de desarrollar con todas las “garantías” para que no resulte defectuoso el producto resultante.
En realidad, lo que aquí hay es una forma de 'libre enajenación', en sí misma, autocontradictoria, y que, lógicamente, nuestra LTRHA consideraría nula de pleno de derecho. Y ello sin detenerse ahora en la eugenesia liberal y el darwinismo social que esconde el hecho de dividir el papel de la madre en tres, adoptiva, gestante y donante, para poder discriminar mejor a la donante y a la gestante; buscar óvulos con una carga genética determinada y senos maternos de mujeres con una personalidad concreta.
A toda esta locura se suman, evidentemente, las condiciones de desigualdad económica en las que suelen darse estas transacciones, agravadas por la incorporación de un sin fin de intermediarios. Estas condiciones no solo vician el consentimiento de la gestante, sino que promueven la aparición de esas grandes fábricas de vientres pobres que hemos visto produciendo a full en la India o en Nepal, sometidos a una cadena de suministro cada vez más complicada. Que esta forma de explotación económica pueda darse también en otros sectores del mercado no dice nada en favor de la mercantilización del cuerpo de las mujeres, ni tampoco de las bondades de someter la reproducción a las dinámicas productivas. Más bien al contrario.
De hecho, en Gran Bretaña, para evitar semejantes situaciones, la gestación subrogada es gratuita (solo se ingresan los gastos médicos derivados del embarazo y el parto), y los intermediarios están prohibidos. De esta manera, se dice, por mor de la gratuidad, lo que antes era una venta o un servicio pagado, se convierte en una donación similar a la de órganos, sangre o gametos. El problema es que este símil solo funciona si se concibe el embarazo y el parto en su dimensión estrictamente física o corporal, eludiéndose cualquier valoración acerca de los vínculos emocionales que tal experiencia supone o del significado que las mujeres le atribuimos a tales vínculos.
En cualquiera de sus formas, la maternidad subrogada exige que se relea en clave individual y fragmentada lo que no es sino un lazo afectivo al que, especialmente las mujeres, hemos atribuido un sentido que nada tiene que ver con la dinámica patriarcal del mercado. La gestación subrogada siempre requiere sustituir la norma parental de los afectos por la que rige el tráfico comercial (haya o no haya intercambio monetario), y esa es una forma de violentar lo que la maternidad significa para nosotras, social, cultural y simbólicamente.
En fin, lo cierto es que esta PNL responde a la óptica ordoliberal y utilitarista que ha venido siempre defendiendo Ciudadanos. Una óptica desde la que puede obviarse el modo en que la estructura de dominación capitalista y patriarcal condiciona la libertad de las mujeres, y desde la que es posible concebir una relectura de los vínculos, las emociones y los afectos, tan profundamente individualizada, artificiosa y alejada de nuestras propias vivencias, que las hacen difícilmente reconocibles.