Cansada de soportar nuestros ultrajes y padecer nuestras agresiones, la naturaleza ha decidido plantarnos cara. Y eso, siendo una mala noticia para nosotros, es un excelente hecho para el planeta. Acorralada por nuestros constantes ataques, la naturaleza se ha cansado de soportarnos y ha decidido empezar a defenderse. Pero ojo porque el COVID-19 ha sido solo la primera advertencia, apenas un empujón defensivo, un tímido “apártate y déjame en paz”, y solo con eso nos ha enviado a la lona.
En la reciente Cumbre sobre Biodiversidad de la ONU, su Secretario General, António Guterres, reconocía que “la humanidad está librando una verdadera guerra contra la naturaleza y la naturaleza está contraatacando”. Pero eso no es así. No es una guerra, sino un ataque unilateral ante un enemigo que hasta ahora se mostraba indefenso. Hasta ahora.
Porque la respuesta de la naturaleza puede que esté empezando ahora, y si eso es así debemos tener muy claro que será una guerra suicida, pues la vamos a perder sin ninguna duda. Por eso lo más sensato es declarar de manera inmediata un alto el fuego y firmar un acuerdo de paz con la naturaleza antes de que sea tarde.
Tras mostrar los compromisos del Pacto Verde Europeo para alcanzar una economía neutra en carbono y proteger nuestro hábitat natural, la presidenta de la Comisión Europea, Úrsula von der Leyen, fue mucho más contundente que Guterres y aprovechó su turno de palabra en la Cumbre para demostrar hasta qué punto la naturaleza ha dicho basta.
“Durante años, fotógrafos y realizadores de documentales nos han mostrado con todo detalle los daños que estábamos causando a la naturaleza - denunció desde el estrado- pero eso no ha sido suficiente para reaccionar. ¿Qué necesitábamos entonces? ¿Ser afectados directa y masivamente por una enfermedad zoonótica que causase una pandemia mundial? ¿Una pandemia que nos encerrase a todos en casa, provocase más de un millón de muertos y hundiera nuestras economías? ¿Eso necesitábamos?”.
Sus palabras trasladaban un mensaje directo a la humanidad: ¿y ahora qué? Un mensaje al que dio respuesta al final de su intervención cuando realizó un último llamamiento desesperado: “Necesitamos detener este ciclo mortal”. Ciclo mortal. Un concepto interesante. Porque eso es exactamente lo que estamos provocando: contra del ciclo de la vida de la naturaleza estamos avanzando hacia un ciclo de extenuación y autodestrucción que nos aboca a la desaparición. Pero por suerte todavía estamos a tiempo de evitarlo.
La advertencia de la naturaleza debe servirnos para darnos cuenta del error cometido, admitir la culpa y cesar en las hostilidades. Todavía estamos a tiempo de reparar el daño causado y restaurar el equilibrio natural. La pérdida de biodiversidad que sufre el planeta no tiene precedentes en la historia. Nuestra forma de vida está causando un sexto período masivo de extinción. Hemos puesto a un millón de animales y plantas contra las cuerdas, a punto de desaparecer.
El cambio climático está provocando un cambio fatídico en las condiciones de vida de amplias regiones del planeta: desde el Ártico hasta las barreras coralinas. El ritmo de la deforestación de las selvas y el agotamiento de los mares se ha acelerado como nunca en los últimos años. Las poblaciones de insectos polinizadores están cayendo en picado, provocando el derrumbe de la cadena trófica en su conjunto. Por eso la naturaleza ha dicho basta.
Debemos reaccionar. Las palabras de clausura de la Cumbre sobre Biodiversidad de António Guterres deben ser atendidas por todos, incluidos por supuesto nosotros mismos a título individual: “Hago un llamado a todos para que asumamos compromisos reales para proteger la vida en la tierra. Hagamos del próximo año 2021 el año de la naturaleza. El año en el que cambiamos de rumbo y comenzamos a reconstruir la relación con nuestro maravilloso planeta”.