El odio de la libertad se pone muchas veces la máscara de su defensa
Llegados a este punto, no pienso aceptar medidas absurdas para que los gobernantes se hagan una muesca sobre su efectividad. Ante la ley absurda, casi clama la desobediencia civil.
Siento que este jueves se convoque de urgencia al Consejo de Ministros para aprobar una medida absurda, ineficiente, inútil, abusiva y, eso sí, barata para el erario público. Ni siquiera costará el papel del BOE, que ahora es electrónico.
Llevo desde octubre tres dosis de Moderna -soy grupo de riesgo- y me he vacunado de la gripe. Yo ya llevaba mascarilla el 28 de febrero de 2020 y no fui a ninguna manifa porque era una aglomeración. Me cuido, a la fuerza ahorcan. Voy a seguir haciéndolo, no preciso de que nadie me fuerce a ello. Lo que no acepto es la irracionalidad. Ahora mismo las mascarillas ya son obligatorias en el único contexto en el que son necesarias: las aglomeraciones de público y los interiores. ¿Qué es lo que va a aportar la nueva medida? Política del absurdo. En exteriores, como en hangares y lugares de veinte metros de alto y portones abiertos como los platós, los aerosoles suben y no llegan a las mucosas de las personas que están a una distancia prudente. Eso es así. No hay un solo científico que defienda lo contrario ni en España ni allende las fronteras. Así era también al inicio de la pandemia pero, por aquello de hacer que la gente no hiciera el tonto y se acostumbrara, se hizo extensiva la medida y no la rechazamos por la pedagogía que contenía y porque estábamos acojonados. Un año y medio después y con la población de más riesgo triplemente vacunada y la mayor de 12 años mayoritariamente con pauta completa, cuando es obvio que los problemas son otros, ¿qué sentido tiene volver a implantar una medida coercitiva ineficiente y que, además, no se va a hacer cumplir? ¿Cuántas multas se han puesto por ir sin mascarilla en aglomeraciones? Pues verán cuántas se van a poner por ir sin ellas en calles despejadas.
No es que me moleste especialmente la FFP2 que siempre llevo. A veces, hasta voy por la calle con ella porque se me olvida quitármela o porque en las madrugadas fresquitas hace de bufanda, pero es mi problema y mi voluntad, no una imposición estúpida. La irracionalidad de la medida se ve en mayor medida si se compara con otras propuestas lanzadas, como eliminar la cuarentena de los contactos estrechos si están vacunados. Vamos a ver, lumbreras, ¿me explican cómo casan ambas decisiones? ¿me dicen cómo cuadra la nueva prohibición con el hecho cierto de que una vez que te sientas en una mesa en una terraza o ¡en un interior! te la puedes quitar? ¿Es que ómicron lleva un algoritmo que lo detiene en cuanto estás consumiendo para evitar la quiebra de un sector decisivo en el país de los bares? Mascarilla en la acera y conciertos, discotecas y karaokes abiertos. Lógico. Todo muy lógico.
Ya se lo explico, esa coerción sale gratis. Paliar el puto caos que reina en ciudades como Madrid cuesta dinero. Ayuso, escucha, y deja de echar la culpa a los sanitarios que no trabajan porque es el colmo de la desvergüenza. Aunque es buena idea que todos los hospitales de Madrid monten desde hoy carpas para hacer test de antígenos mañana y tarde de forma masiva porque hasta ahora los que se están forrando son las empresas privadas de antígenos y los laboratorios.
Hablan de poner rastreadores del Ejército ¿ahora? pero, pero, pero ¿qué coño van a rastrear ahora? Si la gente se está testando en casa, cuando puede, si los contagios leves ni se pueden comunicar, no cogen los teléfonos en muchos sitios, si no han obligado a los patronos a mandar a la gente a teletrabajar, si sigue habiendo cenas de empresa (un foco claro) si la gente con síntomas leves va por la vida diciendo que tiene un catarro…
Tampoco es que entienda mucho el ajetreo que les ha entrado ahora. En realidad la mayor parte de los contagios entre vacunados producen enfermedad leve -incluso en la mayoría de los ancianos- y a estas alturas está clarísimo que es lo que hay que hacer para cuidarse. No acudir a aglomeraciones ni a comidas o cenas masivas o en sitios cerrados (¿se han dado cuenta de que vuelve a haber sitio en las terrazas?), usar la mascarilla siempre en sitios cerrados o sin distancia, vacunarse, ventilar los interiores, lavarse las manos, no toquetearse ni besarse con la gente… El que quiere cuidarse sabe cómo. Ahora no estamos como al principio. Hay vacunas y conocimiento y material sanitario que antes escaseaba. ¿Qué les ha dado ahora? Las personas mayores y los grupos de riesgo están alerta y, en muchos casos, no han vuelto siquiera a hacer la vida de antes. ¿Qué hablan de toques de queda y de mascarillas en exteriores? ¿Por qué tienen que hacerme imposiciones inútiles a mí y a tantos como yo que cumplimos a rajatabla las normas emanadas de la ciencia para evitar los contagios?
Me van a decir que hay negacionistas, gente joven no vacunada y hasta idiotas que a estas alturas aún no saben cómo ponerse la mascarilla ni qué deben hacer con ella. Pues actúen contra eso. Todos sabemos dónde se producen la mayoría de los contagios y los gobernantes, obviamente, también. No es, desde luego, caminando por las calles. ¿Les da palo cerrar parte de la economía? No lo paguen conmigo ni con el señor del pueblo de Soria o de la playa desierta. Ah, que en espacios naturales no, con mi familia tampoco, si estoy solo menos, o sea, ¿como ahora?
No sé quién ha convencido al presidente del Gobierno para adoptar una medida tan irracional e inútil pero es una tontería sanitaria y un error político porque no creo que encuentren muchos palmeros acríticos dispuestos a alabarles tal chorrada. Por eso se produce la extraña coincidencia de que estemos de acuerdo en esto las personas más opuestas e irreconciliables.
La desobediencia civil contra la norma injusta. Ya saben, Thoreau.
No va a ser muy heroico. No se van a poner multas ni va a perseguirse la desobediencia porque no se busca obediencia sino dar la impresión de hacer algo.
Como ciudadana soy siempre respetuosa de las leyes, pero como persona odio que me traten como si fuera imbécil.
Es exactamente lo que harán en el BOE. Siento tener que escribirlo.