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No es tiempo para 'brunch' en Estados Unidos

4 de noviembre de 2020 22:22 h

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A pesar de que estas elecciones han sido de algún modo un referéndum sobre Trump más que unas elecciones en sí, el miedo que el presidente provoca no ha sido suficiente para movilizar a lo grande, de forma aplastante, el voto en favor del Partido Demócrata. Y esto obliga a los líderes del mismo a repensarse, a autocriticarse. 

Por si acaso no quieren hacerlo, algunos sindicatos y movimientos sociales, junto con el ala izquierda del partido -representada, entre otros, por Sanders y Ocasio-Cortez- llevan semanas diciendo que si gana Trump habrá que salir a la calle y presionar, pero que si gana Biden, también, para forzarle a “políticas más progresistas”. 

We cannot go back to business as usual”, ha dicho Sanders. “Derrotar a Trump es solo un primer paso, pero después no podemos volver a lo de siempre. Antes de la pandemia millones en el país más rico del mundo ganaban salarios de miseria. Y desde la pandemia la situación ha empeorado, millones se esfuerzan por poder alimentar a sus hijos. Mientras, los millonarios están mejor que nunca. Necesitamos una economía que no solo funcione para los millonarios, sino también para las familias trabajadoras”

De fondo hay una cuestión: Biden basó su campaña en defender un frente común ante Trump, pero sin desgranar suficientemente una respuesta social contundente ante los enormes problemas económicos y sociales que sufren muchos estadounidenses. Las políticas neoliberales llevan años empobreciendo a la clase trabajadora. Ante eso, la ciudadanía busca alternativas útiles y honestas, pero si no las hay, si no las encuentra, puede optar por el “voto rebelde” o la desafección.  

Tanto Clinton primero como Obama después incumplieron muchas de sus promesas, impulsados quizá por los intereses de sus donantes de Wall Street, que les aportaron millones de dólares. Bill Clinton desmanteló buena parte del sistema de ayudas sociales -conocido como welfare- para las clases más desfavorecidas. Dicha asistencia cubría en 1995 a 14 millones de personas; hoy solo llega a 4,2 millones. Obama, por su parte, renunció a la reforma laboral que había prometido, no abordó la reforma sanitaria a fondo y fortaleció el poder de las compañías de seguros médicos privados. 

Ninguno pudo o quiso ofrecer servicios públicos capaces de mejorar la vida de la gente que necesita educación, sanidad, vivienda, en un país con una escasísima protección social, en el que todo cuesta dinero y en el que la deslocalización industrial también ha pasado factura, provocando el crecimiento del desempleo en varios estados. 

En un mitin electoral hace pocos días Joe Biden dijo que bajo el mandato demócrata “hubo ocho años sin ninguna señal de escándalo. Ni un escándalo. Será agradable volver a eso”. Obama tomó el relevo en el escenario y dijo más: “Si Biden y Harris ganan, no vais a tener que pensar en ellos todos los días. No tendréis que discutir con vuestra familia sobre ellos todos los días. No será tan cansado”. 

Ambas afirmaciones entroncan con una máxima que ha sido explotada por algunos sectores demócratas en los últimos años: “Si Hillary hubiera ganado, ahora estaríamos tomando el brunch”. Se vio algún cartel con ese lema en la marcha de mujeres del pasado año, por ejemplo. Algunos grupos de la izquierda feminista puntualizaron diciendo que solo las personas con una determinada posición socioeconómica podían permitirse tomar el brunch en vez de seguir luchando y presionando por mejorar las cosas.

Como han señalado estos días varios integrantes del ala izquierda del Partido Demócrata, fue el liberalismo del brunch el que dejó hacer a Obama cuando incumplía sus promesas y el que miró hacia otro lado mientras millones de personas intentaban sobrevivir en la precariedad. Por eso, frente a la tentación del partido de actuar como si todo siguiera igual, frente a la idea equivocada de quienes piensan que si Trump sale de la Casa Blanca la vida volverá a ser hermosa y calmada, hay sectores dispuestos a recordar cuál es la realidad social. 

Millones de personas seguirán necesitando una mejora urgente de sus condiciones de vida y no lo conseguirán si la élite demócrata continúa con sus políticas de siempre y si nadie presiona para que las cosas cambien. Así lo decía recientemente la congresista demócrata Alexandria Ocasio-Cortez:

“Después de que trabajemos para lograr la victoria en noviembre, necesito que se den cuenta de que no hay vuelta al brunch”. Ese brunch que desembocó en Trump.