Odio la palabra “abatido”

Yo también odio la palabra abatido. Supongo que como mucha gente. La periodista Montserrat Domínguez lo proclamaba el miércoles en su Facebook, a mí no se me quita de la cabeza desde el día de los atentados.

¡Ay, las palabras!

Abatido. Cuatro sílabas aparentemente inocuas y que pueden esconder tantos significados. Los que más se acercan a lo que ahora nos ocupa están claros. En la literalidad, pero también en su capacidad de, por un lado suavizar y por otro multiplicar. 

Abatir es derrocar, echar por tierra. Hacer que algo caiga o descienda, se incline, se tumbe, pierda su verticalidad, su ánimo, sus fuerzas o su vigor. Abatir es humillar. Dicho de un ave o un avión, precipitarse sobre una presa... pero la desgracia puede también abatirse sobre nosotros.

Y eso es lo que ocurrió en Barcelona y en Cambrils. Un grupo de desalmados al mando de un imán enloquecido, pero criminalmente habilidoso, mató a quince personas e hirieron a más de cien. Las víctimas directas de los ataques están claras, pero la onda expansiva de sus consecuencias nos empezó a rodear a todos desde los primeros momentos, y muy especialmente a los periodistas.

Nuestro oficio es delicado, sobre todo en instantes de tanta tensión e incertidumbre como los vividos tras los ataques. En un mundo hiperconectado, los lectores demandan datos, certezas, detalles con una inmediatez muchas veces imposible de satisfacer. Por eso la prudencia debe ser infinita. Los que hemos estado en esa frontera tomando decisiones sabemos lo difícil que es mantener el equilibrio. Pero hay que hacerlo. Y si nos equivocamos —¿A quién no le ha pasado alguna vez?— lo importante es rectificar con rapidez.

Luego hay otros escenarios, en los que toman protagonismo los que gustan de retorcer los hechos para que se parezcan a sus conveniencias conspirativas, o bien con intencionalidad política o meramente comercial. Ya lo vimos después del 11-M y ya lo estamos viendo ahora también. Es lo que tenemos los humanos, nos cuesta aprender de nuestros errores, y parece que algunos políticos y algunos periodistas tiene una capacidad de aprendizaje por debajo de la media, o simplemente son unos miserables.

Como decía al principio, odio la palabra abatido, sobre todo cuando a lo que se refiere se puede y debe decir con otra mucho más informativa, más directa, más gráfica, en suma más fácil de entender. Y a eso se supone que nos dedicamos los periodistas cuando hacemos información. A llamar a las cosas por su nombre de una manera que todos puedan entendernos sin tener casi que pensar. Es verdad que abatir también significa hacer caer sin vida a una persona o animal, pero para el caso que nos ocupa y en el espacio tan breve de un titular, matar es, según mi opinión, mucho más exacto que abatir. 

Quizá suene duro, pero si en nuestro Estado de derecho hemos delegado la capacidad de portar armas y matar legalmente en defensa propia a la policía (en este caso a los mossos), ¿por qué disfrazarlo cuando así sucede?