Ciudadanos ganaría las elecciones generales en España. Así lo afirmaba la encuesta de Metroscopia para El País (13 de enero) que impactaba en el convulso momento que vivimos. Un 27% de los votos serían para el partido de Albert Rivera, debido a una drástica bajada del PP, el mantenimiento más o menos del PSOE y un descenso de Unidos Podemos. Una pieza antológica dado que se sustenta en “estimación de voto”, precisado de “cocina”, con las respuestas de 2.000 entrevistas telefónicas a móviles seleccionados de forma aleatoria y porque, dentro de los muy precisos términos empleados en el texto, se advierte: “Los datos [mejor sería decir los resultados] solo sirven para medir un estado de ánimo coyuntural”. Con esta base, se lanzaron sin embargo las campanas al vuelo. Llegan los editoriales como “el auge de Ciudadanos”, la entrevista con el líder abriendo portada y viéndose presidente, los artículos de opinión. Y la cadena de contagio en otros miembros del clan de la prensa convencional, algunas añadiendo más encuestas similares.
No escatiman elogios: talante pactista y pragmático, centrista, reformista y dinámico. Se nos avanza que, a pesar de “la identificación del líder y la victoria”, Albert Rivera debe “tolerar alternativas”, en particular la de Inés Arrimadas, provista de “un carisma” a su altura, si “Ciudadanos se atreve a abrir la cuestión sucesoria”. Tal cual.Si esto era en El País no desprecien tampoco la portada de ABC con Rivera iluminado en sepia y rostro angelical en el centro de un trío con los malcarados Pedro Sánchez y Mariano Rajoy a los lados.
La sentencia contra Rajoy ha llegado. “La mitad del electorado del PP deja de creer en el partido” presenta El País en sus alegaciones, con el soporte de esa encuesta de ánimo que ya se ha convertido en veredicto inapelable. Rajoy ha cometido muchos errores y “ el insensato sin escrúpulos” –como llamaron en un editorial a Pedro Sánchez- hace lo que cabe esperar de un insensato sin escrúpulos por más que se esfuerce en ganar puntos entre los jueces de esta contienda.
Hagan el favor de seguirme al año 2015 un momento. 30 de Noviembre, encuesta de Metroscopia para El País:
“Ya solo quedan en liza tres partidos: Triple empate de PP, PSOE y Ciudadanos a tres semanas del 20-D. Los tres llegan con la misma opción de ganar. Podemos se descuelga de los vencedores”. Con un hermoso queso que se reparten a 22 puntos con diferentes restos tras las comas, las tres formaciones.
“Rivera llega en un momento dulcísimo”, “entrenado, fresco, sin mochilas del pasado”, explicaba Luis Arroyo, sociólogo y presidente de Asesores de Comunicación Pública, consultado por el diario de PRISA. Ciudadanos atrapa el voto joven y el de Podemos cae en picado, seguían los titulares.
Luego llegaron las elecciones y Ciudadanos obtuvo un 13,9% frente a ese 22,6% que le había dado Metroscopia tres semanas antes. El margen de error fue como para retirarse de la profesión. El “hundido” Podemos cosechó un 20,6%, Pero se crean “estados de ánimo”, del ascenso de Ciudadanos se contagió hasta el CIS, los consultados del CIS: “En vísperas de las generales del 2015 el CIS les llegó a otorgar entre 63 y 66 escaños y sacaron 40, y en 2016 vaticinó que se mantendrían igual y bajaron a 32”, cuenta Carmen Moraga en eldiario.es
Cuesta creer que no se esté recordando todo esto de forma masiva, que se de como dato incontestable la encuesta con estos antecedentes, repitiéndolo como un mantra, sin contemplar una sombra de duda. Y hay que hacerlo. Asistimos al que parece segundo gran asalto de la Operación Ciudadanos, animado por el éxito de Arrimadas en Cataluña y los errores del resto. Han sido 1.102.000 votos con un crecimiento espectacular en la Comunidad (367.000 desde 2015) pero es imprescindible valorar otros factores.
El principal error del PP fue concurrir con un candidato impresentable como García Albiol. El discurso de la mano dura era tan intenso en el PP como en Ciudadanos, los catalanes incómodos con el 155 lo estaban con cuantos partidos lo apoyaron, pero Albiol era un fiasco insuperable, en particular comparado con Arrimadas. Ciudadanos y PP compiten en ese nivel. El PSC nadó entre sus abultadas contradicciones y no salió a flote. Unidos Podemos se equivocó en Cataluña y no por pedir un acuerdo pactado. El principal fallo de la convocatoria a las urnas fue, muy por encima de las demás, celebrar unas elecciones bajo un estado excepcional, por no decir de excepción. Lo escribí de hecho: daría cifras alteradas y en absoluto extrapolables al conjunto de España.
El éxito demoscópico de Ciudadanos, o mediático, o publicitario, esconde contenidos graves. El partido no ha cambiado un ápice su programa, tiene el mismo que cuando las encuestas ya le habían bajado a porcentajes del 12%. No es su programa lo que se abraza. Su ascenso se debe a su postura radical y por métodos coercitivos de la unidad de España. Es decir su éxito actual está fundamentado en la exaltación del nacionalismo español. Doblemente reforzado al enfrentarse a una catalanofobia que puede calificarse de xenófoba. Es un segmento ideológico que se inscribe en terrenos potencialmente peligrosos. Ciudadanos no es centrista, no es pactista salvo con sus correligionarios conservadores, no lo es como forma de resolver conflictos y bien lo ha demostrado en Cataluña. Girauta o Toni Cantó son ejemplos bien contundentes del “pactismo” ciudadano.
Albert Rivera se desdijo -sin mover un músculo- de cuanto había prometido. No iba a apoyar nunca un gobierno de Rajoy y lo hizo con todo su equipaje. Y bajó en expectativas electorales. Ha votado con el PP acciones conservadora s y vetado progresistas: se ha opuesto a tramitar una ley de vivienda con soluciones habitacionales, por ejemplo. La comisión de investigación de la policía política llevó mala vida con el acuerdo de ambos. En muchos casos concurre con ellos el PSOE para evitar se investiguen el Parlamento las cargas policiales del 1-O o para rechazar el veto a la venta de armas a Arabia Saudí e Irak. Ciudadanos intentó que el Congreso aplaudiera oficialmente la postura del PP frente al independentismo, y en esta ocasión el grupo del PSOE no se apuntó. No le ha pasado, nos dicen, ninguna factura. Sigue ¿cómo era?... En estado de gracia, en grandes momentos endulzados.
El éxito en las encuestas de Ciudadanos viene cargado de otras interrogantes. Es el partido más cuidado de España, prácticamente intocable. No se le pregunta por su financiación, y hasta las dudas del Tribunal de Cuentas se saldan con argumentos de problemas técnicos. Nada, de sus conflictos internos y deserciones. Nada del machismo que aflora al menor raspado. O de cómo Rivera ha podido adquirir un chalet de 1 millón de euros con las modestas cuentas que presentaba hace bien poco tiempo. Imaginen que sucediera con alguien de izquierda. No hace falta imaginar, recuerden. Las personas inteligentes, sensatas sin más, suelen hacerse preguntas esenciales. ¿Por qué este trato tan desigual? ¿Por qué los poderes apuestan ahora preferentemente por Ciudadanos?
De no producirse algún adelanto, las próximas elecciones son europeas y locales. Ahí veremos lo que da de sí un programa ultraliberal basado en la unidad de España. En mi opinión poco. En asuntos municipales Ciudadanos ha tenido hasta ahora escaso éxito, aunque la gota malaya de su ascenso (demoscópico) vaya calando. Al PP le está afectando tanto la Operación Ciudadanos como su propia y escandalosa actividad. Fuera, en el partido solo recibe aplausos y alguna ausencia.
El PSOE, nos dicen, anda viendo cómo retiene a los votantes que se pasan a Ciudadanos y al mismo tiempo busca atraer a votantes de Unidos Podemos. Cuando se menciona y le mencionan como izquierda “arden las redes” en ironías. La izquierda tiene votantes en España, por mucho que quieran desmotivarlos, hay varios millones que ni siquiera atienden a lo que echan por los medios concertados. Unidos Podemos deberá demostrar –todos deberían pero es una entelequia pedirlo- que la política es la búsqueda del bien común y que quién ocupe las sillas para lograrlo es accesorio.
Hace falta contar -desde donde quiera que estén- con quienes se atrevan a enfrentar el profundo agujero de corrupción con su mezcla de poderes y alteraciones de derechos, que subsume hasta las mejores intenciones de cambio. No es tarea fácil. De momento, cojan las gafas de mirar encuestas y recuerden: Metroscopia dio a Ciudadanos un 22,6% de intención de voto 3 semanas antes de las generales de 2015, frente a ese 13,9% que logró realmente. “La lucha del hombre contra el poder [dejénme que inserte: turbio] es la lucha de la memoria contra el olvido”. Lo dijo Milan Kundera.