Sabía el consejo de administración de Unidad Editorial, editora de El Mundo, que sería difícil que tras la salida de Pedro J. Ramírez éste se apartara silenciosamente del devenir del diario que fundó y dirigió hasta hace solo unos meses.
Un pacto, con varios millones de por medio, le obliga a Pedro J. a no competir con su antiguo periódico durante dos años. La salida del exdirector se rubricó en términos de mutuo acuerdo y de lealtad hacia la empresa a la que sirvió y de la que fue accionista (vendió también sus acciones con anterioridad a ese pacto y a un generoso precio).
Sin embargo, Pedro J. está haciendo caso omiso del espíritu del acuerdo, aunque no todavía de la letra, anunciando en voz baja que podría poner en marcha un nuevo periódico e incluso sugiriendo que estaría dispuesto a comprar la cabecera de El Mundo.
Este anuncio, al parecer, lo hace basándose en que el diario que dirigió está perdiendo sus esencias fundamentales. Lo cierto es que tener un despacho en la sede de Unidad Editorial no es lo más adecuado para aplacar e impedir la tentación intervencionista del que ejerció una dirección de autor en El Mundo y al que nadie, hasta el pasado 3 de febrero en que lo destituyeron, pudo poner firme frente a sus guerras personales sobre las que cimentó buena parte de su trabajo periodístico.
En las últimas semanas, según mis datos, El Mundo de Casimiro García Abadillo está remontando levemente sus ventas, parando el tremendo descenso que se produjo en la última etapa de Pedro J. Además, está consiguiendo recomponer los acuerdos publicitarios que se fueron al traste en esa etapa, y la empresa contempla con moderado optimismo la vuelta del verano en la que algunos grandes anunciantes parece que van a volver en cierta medida también a los diarios impresos. No es la panacea porque la crisis sigue ahí, pero parece que Pedro J. no lleva bien que “su diario” no se haya derrumbado tras su salida. Es lo que tiene el periodismo de autor, las esencias son las que uno destila y no las de un equipo de profesionales: sin él al mando del timón esto se iba al garete, eso es lo que uno acaba creyendo.
Los italianos propietarios de Unidad Editorial posiblemente estarían encantados de que le hiciese Pedro J., o cualquier otro, una buena oferta por la empresa, pero difícilmente venderían solo la cabecera de El Mundo sin el resto. Recordemos que tuvieron que provisionar en su balance cerca de 900 millones de euros por la compra de Recoletos, y que la venta solo de El Mundo tendría un precio desorbitado y fuera de mercado. Veo difícil que Pedro J pueda acceder en compañía de otros a recuperar “su diario”.
Es más fácil que intente medrar desde el interior y el exterior para embarcarse, junto con sus acólitos que siguen en El Mundo, en un nuevo proyecto.
A todo esto, un elemento distorsionador de “las esencias” fabricadas por Pedro J. es el de los rumores de fusión entre Grupo Vocento y Unidad Editorial que está sobre la mesa de algunos consejeros del grupo editor de ABC y al que se oponen el consejero delegado Luis Enríquez y buena parte del dividido accionariado del grupo de origen vasco y que no tiene visos de concretarse, pero que a Pedro J. le da alas a sus deseos de volver por la puerta grande.
Antonio F. Galiano es un firme defensor de la fusión y su exdirector está totalmente en contra.
Veremos...