Susana Díaz ha obtenido un triunfo incontestable. Es la más votada y va a seguir gobernando en solitario. Su situación ha mejorado de manera patente. Pero aún ha mejorado más la situación del gran ausente durante esta campaña muy a su pesar: Pedro Sánchez. En el premio de la presidenta andaluza parece estar el castigo. Su buen resultado puede obligarla a quedarse en San Telmo y no parece que le alcance para desembarcar en Madrid. Justo el equilibrio que más conviene al liderazgo de un Pedro Sánchez que ya tiene una derrota del PP para enseñar a sus votantes. La política y el fútbol son así. A veces no hay quién los entienda.
Andalucía ha puesto en cuestión la hasta ahora indiscutible efectividad del código mariano. No sabemos si sigue funcionando en el resto de España la propaganda masiva sobre la inminencia de una recuperación que no acaba de llegar, o asustar a la gente con el fin del mundo si gana alguien que no sea el PP. Pero sí sabemos que en Andalucía ya no funciona.
El destrozo popular emerge tan brutal como innegable. A diferencia de lo acontecido en las europeas, esta vez no hay una catástrofe socialista mayor para taparlo. El liderazgo de Rajoy no parece ni mucho menos en cuestión, pero la estrategia se ve claramente desfondada. Las municipales pueden acabar de hundirla.
Quienes esperaban una voladura espectacular del bipartidismo estarán sin duda decepcionados. Derrumbes como el de la UCD solo se producen una vez cada cien años. Aunque aparentemente resista, el bipartidismo no lo hace ni tanto ni tan fuerte como parece. Las cifras muestran que seis de cada diez votantes mantienen su confianza en los partidos del bipartidismo. La triste suerte que parece aguardar a las dos fuerzas que hasta ahora lo habían desafiado, IU y UPyD, invita a pensar que efectivamente todo cuanto sube rápido en política, antes o después, baja a la misma velocidad.
Pero tanto las cifras como las impresiones pueden resultar engañosas. Podemos competía contra unas expectativas absurdamente exageradas por su propia estrategia electoral. Ciudadanos ha disfrutado de un protagonismo mediático tan abrumador como súbito y efectivo. Dos elementos circunstanciales que no deben ocultar tanto la evidencia de que han duplicado el espacio que ya no ocupan PSOE y PP como la constancia de que ambos han aprendido a articular y transmitir un discurso alternativo y una oferta creíble. Y aunque no lo parezca, las ideas en política siguen importando.