El plan

“13 millones de españoles están en riesgo de pobreza o exclusión social”, leo en un titular mientras ojeo la prensa. A su lado, otro titular: “Solo los egoístas sobreviven” (habla la psicóloga de un equipo de fútbol, pero es lo mismo). La ideología neoliberal ha marcado la agenda en los últimos 40 años sin más fin que obtener el máximo beneficio monetario para unos pocos. Dicen que este año España ha recuperado el PIB previo a la crisis, pero al mismo tiempo se reconoce que la distribución de la riqueza es ahora mucho menos equitativa. Nuestro país es uno de los más desiguales de Europa. Y además aderezado con una corrupción insólita. La desigualdad rompe la democracia. La necesidad de rediseñar el modelo social parece clara.

En este momento que está sobre la mesa de la actualidad política el convocar una comisión que anticipe la reforma constitucional para abordar el sistema territorial, también debería aprovecharse para hablar del modelo de sociedad que queremos: blindar los derechos sociales, pactar la educación, prohibir las puertas giratorias, una imposición fiscal más solidaria, implantar una renta básica, hacer una ley electoral más justa, por ejemplo.

Esta semana me encontré en la web un cuaderno digitalizado del siglo XIX que contenía diversos patrones de diseño textil todos los cuales jugaban con diferentes formas geométricas y distintas combinaciones en una búsqueda clara de armonía y buen gusto. Algunas de las páginas mostraban anotaciones al margen, también podía verse la acción de la tijera y el pegamento, las distintas pruebas de colores, los motivos intervenidos o recortados. El caso es que cada hoja proponía un orden, trazaba un plan y mostraba el esfuerzo del trabajo en marcha.

Para construir, para elaborar cualquier cosa, desde unas reglas de juego a un patrón textil, se necesita un plan, un diseño, a fin de cuentas una disposición de las cosas. Si se quiere, se necesita “un relato”, aunque este término me provoca recelo porque me remite a un nivel de apariencias, de espectáculo, de ficción, puesta en escena.

En España no es que falte relato. No es que falte relato del plan. Es que quizás falta el plan. Falta la capacidad de imaginar y proponer un futuro, de disponer los elementos de la forma más armónica posible. Participación ciudadana, el concepto de trabajo, nacionalidades, territorios, lo público, lo común y lo privado, todo esto deberían ser los motivos básicos a partir de los cuales explorar diferentes diseños. Es necesario sacar lápices y tijeras, reglas, compases, papel celo.

Sabemos que cada acto del presente va construyendo el futuro, muchas veces sin darnos cuenta, otras dándonosla. Pero si el hoy dibuja el mañana también sucede lo mismo en sentido inverso. El futuro construye el presente desde el momento que se erige en un modelo por el cual guiarnos. En el momento que hay un plan. Lo que dibujamos, lo que vemos adelante nos hace comportarnos de uno u otro modo. No tener ningún horizonte a la vista es una condena casi segura. Igual que a nivel individual alguien deprimido no ve futuro, podría hablarse de sociedad deprimida. Desgraciadamente en este momento los dirigentes de los dos grandes partidos, PP y PSOE, demuestran que no tienen capacidad para ponerse a ello, o no tienen ganas. Las manos frente al papel en blanco parecen agarrotadas y las cabezas vacías. Que dejen paso a otros entonces.

En el cuaderno antiguo al que me he referido, no solo el diseñador revisó los patrones varias veces y rectificó o mejoró a voluntad. Algunas páginas, con el paso de los años, vieron sus dibujos transformados por el contacto continuo con los otros dibujos de las páginas a las que se enfrentaban, dando lugar a nuevos diseños insospechados. Así es como actúa el tiempo. Pasado, presente y futuro existen simultáneamente como bien sabían los extraterrestres que nos visitaron en la famosa novela de Kurt Vonnegut. Lo que sucedió hace años asoma en las sombras y los borrones de las páginas de hoy, como también asoma en ellas las líneas y los trazos que apuntan al mañana. Lo dice un personaje en la obra de Lewis Carroll: “¡Qué pobre memoria es aquella que solo funciona hacia atrás!”. Pues qué otra cosa es un plan sino una memoria hacia delante.

Un enlace por si quieres echar un vistazo a ese cuaderno de diseño aquí