La investidura no puede no producirse. El coste para el país en general y para la izquierda en particular es insoportable. Dentro de doce horas, estoy escribiendo a la 1 de la madrugada, el Congreso de los Diputados tendrá que investir a Pedro Sánchez como presidente del Gobierno.
Para ello es imprescindible el voto afirmativo de Unidas Podemos. Voto afirmativo que puede expresarse o bien aceptando formar parte del Gobierno en los términos en que le ha sido ofrecida su participación por el PSOE, o bien negándose a formar parte del Gobierno, por entender que es mejor quedarse fuera que entrar en tales condiciones.
No sé muy bien por cuál de las dos opciones optaría. Las dos tienen pros y contras. De lo que no tengo duda es de que no optaría por el no. La fuerza de la que dispone Unidas Podemos a lo largo de la legislatura con sus 42 escaños es muy superior a la que pueda tener en el caso de que se disolvieran las Cortes y se celebraran elecciones. Es muy importante que Unidas Podemos sea consciente de ello y de la importancia de su presencia con esa fuerza en esta legislatura.
Coincido con la opinión de Pablo Iglesias en su intervención final el pasado lunes, cuando anticipó que, en el caso de que no hubiera investidura y se tuvieran que repetir las elecciones, Pedro Sánchez no sería presidente del Gobierno. Sería una catástrofe para el PSOE. Pero no sería menos catástrofe para Unidas Podemos y para la mayoría social que se expresó políticamente el 28-A de la forma en que lo hizo. Unidas Podemos no puede hacerse responsable ni por activa ni por pasiva de esa tragedia. No puede responder a la irresponsabilidad del PSOE con otra irresponsabilidad. Es injusto, pero en ninguna parte está escrito que la política tenga que ser justa. La política es el arte de lo posible. Y el no a la investidura no entra dentro de lo posible para Unidas Podemos.
Ahora bien, si la alternativa ante la que se encuentra Unidas Podemos es mala, para el PSOE no es mejor. Pedro Sánchez va a obtener una mayoría de investidura sustancialmente idéntica a la que obtuvo Mariano Rajoy en 2016. El SÍ de Unidas Podemos en esta va a ser el equivalente de la abstención del PSOE en 2016.
Pedro Sánchez, por su racanería con un punto de irresponsabilidad, va a tener una mayoría de investidura, pero no una mayoría de Gobierno. Rajoy tuvo 137 escaños. Pedro Sánchez va a tener 123+1. Los 42 escaños de Unidas Podemos no son para gobernar, sino para no hacer saltar por los aires el sistema político.
Como consecuencia de ello, vamos a adentrarnos en una nueva legislatura, en la que no se va a poder garantizar la acción de Gobierno en los términos definidos en la Constitución. Pedro Sánchez no puede ser portador de un programa legislativo y presupuestario sin Unidas Podemos. Cada proyecto de ley, cada Presupuesto, cada decisión política de relevancia que exija su aprobación por el Parlamento la tendrá que negociar sabiendo que, de entrada, tiene más votos en contra que aquellos de los que él dispone.
No hubiera sido así con una negociación distinta. Pero va a ser así. Ha humillado a Unidas Podemos, pero él va a tener que soportar a lo largo de la legislatura el coste de dicha humillación. La soledad que él mismo ha elegido y que se hizo visible en la votación del pasado martes, la va a experimentar desde hoy mismo a pesar de que obtenga los votos necesarios para ser investido presidente del Gobierno. En cuanto haya terminado la votación, deja de tenerlos.
Para la izquierda española es una desgracia. Se ha dilapidado la primera oportunidad de un gobierno de coalición, que hubiera permitido además que la Constitución volviera a operar como una Constitución “normativa”, después de cuatro años en que nos estamos deslizando por la pendiente de la Constitución “nominal”. Me temo mucho que, con el clima generado en este proceso de investidura, no seamos capaces de revertir la tendencia.
Me gustaría confiar en que se reflexione sobre lo ocurrido. Hay daños irreparables, pero hay que hacer lo posible y lo imposible porque no vayan a más. Todos tenemos que aprender que estamos entrando en un nuevo tiempo y que tenemos que dejar atrás los reflejos del pasado.