No pueden creer lo que les está sucediendo. A sus ojos, la reunión de Podemos para decidir cómo quiere ser su partido pinta igual de mal que cada uno de sus pasos. Han decidido por su cuenta que las ideas que se plantean son decretos irrevocables y no propuestas –sometidas a votación durante toda esta semana–. Y se cumplen los peores pronósticos: ahora son menos radicales, y, sin duda, contradictorias.
¿Cabe mayor horror? Porque “populistas” no han dejado de ser ni aun así. Ocurre que los miembros de Podemos son muchos y preferían hablar de su futuro en Vistalegre, cómodos, y a salvo de las fuerzas de la 'Congregación de notables'. Hace unos días, los participantes en el círculo de Úbeda (Jaén) fueron multados con 100 euros por orden del alcalde del PP, que consideró actividad que altera la seguridad colectiva reunirse en un parque público un domingo a las 12 de la mañana.
Ellos se reúnen en sus círculos, sus actos, sus restaurantes, escriben en sus periódicos y no hablan de otra cosa: ese populista hortera y desgraciado está embaucando a la sociedad. Lo que parecía un simple capricho, una aventura, lleva camino de convertirse en una relación seria. Ella, la sociedad, ya sabemos, es tonta; ni cuenta en esta historia. Lo que realmente resulta intolerable es que haya osado meterse por medio ese mindundi de tres al cuarto –esgarramantas decimos en Aragón, que para esto somos muy expresivos–. Incomprensible, desde luego.
¿Es que no les han mirado bien? Ese señorío, esa enorme altura intelectual, los trajes que usan, lo repeinados que van hasta por debajo del cuero cabelludo, tan excelsos que su democracia profiláctica les sale por el cogote. ¿En qué está pensando ese espantajo al creer que tiene algo que hacer comparado con nosotros?, arguyen en voz baja o en alta.
Mentiroso y populista, no como nosotros, que nos volcamos en llevar la verdad por delante, cumplirla hasta dejarnos la vida y que no prometemos nada que no vayamos a cumplir. ¿Qué son esas paparruchas de la renta básica, la dación en pago o repartir las cargas? ¿Cómo va a ser viable eso sin que perdamos privilegios la gente que de verdad importamos? Los que sabemos lo que hay que hacer, lo que ella necesita, lo que quiere, lo que debe pensar, y cómo tratarla. La sociedad no sería nada lejos de nuestro lado. Él, en cambio, es un soberbio.
Total, sólo hemos rebajado los sueldos y mantenemos un paro alto pero ya empieza a revertirse con unos contratos estupendos. Mal pagados, por unas horas y fecha de caducidad, sí, pero algo es algo. ¿Subsidios? Los mínimos. Eso no fortalece el carácter y la autoestima, hay que esforzarse en buscar empleo. Es como si ella, la sociedad, no tuviera familia que, de toda la vida, es la que se ocupa de solventar las crisis económicas. Un plato de sopa siempre se encuentra, ya lo decía el anuncio.
Es como cuando se quejan de los miles de niños que han entrado en la precariedad. ¿Tampoco tienen un colchón de parentesco que les ayude? Nosotros, esto de la familia, lo llevamos muy a rajatabla, da grandes satisfacciones colectivas. En particular, cuando alguno accede a un buen cargo.
¿Unos bonitos copagos en la farmacia, repagos, dicen? Ay, estos sectarios, es que había muchos abusos. Uno debe aprender el valor de las cosas. Los desahucios, oponen, para calentar el ambiente. Hombre, es que, si uno se compromete a abonar un crédito, eso es sagrado. A los zarrapastrosos esos no hacen más que contarles que, mientras, les hemos dado su dinero y el rosario de su madre a los bancos. Alma cándida, si no lo hacemos se hunde la economía. A saber qué haría ese gañán en nuestra situación.
Es verdad que algunos se han pasado un poco, eso de las tarjetas para darse la vida de un virrey de las Indias, igual ha sido un poco descarado. Pero esas personas, en su mayoría, realizaban un trabajo. Y va el tipo y todos los de su calaña y les llenan la cabeza de pájaros: que si es el mismo banco que rescatamos. En fin, lo que es no saber de economía, no tener mundo, no saber estar, no codearse con los mejores: los que ganan más pasta.
A ella, a la sociedad, no se le puede contar todo. Es cierto que algunas veces, por altos intereses superiores, escribimos y ocultamos lo que no conviene que sepa. ¿Para qué? Se preocuparía inútilmente.
Y que algunas veces se desmanda, se queja, y hay que darle un buen correctivo, sí. Cuando uno tiene la misión de velar por la seguridad, por su seguridad, debe ser ejemplar en los escarmientos.
¿De qué se queja? ¿No tiene el fútbol, programas de televisión del corazón y de debates tan entretenedores? Ay, por allí se colocó ese pelele. A saber la vida que le daría. Porque además es un sujeto muy discutidor, un broncas. Todos ellos lo son. En su grupo hay discrepancias, no como nosotros, que lo que dice el que manda va a misa. Si cambia el que manda, pues igual, también va a misa. O a otro lado, vamos, el caso es seguir al líder. Si es preciso se le hace la cama por debajo, pero dar ese bochornoso espectáculo, no, los trapos sucios se lavan en casa.
Con lo dócil que era ella, y ahora nos viene con éstas. La culpa es de él. Qué osadía desafiarnos, es inaudito. No puede estar ocurriendo esto. Además, es que con él a la sociedad le irá peor…
¿Cabe peor?
Lejos de reconocer sus muchos errores y tratar de enmendar alguno, la 'Congregación de notables' se empecina en persistir y aun agravar su actitud. No cabe cerrazón más suicida, más patética prepotencia. No han entendido nada. En ninguna relación humana funciona el imponerse porque sí, la soberbia sin causa, ese desprecio insuflado de superioridad hacia quien –al menos– no está tan cargado de porquería–. En política, en periodismo, la valía hay que demostrarla a diario.
Están arrojando a media España en brazos de Podemos, quieran o no quieran. Es alentador ver que surge un movimiento así de ese fiemo que nos han echado encima. Suscita grandes esperanzas pero déjenle formarse y hasta cometer sus propios errores, antes de boicotear cada uno de sus pasos poniéndose en ridículo.
Produce rechazo tanta obsesión. Hacia quien ningunea e insulta, naturalmente. Seguro que existen ciudadanos que aún creen en los milagros y que preferirían recobrar otras opciones, por el simple hecho de poder elegir. Para tener la sensación de vivir en un país sereno, maduro y democrático. Pues incluso a estos los están alejando con tan machacona insistencia. Con esa arrogancia impropia. Al pavo real basta con mirarle por detrás para verle el trasero.