La maratoniana e intensa jornada del sábado sirvió para plasmar en la realidad los deseos manifestados por los españoles el pasado 28 de mayo. En resumen, podemos concluir que Pablo Casado parece haberle ganado la partida negociadora a Albert Rivera en su acuerdo nupcial. El PSOE ha ampliado significativamente su poder local, aunque se queda sin haber conseguido gobernar en la Comunidad de Madrid. Para la izquierda en conjunto, es un importante fracaso haber perdido la emblemática ciudad de Madrid, aunque al menos se ha mantenido Barcelona. Queda la incógnita de Vox. Pese a su retroceso electoral respecto a las generales, tiene la posibilidad de alcanzar cuotas de poder no obtenidas en las urnas, sino en la mesa de negociación.
En la ciudad de Madrid, con apenas un 7,6% de los votos, proclama que va a tener responsabilidades directas sobre barrios donde no apoyan sus políticas más del 90% de sus vecinos. La derecha ha ganado en Madrid y le corresponde gobernar. Pero la inmensa mayoría del voto conservador ha apoyado al PP y a Cs, no a Vox. Como hemos visto en Oviedo, cuando PP y Cs pueden aislar a Vox, lo hacen ¿No es posible que la izquierda pudiera secundar el aislamiento de la ultraderecha facilitando a la derecha mayoritaria la aplicación de sus políticas que, democráticamente, han obtenido la victoria en las urnas? Queda la pregunta en el aire. Mientras, repasemos las conclusiones que podemos extraer de lo sucedido:
1/ Pese a la fragmentación vivida, los bloques ideológicos tradicionales de derecha e izquierda siguen siendo la base de nuestro sistema político. La posibilidad de buscar alianzas basadas en otros ejes ha quedado desdibujada.
2/ Ciudadanos se ha convertido en la principal fuerza de apoyo electoral del Partido Popular. Los votos dirigidos al partido de Albert Rivera han servido básicamente para permitir al PP llegar a la alcaldía en significativos municipios. Casi no se ha podido ver el fenómeno inverso al no haberse producido sorpasso en casi ningún ámbito.
3/ Vox ha conseguido aprovechar su determinante situación para pactar su acceso a gobiernos municipales. El PP ha defendido el acuerdo, mientras que Ciudadanos acepta participa en un ménage à trois, pero sin tocar a uno de los participantes.
4/ Cuando PP y Cs no han necesitado a Vox para llegar a la mayoría absoluta han prescindido de ellos sin problema, por ejemplo, en Oviedo. Prefieren manifiestamente dejarles fuera si pueden. Mientras tanto, Vox defiende que su derecho es el de tener una cuota de poder, donde la derecha es mayoritaria, equivalente al porcentaje de votos obtenido en las urnas.
5/ A diferencia de lo ocurrido en otras ocasiones, la izquierda apenas ha destacado por sus divisiones internas. El buen resultado alcanzado por el PSOE frente a otras alternativas progresistas le ha permitido manejar sin grandes tensiones los procesos de negociación.
6/ La fórmula manchega que ha facilitado acuerdos entre PSOE y Ciudadanos abre una incógnita. Rivera y los suyos pusieron como condición para alcanzar acuerdos con los socialistas que los líderes territoriales correspondientes debían renegar públicamente de las políticas de Pedro Sánchez. En ningún caso, este requisito se ha cumplido y, sin embargo, los pactos se han llevado adelante sin mayor problema.
7/ Barcelona se ha convertido en la única capital importante, junto a Cádiz, donde el universo Podemos ha mantenido la alcaldía. Para ello, ha conseguido el apoyo del PSC del que le separaban menos de 20.000 votos y 2 concejales (10 para Colau y 8 para Collboni). El llamativo apoyo de Valls posibilitó la mayoría.
8/ Pamplona marca otro hecho destacable. El PSOE decidió no participar en la pugna entre la coalición derechista Navarra Suma y el bloque independentista con Bildu a la cabeza. Con esa decisión, los socialistas facilitaron el gobierno de los conservadores (PP, Cs y UPN) y ponen una barrera con Bildu. Dentro de unas semanas volveremos a oír hablar de pactos de hermandad de los socialistas con los amigos de los terroristas. Entonces alguien debería a acordarse de lo ocurrido en Pamplona.
9/ Otra comprensible desazón es la sufrida por el independentismo catalán. Es evidente que Colau ha preferido ser alcaldesa gracias al no independentismo que ser segundona con los independentistas. Lo curioso es la reacción de ERC y Junts, que se quejaron de que no se haya respetado la lista más votada. Olvidaron en esos momentos que Inés Arrimadas fue la más votada en las elecciones al Parlament. Entonces, alcanzar una mayoría pactada era más democrático.