El PP miente, ha mentido y mentirá
Una idea esencial a no olvidar es la que formuló el escritor checo Milan Kundera: «La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido». Contra el poder corrupto y opresor, porque es precisamente ése el que se ocupa de borrar hasta los hechos y reescribir la historia para conseguir sus fines. La mayor trampa que nos podemos hacer a nosotros mismos es no recordar tal cual es la realidad vivida.
Estamos inmersos en una intensa ofensiva de la derecha para deslegitimar al Gobierno democrático e imponer su ideología y sus métodos: su poder, ese que exige especial memoria de lo ocurrido. Es flagrante acusar al Gobierno de tomar el control de la justicia como hacen las tres derechas nacionales y sus cómplices mediáticos, cuando ha sido la práctica habitual del PP durante años. Ahora mismo tienen atrincherado el Poder Judicial, sin renovar cuatro años desde que caducó su mandato constitucional. Feijóo lo confiesa tan tranquilo y siguen atribuyendo culpas a PSOE y Unidas Podemos por intentar sortear –legal y legítimamente- su fraudulenta obstrucción. Es de no creer, si no viviéramos en España, el reino de la impunidad para estas cosas.
El problema con las derechas españolas queda al margen incluso del terreno ideológico; lo fundamental es que mienten a saco, sin el menor escrúpulo. Muchos políticos falsean los datos, desde luego, pero al nivel del PP muy pocos. Han hecho de la mentira su estrategia, tal vez por cuanto esconden sus políticas en la práctica. No son de fiar, “quien hace un cesto hace ciento”, diría Mariano Rajoy a quien tanto le gustan los refranes antiguos.
Mariano Rajoy. Fue el gran destructor del Estado del Bienestar, pero eso tampoco se recuerda, aunque él mismo lo declaró ufano en algún momento. Como “nadie da duros a peseta” que diría él mismo, lo que quitas de un lado y no se repone deja en cueros los servicios públicos. Ciertamente contó con la entusiasta colaboración de las comunidades autónomas de su partido. Madrid en particular, que, más bien guiada por Aznar y Aguirre, ha desembocado en el destrozo actual de Ayuso de la sanidad pública, la educación o el sistema fiscal, que hoy se utiliza para favorecer a los más ricos.
Pero, claro, a las buenas gentes conservadoras, muy conservadoras, lo que les irrita hoy es la toma de la justicia por parte del gobierno actual, como dicen los medios que les jalean. Veamos.
Año 2013. El Gobierno de Rajoy reformó el Consejo General del Poder Judicial a su medida. Rajoy incumplió su propio programa electoral de 2011 en el que se comprometía a que los vocales del CGPJ fueran elegidos por los jueces. Con los únicos votos del PP, Gallardón sacó adelante un texto que permitía al Gobierno renovar en solitario a la mitad del Poder Judicial sin contar para nada con El PSOE. Cambiaron el CGPJ de arriba abajo: composición, nombramientos y funciones. Eso les permitió colocar a gran número de magistrados en puestos clave. La mayoría de las asociaciones de juristas lo rechazó enérgicamente y el PSOE presentó recurso al Constitucional. Consideraban que era intromisión política en la Justicia. Y el TC tumbó el recurso, aunque tres vocales lo apoyaban. Son hechos.
El actual CGPJ fue nombrado pues en 2013 y ahí sigue, igual. Desde entonces los españoles han votado cuatro veces, el PP ya no tiene mayoría absoluta, ni mayoría siquiera. Y, si se renueva el Consejo, la derecha dejaría de mandar: por eso lo bloquean, explicaba aquí Ignacio Escolar. Lo mismo ocurre en el Tribunal Constitucional. Peor todavía porque el PP coló a dos magistrados muy cuestionados, Espejel y Arnaldo, a cambio de presuntos futuros acuerdos. Ahora dicen que ya están bien así, que los progresistas esperen lo que ellos decidan. Confiar en el PP es hacerlo en el escorpión que transporta a la ranita para cruzar el río, salvando las distancias.
Los que ahora pueblan “informativos” y tertulias acusando al Gobierno de atentar contra el Estado de Derecho actúan, con la ocultación de tantos datos esenciales, como cómplices de una situación que tiene las instituciones en una situación muy lamentable. Lo verdaderamente patético es que barones del PSOE a los que solo quedan la E de español se alineen con toda la derecha. Los años les han ido demostrando cuál es su verdadera raíz ideológica. Ahí tienen a García Page, el presidente de Castilla-La Mancha, clamando, ofendido “como español”, dice, por la reforma de los delitos de sedición y malversación. Y va más allá al decir: “No es tolerable pactar con delincuentes su propia condena”.
Otro ser sin memoria. España se ha plagado de aeropuertos sin aviones (Castellón), fallidas ciudades de la justicia (Madrid), la Cultura (Galicia) y un sin fin de fiascos en los que nuestro dinero se ha tirado por las alcantarillas para glorias varias de quién sabe quiénes. En todos los casos, el dinero público ha de servir para fines públicos, pero, ¿han oído ustedes a esta gente decir algo de todo aquello? El grito de hoy es ideológico.
¿Ha cambiado Pedro Sánchez de opiniones en el tiempo? Sí, en algunos puntos. Pero puede hacerlo dentro de cauces legales y democráticos, como es el caso. Y el giro es más acorde con postulados progresistas.
El PP miente para ocultar o atenuar sus verdaderas políticas. La que más le interesa es, sin duda, la económica. Hagamos memoria, pues. El sábado 9 de junio de 2012, el Gobierno del PP que dirigía España pidió un rescate de 100.000 millones de euros. Al mismo tiempo, Rajoy dejó el presupuesto para 2012 de todos los ministerios en 122.083 millones, y eso antes del recorte extra de 10.000 millones en sanidad y educación. A los bancos se les entregaba 100.000, casi la misma cantidad. Y ese dinero se ha dado oficialmente por perdido. Salió de nuestro Estado del Bienestar, de nuestras prestaciones mermadas, de nuestros impuestos. Ahora Rajoy hace crónicas de fútbol y los medios le elogian con especial afecto. ¿Pedirá alguien para Rajoy cargos por malversación de caudales públicos?
Feijóo en 2012 no estaba en lejanas montañas, sino en Galicia como presidente de la Xunta. Y Ayuso en el PP, aunque fuera llevando la cuenta del perro de Aguirre. No ignoran nada de lo ocurrido.
La justicia aún no ha logrado determinar quién es el M.Rajoy de los Papeles de Bárcenas. Y dio por buena la destrucción de los discos duros del extesorero, borrados hasta 35 veces. No han imputado a Esperanza Aguirre en ninguna de las tramas de corrupción probadas que implican a algunos de sus subordinados. Ni siquiera se ha investigado el Tamayazo que instauró el peculiar Régimen PP de Madrid. Este martes se han cumplido mil días del protocolo de la vergüenza firmado por el Gobierno de Ayuso que dejó morir en las residencias a más de 7.000 ancianos sin asistencia médica. La Fiscalía no actúa. En nada, tampoco en la sospechosa construcción y uso del Hospital Zendal. Tan campante anda María Dolores de Cospedal, ex número dos del PP, en su lugar del universo Villarejo como alguna voz mediática que sigue envenenando la concordia social desde la televisión. Un poco de pudor no les vendría mal para dejar de tomarnos así el pelo.
Los ciudadanos también tienen mucho que decir. Refrescar su memoria y su dignidad. Cuesta creer que alguien sensato y honesto pueda confiar en un partido que engaña en tales magnitudes y utiliza tan burdas mentiras para lograr sus propósitos, pero hay personas a quienes no les importan y otras tragan lo que quieren creer. Siempre encuentran una explicación. Y se irían al borde del abismo guiados por quienes les abducen, antes de aceptar la realidad. Si el PP y aledaños miente es porque no le pasa factura alguna, por eso seguirá mintiendo.
Personalmente me parece que atenta mucho más contra cualquier sociedad el corromper, mentir o estafar a todo un país que poner unas urnas para votar la posibilidad de plantear un referéndum formal, como hicieron en el Reino Unido con Escocia, con la elegante neutralidad de la reina Isabel II por cierto. Aquello sí ataca los pilares de la convivencia y lleva a muchos ciudadanos a una precariedad injusta. Debería estar penado. Eso sí. Pero para ello ha de haber una justicia independiente y liberada y unos medios que informen. Círculo vicioso que encierra un pestazo inmenso a corrupción, por eso se revuelven de tal manera al menor intento de abrirlo y que entre el aire.
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