Cuatro días antes de las elecciones del domingo este diario publicaba un reportaje basado en resultados anteriores cuyo titular era el siguiente: 'La Andalucía pobre no llega a las urnas: los barrios más desfavorecidos se abstienen y las rentas altas se movilizan'. Un día después de los comicios publicaba este otro: 'Los habitantes de las zonas más ricas fueron más a votar este 19J y los de las más pobres optaron por quedarse en casa'.
No es una brecha nueva ni tampoco exclusiva de Andalucía. A propósito de las generales de noviembre del 2019 nuestro equipo de Datos realizó un magnífico informe en el que se comprobaba que la izquierda seguía arrasando en los barrios más pobres y la derecha, entre el 10% más rico. A la izquierda la votan las clases más desfavorecidas, pero cada vez menos. Este domingo la abstención creció hasta dos puntos en las secciones censales con peor renta.
La diferencia entre ricos y pobres se ha ampliado también en las urnas, pero en Andalucía han pasado más cosas. La mayoría absoluta de Moreno Bonilla no se ha cimentado solo en los escombros de Ciudadanos. Las secciones censales donde el PP ganó más votos (en las que subió más de 15 puntos) suma nuevos votantes y mirando los números, como se aprecia en el siguiente gráfico, hay también antiguos electores socialistas. Un primer análisis realizado por Ipsos calcula que un 17% de los electores que en las últimas generales votaron al PSOE este domingo lo han hecho por el candidato popular. Es de suponer que en la sede de Ferraz alguien debería estar planteándose seriamente que si han apoyado al PP de Moreno Bonilla tal vez puedan hacer lo mismo con el de Feijóo en año y medio.
A la izquierda le ha penalizado la abstención y algunos incluso se han cambiado de partido. Eso le obliga a una reflexión que va más allá de tomar nota. El Gobierno debe preguntarse por qué las medidas económicas y sociales adoptadas para paliar los efectos derivados de la crisis, la pandemia y la provocada por la guerra en Ucrania, no son suficiente motivo para apoyarles entre muchos de los electores que han sido los principales beneficiarios de esas decisiones. No basta con decir que se ha hecho mucho, como repiten desde hace meses en la Moncloa. Lo que debe responderse es si han hecho suficiente. Su posición respecto a cuándo y cómo debe ser el impuesto a las eléctricas o el control de los precios del alquiler pueden ser dos buenos puntos de partida para reflexionar sobre ello.
Otra pregunta, también incómoda, que debe hacerse en este caso el espacio que se sitúa a la izquierda del PSOE es si la fragmentación que les ha penalizado en las urnas (si Por Andalucía y Adelante Andalucía hubieran ido juntas, habrían tenido cinco escaños más) puede sostenerse mucho tiempo más. El presidente del grupo parlamentario de Unidas Podemos en el Congreso, Jaume Asens, ha llamado a “reaccionar, tomar nota y hacer autocrítica”. Reconocer un error es el primer paso para poder enmendarlo.
Queda un año y medio para las elecciones generales. Puede parecer mucho, pero no lo es. El PP ha logrado frenar a Vox en Andalucía por méritos propios y porque la campaña de Macarena Olona no ha podido ser más desastrosa. Si el resultado hubiese sido distinto y Moreno Bonilla la hubiese necesitado, no habría tenido reparos en aliarse con ella. Pero si la izquierda confía en que con alertar de los peligros que supone una alianza de la derecha que se presenta como moderada (aunque sus políticas a menudo les desmientan) con el neofascismo de Abascal, será suficiente para frenarlos se equivocará.
Sánchez tiene muchas esperanzas puestas en el revulsivo que puede suponer para él la presidencia europea en el último semestre del 2023. Decía Bernardino León, diplomático y que formó parte del equipo de Zapatero en la Moncloa entre el 2008 y 2011, que en la segunda legislatura los presidentes pasan de Soria a Siria. Pero Sánchez, pese a los evidentes logros que ha obtenido en Bruselas empezando por la autorización al tope del gas, lleva cuatro años y si quiere repetir más vale que no se olvide de Soria en lo que le queda de primera legislatura.