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La prudencia mató al clima

Capacidad de pensar, ante ciertos acontecimientos o actividades, sobre los riesgos posibles que estos conllevan, y adecuar o modificar la conducta para no recibir o producir perjuicios innecesarios. Esta es la definición que me ofrece Google de la palabra prudencia. Me encanta. Pero vamos a ser un poco más rigurosos. A ver qué me dice sobre esta entrada el Diccionario de la Real Academia. Prudencia: Templanza, cautela, moderación; sensatez, buen juicio; una de las cuatro virtudes cardinales, que consiste en discernir y distinguir lo que es bueno o malo, para seguirlo o huir de ello. Todavía mejor.

Los científicos que estudian la evolución del cambio climático son un buen ejemplo de ambas definiciones. Estos especialistas no establecen nada de manera categórica. Son unos adictos al método, unos yonkis de la precisión. Tampoco lo harían si les preguntásemos si mañana saldrá el Sol: very likely nos responderían. Esa es su muletilla. Por eso uno cree que cuando recurren a ella quieren decirnos que sí, que seguro que va a ocurrir.

Así, desde la prudencia que inspira su carácter, nos dicen en sus informes sobre la evolución del cambio climático que es very likely que tengamos que acostumbrarnos a vivir olas de calor como la que padecemos: la segunda en importancia desde 2003 según la Agencia Española de Meteorología (Aemet).

En aquella ocasión murieron miles de personas en toda Europa como consecuencia de las altas temperaturas. En España duró 16 días y causó 141 muertos según fuentes oficiales. La siguiente, en 2012, no fue tan intensa pero afectó a mayor parte del territorio: 40 de nuestras 52 provincias soportaron un calor extremo.

La que estamos soportando estos días, y que puede reavivarse la semana próxima, llega después de varios récords de altas temperaturas a lo largo del año. Como los 44,4 ºC que se marcaron en Carcaixent (Valencia) el pasado 14 de mayo: la temperatura más alta de un mes de mayo en el continente europeo desde que se tienen registros. Eso es lo significativo, los valores generales al alza, no la ola de calor en sí.

La máxima registrada en España son los 47,2 ºC que se alcanzaron el 4 de julio de 1994 en Murcia. Un récord al que se han acercado estos días en Valencia con 45,9 oC y Córdoba con 45,2 oC. También anduvieron cerca los 44,5 oC de Zaragoza y los 43,1 oC de Lleida. Pero atendiendo a la prudencia de los científicos, lo cierto es que los récords de temperatura no pueden ser considerados como indicador de cambio climático.

Lo inquietante no es que estemos sufriendo una abrasadora ola de calor, otra más en nuestro largo historial. Lo verdaderamente alarmante es que esas olas de calor sean cada vez más intensas y su período de recurrencia, más corto. Pero sí que podemos asociar con el cambio climático el hecho de que 2014 haya sido el año más cálido desde que se tienen registros y que 2015 lo vaya a superar de largo. Que 14 de los 15 años más cálidos de la historia sean los últimos 14: eso sí es relevante y revelador, incluso desde la más rigurosa de las prudencias.

Entre los científicos que estudian el clima (más de 2.000 investigadores pertenecientes a distintas disciplinas) hay, como en todos los colectivos, conservadores, moderados y punkis. Estos últimos fueron los que se atrevieron a dibujar uno de los modelos más catastrofistas de los últimos informes del IPCC, el famoso A1FI, que augura como likely un aumento de temperaturas de más de seis grados para finales de este siglo. Estamos hablando de temperaturas medias. Eso supondría que en verano alcanzaríamos valores sostenidos durante varios días superiores a los 50 oC ¿Son unos imprudentes los climatólogos que han elaborado ese modelo o lo que son es más sinceros?

Por eso me pregunto si ese desesperante very likely fruto de la cautela no estará ralentizando el tiempo de reacción para evitar el temible escenario A1FI de los punkis del IPCC. Me pregunto si la prudencia no estará matando al clima.