Franco murió en la cama y Rajoy agotará su legislatura. Me temo que así será. Después de un año y medio de gobierno de destrucción masiva, ineptitud y prepotencia del PP, mentiras y corrupciones intolerables y derechona reaccionaria y represiva, no veo signos de una reacción ciudadana masiva que ponga en aprietos a este régimen. Tampoco podemos contar con la oposición. Así que ni siquiera tengo la certeza de que este presidente muera en las próximas urnas. Capaces son la caverna y la desidia de darle otros cuatro años de vida. Franco murió en la cama y Rajoy también lo hará.
Confieso que durante meses albergué la esperanza de que el gobierno del PP no aguantase más allá de 2013. Hace unos meses creí que el escándalo de Bárcenas y su pésima gestión por parte de Génova, le acabarían dando la puntilla a este pésimo gobierno. Pero ahora creo que me dejé llevar más por mis deseos que por la realidad de este país. Y la realidad es que aquí los caudillos se nos mueren de viejos y los presidentes pueden hacerlo rematadamente mal y aún los volvemos a votar para que nos rematen. En España es tristemente cierto que la mayoría piensa que la democracia es ir a votar cada cuatro años.
Asumámoslo: la sociedad española en su conjunto es acomodaticia, sumisa, poco participativa y poco dada a disolver gobiernos por la fuerza de la calle. Aquí solo derrocan gobiernos los militares. La miseria tendría que ser insoportable para que hubiera un estallido y nadie desea que aumente la pobreza. Aquí no habrá Tahrir ni Taksim porque hay una anestesia de años de bienestar y falta de cultura de lucha que insensibiliza a la mayoría. Aquí cuando empiezan a pegar nos vamos corriendo, yo el primero. Aunque eso sí: si fuéramos más correríamos menos. Si estuvieran los 6 millones de parados, todos los desahuciados y sus familias en la calle no habría antidisturbio que nos parara. Si todas las mareas indignadas se plantaran juntas en la calle, Rajoy tenía que salir por Pirineos. Pero el caso es que eso no ha ocurrido ni parece que vaya a ocurrir.
Nos falta coordinación. Nos falta cultura de lucha y resistencia callejera. Nos falta minería y nos faltan décadas de educación asociativa y participativa. También nos falta solidez democrática en los medios de opinión pública y en la ciudadanía. Tenemos mucha partitocracia, mucho clientelismo, demasiado bipartidismo cautivo, demasiado miedo al cambio y poca democracia real. Por eso aquí no caen los gobiernos, caemos nosotros. Aquí no dimite ni dios porque no los hacemos dimitir. En otros países los políticos no dimiten porque sean mejores políticos sino porque tienen una sociedad mejor enfrente. Y eso hace mejores políticos.
España tiene los políticos que se merece, o sea, tenemos los políticos que la mayoría quiere. A la minoría nos toca padecerlos. Asumámoslo pero no como una derrota sino como un acicate. Ahora más que nunca no podemos dormirnos porque hay mucha gente a la que despertar. Asumamos también que el camino es largo y lento, que los cambios serán pequeños y las frustraciones grandes pero también cada mínimo logro será inmenso. Aplaudo a cada hombre y mujer que se sigue dejando la piel para romper la costra que la mayoría tiene.
Hago esfuerzos por no ser derrotista pero debo reconocerles que cada semana me cuesta más afrontar esta columna crítica porque siento que ya he denunciado todas las formas posibles de desvergüenza de este gobierno y este sistema. Me ocurre lo mismo al leer a mis compañeros y los comentarios que ustedes nos dejan. Cada semana repetimos las mismas quejas, solo cambian los detalles. Pero no cambia la sensación de que en este país no pasa nada ni pasará por más que la situación sea intolerable. Me pregunto qué tiene que pasar para que toda la sociedad reaccione y estalle. Creo que la respuesta es que la mayoría asume que nunca pasará nada. Y por su culpa, nunca pasa.
Pero vaya que si pasan cosas. Pasa que en España ya hay mucha gente que tiene hambre como en la posguerra, millones no tienen trabajo, miles han sido estafados, miles han perdido sus casas, miles abandonan el país, pasa que hemos sido engañados, apaleados y robados impunemente por quienes nos dirigen, pasa que nos han quitado infinidad de derechos, pasa que los ladrones andan sueltos y están en todas las instituciones del Estado y pasa que la sanidad, la educación, la innovación, el futuro de este país se van al garete. Pero no pasa nada. La revolución no será televisada porque la mayoría estará viendo el televisor.
No habrá revolución pero hay rebeliones. Y esas rebeliones pequeñas, diminutas, invisibles y ese 15M agitador son los que están virando poco a poco la dirección de la máquina. Tan poco a poco que nos cuesta ver el resultado. Hablaremos de él en unos años. Mientras tanto asumamos que nos vamos a tener que tragar enterito este gobierno.
Rajoy morirá en su cama política. Ojalá me equivoque. Si escribo esto es porque quisiera estar equivocado. Si escribo esto es porque quisiera que más gente al leerlo reaccionara y me demostrara que estoy equivocado. Sinceramente creo que hay que ser muy indecente o muy inconsciente para tolerar un gobierno y un sistema como estos sin levantarse, salir a la calle y decir basta.