Regreso a las raíces: Trump, un gobierno de “delincuentes”
Es como si Estados Unidos recobrara el carácter de sus fundadores. Aquellos criminales que Gran Bretaña enviaba a colonias a partir del siglo XVII, a los que luego se fueron sumando desde otros lugares de Europa delincuentes y excluidos varios de los que no tienen nada que perder. Esa marca de origen de buscavidas sin escrúpulos que muchos aún reivindican con orgullo allí, aunque no se quiten de la boca la ley y el orden. De la boca, solo. Donald Trump, ganador de las elecciones de noviembre, vuelve a la Casa Blanca en un segundo mandato cargado de rencor por haber sido apeado hace cuatro años, y dispuesto a dar una bofetada mayúscula a todo el sistema demócratico. Ahora tiene todo el poder. Las dos cámaras legislativas y el ejecutivo por los votos y la justicia por sus maniobras en el mandato anterior. Los nombramientos que adelanta son toda una provocación para que nadie se llame a engaño, aunque tantos lo hagan ávidos de creer en lo que no ven.
Donald Trump cumple perfectamente el papel del estadounidense genuino. Sus ancestros son emigrantes alemanes y escoceses que igual eran unas divinas personas, aunque de él no puede decirse que sea un hombre honesto y de principios. Ni en su vida personal, ni en la profesional como empresario. Su primer mandato político se jalonó mandando a sus seguidores a asaltar el Capitolio. En ese juicio no ha llegado a sentarse en el banquillo, sí en otros y ha sido condenado por 34 delitos graves. Se diría que en ningún país democrático podría volver a ser presidente, pero en Estados Unidos, sí. Y a sus votantes no les importa, o quieren creer que no sucedió así. Además, Trump se preparó para la ocasión realizando docenas de nombramientos judiciales, incluidos tres claves para la Corte Suprema. Todo delincuente con aspiraciones de poder sabe que precisa controlar la justicia. Es algo que sabemos todos, ¿verdad?
Podemos afirmar –en la matemática de los datos– que el primer delincuente del gobierno Trump es el propio Trump, pero hay más, desde un condenado por abuso sexual a un defensor de criminales de guerra. Y, desde luego, con “delitos” de criterio, como negacionistas del cambio climático o de las vacunas. Es decir extrema derecha dura, ignorante y violenta. A Trump ya le han limpiado el expediente en pocos días, los presidentes gozan de inmunidad.
Una de las principales prioridades de Trump va a ser la lucha contra la inmigración. Ahí coloca a Stephen Miller y Tom Homan. Este último, llamado el Zar de la Frontera, tiene en su haber la separación de más de 5.000 familias, detenidas al llegar a Estados Unidos y se le vincula a un grupo de “odio anti-musulmán”. Homan se encargará de la gran deportación masiva de migrantes sin papeles que ha prometido Trump. En unión de Miller, un supremacista blanco que abraza la teoría conspirativa del gran reemplazo. Para Seguridad Nacional pone a una mujer, una de las pocas, si no la única. La gobernadora de Dakota del Sur, Kirsti Noem, sin experiencia en inmigración o seguridad nacional. Ha sido duramente criticada y no por su ideología ultraderechista y los daños que suele acarrear. El problema fue que ejecutó de un disparo a una perra de su propiedad de 14 meses porque tenía mal carácter y no era buena cazadora, según ella misma confiesa en sus memorias.
Justicia, el Pentágono y las agencias de inteligencia fueron los obstáculos que Trump considera fueron más duros en su primer mandato. A salvo de sus nombramientos en la Corte Suprema que se la dejó niquelada.
En este segundo, lo va a solucionar mejor aún. Matt Graetz será, en principio, fiscal general del Estado. Perteneciente al ala más ultra del partido republicano ha dejado su escaño en el Congreso porque el Comité de Ética estaba a punto de hacer público un informe demoledor sobre su conducta sexual, al menos con una adolescente. Ahora el informe simplemente se archiva. Son los Estados Unidos. Esta misma semana, Gaetz sugirió abolir el FBI y la Oficina de Alcohol, Tabaco, Armas de Fuego y Explosivos, que dependerían de él como fiscal general, cuenta The New York Times.
A la CIA va John Ratcliffe. Como director entonces de la Agencia de Inteligencia Nacional, Ratcliffe publicó información no verificada sobre la influencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016. Ayudó también a Trump en los bulos contra Hillary Clinton. Aquí declara que Estados Unidos debería llevar a cabo ataques conjuntos contra Irán con Israel.
Para Defensa nomina a Pete Hegseth, un presentador de fin de semana de Fox News que no tienen ninguna preparación para dirigir una fuerza armada de dos millones de soldados, aunque sirvió en el ejército U.S.A. A Trump le gustó por su defensa de un criminal de guerra militar condenado por el asesinato a sangre fría, desarmado, de un adolescente en Irak en 2017.
“El Covid-19 está diseñado para atacar a las personas blancas y a las negras. La gente más inmune son los judíos y los chinos”, declaró Robert F. Kennedy Jr., futuro ministro de Sanidad, que en línea a este pensamiento es, asimismo, antivacunas.Trump le dijo que “hiciera lo que quisiera” con la atención sanitaria de las mujeres, y que le dejaría “que se desfogara” con los alimentos y las medicinas. Para Sanidad va, de una población de casi 335 millones de personas.
A Lee Zeldin le va a corresponder, como Director de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), desregular para suprimir trabas a productos contaminantes. Dado que Trump quiere “restaurar el dominio energético estadounidense y revitalizar nuestra industria automovilística para que vuelvan los puestos de trabajo a EEUU”, ha declarado.
Marco Rubio, hijo de migrantes cubanos y senador por Florida, ha sido confirmado como secretario de Estado: duro con China, contrario a la ayuda a Ucrania y proisraelí. Considera que Hamás “tiene el 100% de culpa”.
Elise Stefanik, futura embajadora de EEUU ante la ONU, es la que se encargó de perseguir las manifestaciones propalestinas en las universidades y de que fuera expulsada al menos una rectora acusada de antisemitismo.
Todos los cargos auguran un gran apoyo al Israel de Netanyahu en su genocidio de los palestinos, aunque Trump prometió acabar con el conflicto. Veremos cómo, seguramente lo veremos... con horror. Quienes en España decían que los dos candidatos eran iguales, estaban algo alejados de la realidad.
Así en general se ve a muchos de los votantes de Trump. Eriza la piel escuchar entrevistas en donde un hispano le ha votado pensando… “en la inflación”, y no cree que su madre –sin papeles– se vea afectada por la promesa de la deportación masiva. Las creencias que matan la realidad y el futuro.
En Dearborn, la ciudad de Michigan donde aproximadamente la mitad de la población es de ascendencia árabe, Trump ganó por al menos 2.500 votos más que Harris. Y no fue solo de protesta contra los Democrátas a los que solían votar. “Creo que es una persona diferente de la que era en 2016 y 2020”, dijo Bishara Bahbah, un palestino-estadounidense y fundador de Arab Americans for Trump, al Canal 12 de Israel. “Ahora quiere el fin de la guerra y una paz duradera en Medio Oriente. Y eso es lo que resuena en las comunidades árabes y musulmanas estadounidenses”, declara Bishara. Lo publica el Washington Post, cuando precisamente Trump reinicia el idilio con la extrema derecha israelí.
J.D. Vance, el vicepresidente, ya ha dado su medida en la campaña, escasa medida. Lo que sí tiene es una gran capacidad para cambiar radicalmente de chaqueta como hizo respecto al propio Donald Trump.
Y, por encima de varios miembros del nuevo equipo presidencial, destaca Elon Musk, el multimillonario dueño de X y de Tesla, el que manda cohetes espaciales y mantiene otros negocios más con la Administración. Ha puesto al servicio de Trump su gran red, tan cargada ahora de teorías ultras y conspirativas, de insultos y desinformación, que se está produciendo una huida masiva de medios y personas relevantes. No es la única red así, serían necesarias nuevas y europeas. Musk, otro hijo de emigrantes, ya tiene lo que quería. Trump lo situará al frente del nuevo departamento de Eficiencia Gubernamental de EE.UU junto al republicano Vivek Ramaswamy. Ellos “allanarán el camino para que mi Administración desmantele la burocracia gubernamental, reduzca el exceso de regulaciones, reduzca los gastos innecesarios y reestructure las agencias federales, algo esencial para el movimiento 'Salvar a Estados Unidos'”, dijo Trump en un comunicado.
Aquí sí que viene la motosierra, la que va a dejar en cueros a millones de sus votantes que pensaron que eso no iba con ellos. De personalidad desorbitada, egocentrista, parecida a la del propio Trump, apenas se guarda otra esperanza que el choque entre ambos desinfle algo el proyecto. De momento están muy felices, Musk hasta saltaba en los mítines de Trump pero no son descartables desavenencias por rivalidad.
Este equipo, vengativo, radicalmente ultraderechista, trabaja en este momento para sus fines empresariales con el país estadounidense como plataforma. Y en esa programación que preparan es parte fundamental como freirán con aranceles y lo que puedan a otros países, los europeos en cabeza. La guerra comercial está servida, con cuanto conlleva.
Lo impensable ha ocurrido ya, se estrena a lo grande en enero. Millones de personas en todo el mundo verán pasar a sus dirigentes siguiendo la estela de esa involución radical votada por seres bípedos en Estados Unidos. Y en otros mucho más cercanos al nuestro. Hasta el PP español y el europeo se acercan a esa línea, cómo no. Se despliega el oscuro tiempo de las mentiras, los abusos, el aumento de los desequilibrios. Habrá que confiar en un milagro, de esos que operan las personas de carne y hueso.
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