No se puede comunicar peor. Primero va Pedro Sánchez y suelta de refilón en una entrevista en televisión que piensa reformar el Código Penal y, ya puestos, el delito de sedición; a ver si cuela. No sé qué esperaban que pasase. Puede incluso que alentasen la esperanza de que la derecha, política y mediática, viera la luz y alabara la responsabilidad, la oportunidad y el buen tino de una reforma tan necesaria. Cosas más raras hemos visto. No olviden que en Moncloa estaban convencidos de que, al final, el Partido Popular permitiría la investidura porque la derecha española siempre ha tenido un sentido de Estado de morirse, como todo el mundo sabe.
Lógicamente, pasó lo que tenía que pasar, que decía Pío Cabanillas padre. La derecha salió en tromba a acusar a Sánchez de ser el mercader de la sedición y los indultos vergonzantes. La máquina de comunicación de Presidencia, que si mañana acusan a Sánchez de haber vendido su alma al diablo como Robert Johnson también saldría a desmentirlo, se activó de inmediato para negar el negocio, matizar el anuncio, envolver la sedición en una reforma más amplia de la legislación penal y apelar a la negociación y al acuerdo parlamentario para lograrlo. Seguramente es por donde debería haber empezado, pero ya va tarde.
No se puede ganar la batalla de la comunicación política comprando el marco de referencia y el relato del rival. Siempre lo va a manejar mejor y siempre va a ganar porque él pone las reglas y las puede cambiar cuando quiera. Si se acepta que, cada vez que tomas una decisión conectada con Catalunya, se ha de salir a demostrar que no tiene nada que ver con los pactos con ERC, las cesiones ante el independentismo o la ambición por dormir en la Moncloa, estás perdido; vas a perder siempre. Si no te sublevas contra el relato que imponen los otros, sólo consigues reforzarlo.
El juicio del procés evidenció que los delitos de desobediencia, rebelión y sedición adolecían de serios problemas de tipificación y necesitaban reforma y clarificación jurídica. La sentencia lo confirmó sin ningún genero de dudas. Una clara mayoría entre tus votantes y los de quienes te apoyan consideran excesivas las penas impuestas a los políticos catalanes y verían con buenos ojos el indulto. Ahí están todos los argumentos necesarios para explicar la reforma y anunciarla como es debido; igual que se hizo respecto a los cambios referidos a los delitos sexuales. Seguro que lloverán las acusaciones desde la oposición de derechas. Pero la gente que te ha votado te dará la razón y tendrá argumentos solventes para defender la decisión.
Si cada vez que la ultraderecha acusa a este Gobierno de estar vendiendo algo a cambio del apoyo de lo que llaman “golpistas, filoetarras y comunistas”, que básicamente se refiere a todos cuantos no piensan como ellos y abarca a la mayoría de la población, no le va a quedar tiempo para gobernar, ni para ocuparse de las cosas que realmente le importan a la gente y afectan a sus vidas. Y eso siempre se acaba pagando.