Cuando Rajoy el Resucitado tilda a las nuevas formaciones políticas de “experimentos y fenómenos que surgen y desaparecen ante nuestros ojos”, nos parece que oímos a Iker Jiménez, el de 'Cuarto Milenio'. Y, sin embargo, nada en Mariano nos parece digno de lo que debiera ser un cuarto milenio evolucionado, excepto el hecho de ser el presidente que volvió del plasma. Rajoy dice representar a los “seres humanos normales” pero, viendo “fenómenos que surgen y desaparecen” cuando los fenómenos a los que se refiere son alternativas políticas que han surgido y aún no han desaparecido (ni mucho menos), más bien encarna lo paranormal: en ocasiones ve muertos donde no los hay. Donde le gustaría verlos.
Se trata de una estrategia, un tanto burda, para crear inseguridad. De hecho, afirma sin sonrojo que el PP es “el referente de la seguridad, la estabilidad y la eficacia”, añadiendo lo cómico al relato de lo esotérico. Porque al acusar de “experimentos” lo que proponen otros solo busca su descrédito, pues se trata de una palabra injustamente desprestigiada: en sentido estricto, experimentar no supone algo negativo, sino probar, intentar, tratar, procurar; implica comprobar y, en su caso, modificar. Llegados al punto político actual, en el que queda demostrado hasta la náusea que las propiedades de la cosa pública se han desvirtuado y que la acción de sus agentes gestores se encuentra plenamente deslegitimada, se impone la experimentación. De modo que las formaciones políticas experimentales vienen a representar una necesaria posibilidad.
La política de austeridad, los recortes sociales, la corrupción, los desahucios, la privatización de servicios sanitarios, el desastre educativo, la creciente desigualdad, la devastación ecológica, la traición programática, los privilegios de unos frente a las necesidades de la mayoría, la pérdida de empleo, la precariedad, la represión de la libertad de expresión y reunión, el desprecio por la cultura. Esta es la realidad del Estado que gobierna Rajoy el Escondido, el que pretende que no se hagan “experimentos” para cambiar tal escenario, para regenerar el cuerpo social y transformar su metabolismo y su ánimo, es decir, la vida de la gente. Frente a esa realidad ha “aparecido” Podemos. También, desde un oportunismo que se autodefine como “posnacionalista”, ha “aparecido” Ciudadanos. Después de la calle, las elecciones europeas y las andaluzas fueron las probetas primeras.
Que Rajoy no considere “seres humanos normales” a quienes buscan sustituirlo, a él y a los suyos, es una falta de respeto democrático, pero a estas bajuras el respeto es lo de menos. Lo importante es que su expresión denota que es él quien tiene el miedo que quiere transmitir: el único muerto verdadero es el bipartidismo, un muerto que Rajoy siente punzándole en la nuca. Por eso trata de asustar con aparecidos que solo él ve desaparecer, aparecidos que no solo no han desaparecido sino con los que, probablemente, tenga que llegar a pactar su propia vida. Denota también, pues, una llamativa cortedad de miras.
Claro que hacen falta experimentos. Porque, cuando han perdido la confianza, los seres humanos “normales” necesitan recuperarla. Porque, cuando las cosas van mal, los seres humanos “normales” necesitan probar otras. Porque, cuando hay responsables del fracaso de lo común, los seres humanos “normales” poseen la capacidad de experimentar con otros. Sí, mister president, experimentar. Con todas las prevenciones que nos impongan el sentido común, la experiencia de la decepción, el escepticismo y hasta, en ocasiones (como ver muertos), la misantropía.
Tiempo habrá para la crítica, para la reprobación, para la denuncia. Incluso será saludable e inevitable, para volver a experimentar. Como seres humanos normales, tropezaremos más veces, pero es preferible que no sea con la misma piedra. Como seres humanos normales, nos equivocaremos. Pero, en palabras de Jorge Riechmann, probablemente el mejor pensador contemporáneo de nuestra experiencia: “Mejor equivocarse con la generosidad de quien concede a lo nuevo la posibilidad de lo casi imposible”.