Mariano Rajoy heredó una estructura de corrupción masiva en el PP y la ha mantenido hasta hace unos días.
La corrupción del PP hunde sus raíces en los tiempos de Fraga, se desarrolla de forma exponencial con Aznar y Cascos y se mantiene con Mariano Rajoy, hasta que la prescripción de los supuestos delitos de financiación ilegal ha amortiguado los riesgos de cárcel para algunos de los delincuentes y ha facilitado el que ahora se conozca públicamente.
En el PP se ha robado dinero a todos los españoles, en horario de oficina, con precisión sistemática, organización en régimen de omertá y conocimiento de causa de los propios corruptos, desde hace mas de veinte años.
Una corrupción masiva, estructural, sostenida en el tiempo y que pagaba el silencio de los corruptos con el dinero de la extorsión.
Una corrupción que se garantizaba sus sostenimiento por alcanzar a los máximos responsables del PP y por chantajear a los que pudieran pensar en denunciarla.
Uno de los máximos responsables de esa corrupción estructural del PP, Luis Bárcenas, ha sido apoyado, por tierra, mar y aire, por Mariano Rajoy. En Vitoria dijo Mariano que no se podría demostrar nunca que “Bárcenas no era inocente”. La mera formulación de la frase y el tic nervioso -ojos que parpadean, palabras que se atascan, boca que se hace un óvalo hacía el ojo que se cierra-, delataban que Mariano Rajoy mentía con sus palabras, asumía con sus gestos que había delito y estaba seguro de que no habría pruebas.
Rajoy ha defendido al corrupto Bárcenas y ha consentido esa corrupción en el PP de la misma forma que ha apoyado a muerte a otros corruptos.
“Siempre estaré delante, detrás y a tu lado”, le dijo a Francisco Camps en una plaza de toros en Valencia cuando empezó a asomar la Gurtel.
“Quiero para España un gobierno como el de Matas en Baleares”, le dijo Mariano a Jaume Matas cuando este era presidente de aquella comunidad autónoma y ya saqueaba el dinero público y se montaba un palacete multimillonario. Valencia y Baleares, donde más obscena era hasta ahora la corrupción del PP.
El propio Rajoy ha apoyado de palabra a Ignacio González esta Navidad, cuando el presunto corrupto que todavía preside la Comunidad de Madrid exhibía un derrochador plan de vida multimillonario, imposible de explicar con su sueldo y el de su mujer. Mariano dijo que Ignacio González era un gran presidente.
De manera que ya pueden afanarse los Rajoy, la Cospedal, el Arenas y sus respectivos mariachis mediáticos en tratar de echar la culpa de la corrupción del PP a alguien que no sean ellos, ya pueden dedicarse a repetir machaconamente la mentira de que un señor, Bárcenas, que lleva treinta años en los negocios del partido –de Fraga a Rajoy—no tiene que ver con el PP que hasta hoy le mantenía un despacho en su sede central de la Calle Génova, en Madrid, le pagaba el abogado y le compraba el silencio para que no pegara una patada al tablero y rompiera la ley del silencio.
Ya pueden los responsables del PP empeñarse en tratar de defender lo imposible, que esta vez parece que se ha desatado la madre de todas las corrupciones Ni Trillo con sus trampas de trilero, ni los medios ultras, fusilando a los jueces que investigan, ni la insuperable en frases incumplidas de todos los dolores, van a poder parar lo evidente: el PP es un partido estructuralmente corrupto, desde los tiempos de Fraga, pasando por Aznar y llegando a Rajoy.