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Cómo sobrevivir al feminismo

Si eres un hombre heterosexual, es probable que sientas que el mundo se ha convertido en un lugar hostil y confuso. Lamentablemente, esta situación no parece reversible, por lo que, tarde o temprano, todo varón tendrá que hacer un esfuerzo adaptativo.

Puede ser un proceso difícil y traumático, y no conviene precipitarse. Muchos se han lanzado de la placidez heteronormativa masculina al feminismo radical de la noche a la mañana, sufriendo, en el camino, episodios maniaco-depresivos así como pérdida capilar y accesos de llanto. Al igual que el abandono de otros hábitos bien vistos en la antigüedad, como fumar o disparar a los negros, la superación de la masculinidad clásica debe realizarse de manera reposada, por fases.

Si alguien te pregunta tu opinión sobre el feminismo, debes dejar bien claro que estás en contra de todos los ismos, también del impresionismo, el expresionismo, el cubismo y el dadaísmo. Insiste en que, para ti, una vez se abandonó la fiel representación de la realidad, el arte dejó de ser merecedor de tal nombre. Subraya el hecho de que no tienes nada en contra del feminismo, pero, desde luego, no es un Goya, no es un Rembrandt y mucho menos un Caravaggio.

Si te acusan de comportamientos machistas, muéstrate indignado. Alza las cejas con incredulidad, mueve mucho las manos y deja bien claro que tu novela favorita es Madame Bovary. Apréndete frases sueltas; recitarlas puede serte útil en determinadas situaciones. Si, por ejemplo, quieres salir un sábado por la noche dejando a tu pareja al cuidado de tus hijos, declama: “También Emma habría deseado huir de la vida, esfumarse en un abrazo”. Luego, sal corriendo.

Es posible que tengas dudas respecto a la validez de ciertas normas de cortesía que aprendiste en tu temprana juventud. ¿Debo ceder el paso a una mujer? ¿Debo acercarle la silla en el restaurante, abrirle la puerta del coche, arrojar la chaqueta en un charco para que no se moje los zapatos? Nuestro consejo es que evites este tipo de dilemas esquivando cualquier situación que pueda provocarlos. En caso de que tengas una cita con una mujer, procura pasear exclusivamente por lugares sin puertas tales como el campo o el océano. Lo mas práctico es que quedes directamente allí, citándola, por ejemplo, en una boya.

Uno de los mayores problemas de las feministas es que, en un primer contacto, parecen mujeres normales. Es fundamental que aprendas a desenmascararlas con discreción. Debes memorizar una serie de frases que encajarás a la primera de cambio de manera aparentemente casual como “¿Has leído Lolita?” o “Lo de Woody Allen es increíble”. Recuerda pronunciar estas sentencias con absoluta neutralidad, sin dar la menor pista de tu opinión si es que la tienes.

Como hemos dicho, el proceso de adaptación puede ser largo y complicado. No todos lo consiguen. Para minimizar el shock y evitar episodios de estrés postraumático, te recomendamos que lo compenses siendo muy macho de puertas para adentro. Recuerda que, pase lo que pase ahí afuera, tu casa es tu castillo. O el castillo de tu madre, pero, vaya, tú me entiendes.