Es una pena que ahora los políticos, para ganar elecciones, tengan que hacer el payaso en vez de su trabajo. Después de cuatro años esquivando a los periodistas y a los ciudadanos, Rajoy aparece en el programa de Ana Rosa Quintana paseando por los jardines de La Moncloa, acariciando a su perro, tomando cañas en su bar preferido, vendiéndonos una cercanía impostada con la inestimable colaboración de AR que le anima, le ríe las gracias, le pone el capote con cariño, mimo, suavidad, para que él, libre de repreguntas incómodas, luzca su palmito. Del masaje de Lomana, ni hablamos.
Iglesias se suelta la melena, también con AR, coquetea, abre la nevera y tira por la borda un buen fardo de credibilidad. En cinco minutos, de huracán del cambio a rozar las puertas de Gran Hermano. Lean a Elvira Lindo, que lo cuenta con más gracia.
Y ahora Soraya, la vice, que se echa unas risas y unos bailes en el Hormiguero, y no lo hace tan mal, oye, pero de pronto una mirada asesina lo desbarata todo. Imposible la empatía, por muchas calvas sudadas que estés dispuesta a besar para mantenerte en la Moncloa.
Bailar no es el problema, a Iceta en Cataluña su swing le ha salvado los muebles. El problema es que antes de tanta fiesta de danzas, entrevistas pactadas e inauguraciones electoralistas, nos habría gustado un poco de debate público sobre la gestión de un gobierno que, subido en su mayoría absoluta, ha laminado derechos y libertades en aras de una recuperación que si llega, triste paradoja, será más por el empuje de fuera que por los tremendos sacrificios de los de siempre.
Quizá están nerviosos al ver por las encuestas, en este caso del CIS, que Ada Colau y Manuela Carmena, a pesar del zurre con el que las recibió el “sistema”, son las responsables publicas mejor valoradas, muy por encima de la pandilla de profesionales bailongos y castizos (adiós, Esperanza, adiós) que tanto daño nos han hecho.
Se acerca el 20-D y Rajoy, que en el tiempo de descuento ha repartido seis nuevos canales de TDT, en un concurso organizado para los de siempre, va a tener que pelear duro frente a la imparable emergencia de Ciudadanos y la sombra nefasta de Aznar.
Veo a toda su plana mayor, con Soraya al frente, haciendo la conga al ritmo del chino. Recuerden, el que puso de moda en el año 2000 Alberto Fujimori en el Perú. Logró la reelección para su tercer mandato recorriendo el país moviendo torpemente sus caderas. Entre denuncias de fraude, convenció a una población atemorizada por la violencia y la pobreza. Ya saben el resultado: a los pocos meses escapó a Japón, intentó dimitir por fax y acabó condenado a 25 años de cárcel por crímenes de lesa humanidad.