La tentación llegó en barco. Como el chocolate, las patatas, el maní y el tomate, el tabaco desembarcó en Europa desde América después de cruzar el océano Atlántico.
Los pueblos de Centroamérica y Sudamérica fueron los primeros en inhalar polvos de tabaco -la hoja secada, molida y aromatizada. Era un ritual de sanación y de comunicación con los espíritus. Pedro Alvares Cabral, descubridor de Brasil, reportó en 1500 que los indígenas trataban los accesos y las fístulas con la planta. Durante el segundo viaje de Colón a las Antillas, fray Ramón Pané describió la ceremonia para curar a los enfermos con polvo de tabaco. Hasta hoy, en la amazonia brasileña, el rapé se usa para ceremonias religiosas. El tabaco llegó a España en el siglo XV, cuando Felipe II encomendó que trajeran semillas de tabaco para cultivarlas cerca de casa.
El nombre se lo dio Francia, râpé significa rallado. Jean Nicot fue nombrado embajador de Francia en Lisboa en 1559. Ya en Portugal, un comerciante le regaló a Nicot unas semillas de tabaco que plantó en el jardín de la embajada. Un año después, Nicot envió tabaco en polvo a París para que la reina Catalina de Médici intentase curar los dolores de cabeza de su hijo Francisco. El remedio funcionó y se puso de moda. Doscientos años después, se acuñó el nombre científico para la planta del tabaco. Carlos Linneo, el naturalista autor de Species plantarum la llamó Nicotiana tabacum en honor a Jeaan Nicot. Y como nicotina se bautizó, un siglo después, al alcaloide activo de la planta del tabaco, conseguido en un laboratorio alemán.
Del tabaco sabemos que es una planta que se usa hace milenios. Que se vende legalmente en todo el mundo menos en Bután (aquel país que colocó a la felicidad como indicador de desarrollo). Que sus hojas contienen un alcaloide llamado nicotina. Que cuando se tocan hojas de tabaco mojadas, la piel absorbe esa nicotina. Que causa cáncer de pulmón, problemas respiratorios y complicaciones en el embarazo. Que el humo del tabaco es un poderoso contaminante -tiene más de 7000 sustancia químicas y se sabe que 69 causan cáncer- y que ese humo puede ser invisible e inodoro y permanecer en el aire hasta por cinco horas. Que su consumo mata a ocho millones de personas al año -casi un millón más que el número de habitantes de Paraguay. Que de esos ocho millones, más de siete son fumadores y alrededor de un millón son personas expuestas al humo de otros. La Organización Mundial de la Salud ha calculado que 165 000 niños mueren antes de cumplir 5 años por infecciones de las vías respiratorias inferiores. También sabemos que fuman más de mil millones de seres humanos. Que el 80% de vive en países de ingresos bajos o medios. Y que sólo 1400 millones de personas -el 20% de los habitantes del planeta- son protegidas en sus países por leyes sobre espacios sin humo: reunidas en un solo país imaginario, sería una población igual a la de China.
Pero fumar dejó de ser bien visto hace muy poco. Leer publicidades de los años treinta o cincuenta del siglo pasado nos puede causar horror o risa nerviosa: no recomendado para menores de seis años, el mejor remedio para la tos, para que no se te irrite la garganta, la fórmula comprobada para adelgazar (coge un Lucky no un caramelo), es tan puro como el agua que bebes. Lo recomendaban los dentistas, los cirujanos, los científicos, los militares, los cantantes y los famosos de Hollywood. Fumar parecía sexy en las películas y la OMS dice que la tercera parte de jóvenes que empieza a fumar lo hace inspirado por haberlo visto en el cine. Y aunque hoy no veamos a las grandes estrellas de Hollywood haciendo publicidad de cigarrillos, antes lo alababan desde los afiches publicitarios Ronald Reagan (en su encarnación de estrella de cine) y Lucille Ball. Había publicidades con bebés pidiendo a sus madres que fumasen. Y otras con llamadas sexistas: “los cigarrillos son como las mujeres, los mejores son delgados y ricos”.
Hoy, las cajetillas vienen con imágenes de pulmones y bocas dañadas por el tabaquismo. Pero como nos recordó Susan Sontag en los ensayos recogidos en 'Ante el dolor de los demás' someterse una y otra vez ante las imágenes del horror -en especial ajeno- puede causar, con el tiempo, un efecto de indiferencia. El horror gráfico impacta al principio. Después, la sensibilidad se anestesia.
Hoy, 31 de mayo, es el Día Mundial Sin Tabaco. La fecha la propuso la Organización Mundial de la Salud para dedicarle un día al año a hablar de los efectos letales de fumar -o respirar humo ajeno. Hoy es un día para pedir que haya políticas para reducir el consumo del tabaco y programas de ayuda para aquellos fumadores que quieran dejar de serlo.