Qué se puede decir de las primarias del Partido Socialista que no sean cosas tristes. No es imposible que alrededor de alguno de esos tres candidatos fructifique un equipo que ofrezca capacidad y esperanza a la sociedad española y hay que desearlo, por ellos y por el bien de todos, pero lo que ahora representan es lo contrario de aquello para lo que se pensaron las primarias, una confrontación entre candidatos que encarnasen caminos distintos.
En parte es consecuencia de la hostilidad, más que falta de entusiasmo, con que el aparato enfrentó y boicoteó en su momento aquella propuesta de Zapatero. Las aplazaron, las discutieron, las marearon y al final quedó ese escenario sin interés para la sociedad. Porque se debería de tratar de ofrecer un debate y caminos a la sociedad, mientras que, al no haber abierto las primarias a su base social, los candidatos tienen que dirigirse a los afiliados, a las agrupaciones locales y eso en un partido que es una máquina de administrar poder significa “el aparato”. O sea, atenerse a las directrices para no quedar descolocado. Por otro lado el espectáculo en la trastienda en torno de la dirigente andaluza y todos los manejos de los aparatos territoriales niega que se trate de que se expresen realmente los militantes en libertad. Todo triste y viejo.
Curiosamente, de los tres candidatos el “más antiguo”, Pérez Tapias, fue el más moderno. Ofreció algunas posturas claras y que supondrían un cambio significativo en algún tema, tanto un referéndum consultivo en el caso catalán como someter a referéndum la opción monarquía república. Los otros dos candidatos, uno de los cuales parece que ganará la secretaría lo hará precisamente porque no dicen nada nuevo. En cambio encarnan la renovación biológica, tienen menos años que el otro. Naturalmente hay matices que los diferencian y que se apreciarán desde dentro del partido pero desde fuera sólo se aprecia más de lo mismo, retórica ambigua por vacía, generalidades en un tono de políticos profesionales.
Pero no es fácil su situación, tendrían que empezar de cero. La historia del PSOE desde su resurrección tras la muerte de Franco tuvo dos etapas pero son una misma historia: administraron lo que había sin tocar la estructura económica de fondo ni los intereses dominantes. Zapatero reformuló una nueva cultura cívica y democratizó la sociedad desde el BOE pero continuó las líneas maestras económicas que arrancaban de los gobiernos de González en los años ochenta. Pero que nadie se engañe, eso era lo que pedía mayoritariamente la sociedad y con eso se conformó mientras hubo vacas gordas, todos fuimos mejorando y había expectativas para nuestros hijos. Lo que tienen que enfrentar ahora los nuevos dirigentes es un horizonte brumoso y sin caminos, pues no hay dinero europeo para repartir ni el gas que hinchó la burbuja inmobiliaria, y se encuentran con una sociedad que en este momento ve que los poderosos se quedan con todo y no reparten. La gente hoy quiere que se reparta, pero eso va contra la política económica que nos imponen tanto desde el FMI como desde el Bundesbank. Nada menos.
Ésa es la acusación que hace Podemos, porque éste es el tiempo de señalar con el dedo a los culpables. Y como no se ha hecho, como los culpables de ese gran desfalco al estado que fue Caja Madrid y demás desafueros siguen libres y protegidos, el tiempo de acusar sigue abierto y siguen siendo necesarios fiscales que hablen por la sociedad. Como es necesaria la crítica global a la política económica y , en consecuencia, social. ¿Por qué no lo hacen los candidatos? Porque no pueden, parece que ésa es la respuesta.
El PSOE apuesta su existencia como un partido significativo a que los sectores sociales que lo apoyaron se alegren cuando las cosas empiecen a mejorar y todo vuelva a lo suyo, me parece que es una infravaloración de los cambios en la ciudadanía en los últimos tiempos. No sólo las nuevas generaciones, gran parte de la sociedad se ha visto abandonada, pero además se ha liberado de muchas tutelas y es más libre. Puede ser que mejoren las cosas y se a muchas personas se les pase el cabreo pero no por ello depositarán fácilmente la confianza en quienes no ofrecen más que una sonrisa juvenil. No basta hoy ser “guai”.
El PSOE no puede jugar el papel de fiscal del sistema económico y político que juega Podemos, es cierto pues está preso de su propio pasado, pero tiene que ser capaz de decir lo imprescindible: desharemos todas las políticas antisociales que ahora están empobreciendo y laminando nuestras vidas. Sus catedráticos de economía, sus comisarios europeos, sus sabios económicos que vienen y van a las grandes empresas le dicen que no puede ser, pero si no ofrecen políticas alternativas entonces serán un partido totalmente prescindible.
La sociedad esperaría del Partido Socialista que fuese un partido que administre poder pero también que se comprometa con cambios substanciales, es un dilema muy complicado y eso pide una nueva política, cosa que no se ve en ese debate entre candidatos sin interés. Habrá que desearles suerte para que lo intenten y lo consigan.