En Ucrania, un actor ha ganado las elecciones. Tiene cuatro años de experiencia en el cargo, de 2015 a 2019. Lamentablemente para el país, su experiencia es enteramente falsa. O, mejor dicho, de ficción. Porque Volodymyr Zelensky, presidente electo de Ucrania, es el creador, productor ejecutivo y protagonista de “Servidor del pueblo”, una serie sobre un profesor de instituto… que gana las elecciones en Ucrania.
En una sorprendente sinergia entre ficción y realidad, el partido de Zelensky se llama con su serie y hasta el logotipo es reciclado. Se trata, no hay duda, de la mayor campaña transmedia de la historia de la televisión. Y la más ambiciosa.
Los ucranianos, hartos de una realidad que solo les depara desgracias, han votado a un personaje inventado, milimétricamente diseñado en una sala de guionistas. Algunos dirán que eso no dista mucho de los políticos tradicionales, pero hay una diferencia crucial. Zelensky ha sido creado como héroe de su propia historia, con conflictos a su medida y antagonistas falibles. La realidad no suele ser tan compasiva.
Con todo, la jugada es impecable desde un punto de vista televisivo. Zelensky ha demostrado su enorme talento como productor dando forma a una tendencia que lleva tiempo flotando en el ambiente. Al fin y al cabo, ¿quién no habría votado al Jed Bartlet de 'El Ala Oeste de la Casa Blanca'? ¿Quién, en su sano juicio, no lo preferiría a Trump e incluso a Obama?
Queda por ver si el juego de espejos se mantiene y la experiencia de Zelensky en el gobierno empieza a alimentar la serie. Sería un valiosísimo ejercicio de vanguardia audiovisual ahora que Agnès Varda nos ha dejado: un país gobernado por guionistas y una serie al capricho de la agenda política. Metaficción y metapolítica con Putin de estrella invitada.
Entre estabilidad y cliffhanger, Ucrania ha apostado por lo segundo. Y su experiencia marcará tal vez el principio de un nuevo tiempo, el del desvanecimiento de las fronteras entre lo real y lo ficticio. Ríanse del falso documental. Llega la falsa política, y los ucranianos se han prestado voluntarios para ejercer de pacientes cero.
Uno de los clichés más repetidos de la industria televisiva es que no hay nada más democrático que el mando a distancia. La audiencia soberana decide con total libertad, aupando a unos y desalojando a otros de la parrilla. En Ucrania, la metáfora se ha hecho carne en el cuerpo de Zelensky. A ver si aguanta una temporada.