Los autorretratos, más conocidos en los últimos años como selfies, no son un invento reciente, ni mucho menos. En cuanto las tecnologías de la fotografía lo hicieron posible, los selfies aparecieron como un fenómeno minoritario. De hecho, el primer selfie oficial documentado se atribuye al empresario Robert Cornelius que realizó un daguerrotipo de sí mismo en 1839.
Ni tan siquiera el palo para selfies es un invento novedoso. Se han documentado palos de selfies caseros desde el año 1925 y se han producido comercialmente desde los años 80. En ese sentido, la empresa nipona Minolta fue pionera al comercializar este peculiar producto por esas fechas, aunque fue un rotundo fracaso comercial. Se trataba de un invento adelantado a su tiempo: el palo selfie se encontraba en el libro 101 inventos japoneses inútiles en 1995. Ironías del destino, casi 20 años después (2014), la revista Time incluyó al palo selfie entre los 25 mejores inventos.
Los selfies han experimentado una explosión de popularidad sin precedentes desde el año 2011. Un fenómeno que se ha asentado en el mundo gracias a la mítica foto de Ellen DeGeneres en la gala de los Óscar en 2014. Desde entonces, prácticamente cualquier red social se ha visto inundada por millones de fotografías de este tipo, especialmente en lugares como Instagram, Facebook o Snapchat. Al margen de las repercusiones sociales, este fenómeno global de los selfies ha tenido unas inesperadas consecuencias para la salud.
Muerte por selfie: cuando la vida se pone en riesgo por un puñado de likes
selfielikesEl año pasado, investigadores del Instituto de Ciencias Médicas All India (AIIMS) publicaron en la revista Journal of Family Medicine and Primary Care un estudio que cuantificaba las muertes accidentales provocadas por la realización de selfies de forma imprudente. Para ello, rastrearon y analizaron las noticias sobre muertes por selfies que habían ocurrido en el mundo desde octubre de 2011 hasta noviembre de 2017. ¿El resultado? Como mínimo 259 personas en todo el mundo habían muerto mientras tomaban selfies en situaciones de peligro. El 72% de las víctimas eran hombres menores de 30 años y los países en los que se producían más muertes de este tipo eran la India, en primera posición con 159 muertes, seguidos por Rusia, Estados Unidos y Pakistán.
La causa principal tras las muertes por selfie era el ahogamiento (personas arrastradas por las olas o que se caían de un barco mientras hacían un selfie). La segunda causa está relacionada con medios de transporte: gente que muere, por ejemplo, atropellada por un tren mientras se hacían un autorretrato. Otras causas menos frecuentes eran caídas desde lugares elevados, incendios, electrocuciones, ataques de animales y accidentes por arma de fuego. Todas estas muertes con la cámara como testigo, hasta el punto de que algunas fotografías se realizaron instantes antes de morir. Un Gran Hermano voluntario y fatal, que va más allá de la imaginación de George Orwell.
Hasta hoy, este estudio es el más completo sobre la materia y, aun así, como los propios autores reconocen, se subestima la cantidad total de muertes accidentales por selfies, que son probablemente muchas más de las que se han podido demostrar. Paradójicamente, aunque son las mujeres las que publican selfies con mucha mayor frecuencia, son los hombres jóvenes las principales víctimas. La explicación más plausible que proponen los investigadores es que los hombres asumen más situaciones de riesgo en la búsqueda del selfie más codiciado con mayor frecuencia que las mujeres.
El Gobierno de la India se ha tomado en serio estas muertes accidentales y ha declarado decenas de zonas turísticas como libres de selfies para evitarlas. El Ministerio de Interior ruso, por otro lado, publicó hace cuatro años una guía de situaciones prohibidas para los selfies. Incluso en la revista médica Journal of Travel Medicine hacían la siguiente recomendación: “El especialista en medicina del viajero debería asesorar de forma rutinaria a los viajeros sobre los autorretratos responsables durante los viajes internacionales y debería incluir este consejo en material impreso para darles a los pacientes. Las industrias de viaje y de los teléfonos móviles deberían reforzar estos mensajes de promoción de salud”.
La percepción distorsionada de los selfies y las cirugías plásticas
Mucha gente desconoce que los selfies, por las propiedades de las lentes de los móviles, distorsionan las caras de los que se autorretratan si están muy cerca de la cámara. Un fenómeno denominado distorsión de perspectiva. Debido a esta distorsión, se exageran la nariz y la barbilla que son las partes de la cara más cercanas a la cámara. Así, al visualizar los selfies resultantes, algunas personas se quedan con la impresión de que tienen narices o barbillas más prominentes de lo normal. De hecho, un selfie tomado a 30 centímetros de distancia de la cámara, puede incrementar el tamaño de la nariz por distorsión en un 30%. Para asegurar que esta distorsión desaparece, hay que alejarse como mínimo 1,5 metros.
La Academia Americana de Cirugía Facial Plástica y Reconstructiva ha detectado este fenómeno, hasta el punto de que ha influido en un incremento de la solicitud de cirugías plásticas de nariz. En un estudio publicado por esta institución en el año 2018 con el título “La distorsión nasal en las fotografías a corta distancia: el efecto selfie”, el 42% de los cirujanos encuestados afirmaban haberse encontrado con pacientes que buscaban mejorar su imagen en las fotografías, especialmente en selfies tomados a corta distancia. Un cirujano explicaba lo siguiente a la sección de Salud de Routers: “Me enseñan literalmente un selfie de ellos mismos y se quejan de sus narices. Tengo que explicarles que comprendo que no estén contentos, pero lo que están viendo está distorsionado”.
Ya lo decía el escritor Santiago Posteguillo, autor de la novela Yo, Julia: “La vanidad se divierte así: nos engaña; nos ciega”. Y, además, visto lo visto, también puede perjudicar seriamente la salud.