Casi siempre parece que ser español es lamentarse de lo que otros hacen y nosotros no sabemos. Cada vez que queremos arreglar un problema surge alguien que nos habla de la escuela finesa, el mercado laboral danés, las pensiones a la austriaca... Todo lo que los demás hacen bien y nosotros, ridículos españoles, parece que sólo podemos aspirar a copiar de mala manera.
No es cierto. A veces, más bien muchas, tomamos la delantera. Andan estos días los franceses tomando sus calles para protestar por una reforma laboral que pretende arrebatarles lo que a nosotros ya nos quitaron. Han pensado que ya está bien de tener un gobierno socialista rendido al dictado alemán y sueñan en la Plaza de la República con reeditar el espíritu del 15 M. Ya ven si vamos por delante. Nosotros, que ya sufrimos la desilusión de ver al gobierno de Zapatero haciendo una primera genuflexión con su reforma laboral y cambiando la Constitución por imposición de los austericidas.
Un cambio de Constitución que a Hollande se le acaba de atragantar. Se puso estupendo tras los atendados de París y sobreactuó lanzándose a la guerra y al recorte de derechos. El cambio constitucional para quitar la nacionalidad a los condenados por terrorismo se lo ha tenido que guardar en el bolsillo, tal era la transgresión de principios democráticos esenciales que era preciso realizar. Hasta su ministra de Justicia lo vio y dimitió.
Pues en esto también vamos por delante. Todos los españolitos que tras los atentados de París se empeñaban en alabar la determinación con la que los franceses se enfrentaban al terrorismo tendrán que convenir ahora que lo que pretendía Hollande es un atraso. Nosotros hemos ido por delante en esta lucha. Sabemos que alterar la Constitución o restringir derechos de los ciudadanos no es necesario para que el Estado de Derecho funcione. Fuimos los primeros en sufrir un macro atentado yihadista y en juzgar a sus autores sin restringir los derechos de los ciudadanos. Jamás se nos hubiera ocurrido decretar un estado de excepción por ello.
Sí, admirados franceses, tuvimos nuestro 11 M y nuestro 15 M y seguimos en pie. Eso es lo que ellos quieren ahora con su #NuitDebout, seguir en pie.
Desde el principio pero aún más desde ese atentado que nos desangró en Madrid, nuestros Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado están dedicados a conseguir inteligencia de las posibles células yihadistas. Junto con la Justicia se ha tomado la determinación clara de llevar a cabo una política preventiva de desarticulación temprana. Las detenciones se producen en el momento en el que la radicalización es tal que los yihadistas están dispuestos a pasar a la acción. De momento nos ha ido muy bien. Mucho mejor que a los franceses y a los belgas. Ambos han pasado décadas viendo las barbas del vecino español salpicadas de la sangre de los atentados, pero no vieron la necesidad de adaptar sus legislaciones, que mantenían principios tan arcaicos como el de prohibir los registros domiciliarios entre el ocaso y el orto. Ambos en un momento de su historia u otro nos dieron la espalda y permitieron que santuarios terroristas crecieran en su territorio pensando que no iba con ellos. La realidad les quitó la razón y nos la dio a nosotros.
Y vamos por delante también en la realidad política. Ellos aún se preguntan hasta dónde serán capaces de llegar Valls y Hollande en su traición a los principios socialdemócratas. Aquí ya sabemos que eso lleva al fracaso en las urnas y a la necesidad de reinventar la izquierda desde principios que no debieron ser avasallados.
Así que, a veces, tomamos la delantera.
Cuando eso sucede en el río de la historia no debemos de cortarnos de sentirnos orgullosos de ser españoles. Ni envolverse en banderas, ni irse a matar toros, ni exigir que sólo se hable un idioma o se rece en una religión. Estad orgullosos de ser españoles porque como sociedad nos pusimos de pie antes.