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Un verano sin cuadernillos escolares

Imagen de archivo.

Beatriz Martín del Campo

¿En serio has pensado comprar un cuadernillo de ejercicios para que tus hijos permanezcan sentados durante las tardes de verano? ¿Esa es tu idea de un verano inolvidable? ¿Imaginas lo que hubiese sido de Tom Sawyer, Jo March, Pipi Calzaslargas o Los 7 Secretos si hubiesen tenido que perder su valioso tiempo rellenando ejercicios absurdos de un cuaderno escolar?

El verano es esa maravillosa época en la que no hay que reforzar el conocimiento, sino expandirlo sin control. Y la familia es el entorno de aprendizaje ideal: somos los que mejor conocemos a nuestras criaturas y podemos ofrecerles actividades apasionantes, adaptadas a sus intereses, sin necesidad de exámenes ni boletines de notas.

Lo mejor para los niños y niñas en verano es disfrutar de su tiempo libre, de la piscina, la playa o la montaña. Pero por si acaso os quedáis sin ideas, el sol se nubla o no podéis parar quietos, aquí os dejo unas cuantas actividades para aprender en familia.

Para aumentar los conocimientos geográficos, podéis realizar actividades de orientación con mapa y brújula. Cuando salís de excursión ¿sabéis orientaros en la montaña para llegar a ese refugio del que os han hablado? Es el momento de aprender para qué sirven los mapas: interpretar las curvas de nivel para ir por el camino más llano, saber en qué dirección caminamos usando la brújula y estimar el tiempo que tardaremos. No hace falta elegir una ruta muy complicada: el juego consiste en aprender a usar un mapa para algo más que para dibujar los ríos. Seguro que después de la aventura, vuestras hijas e hijos miran estos artilugios con otros ojos. Y si sois más de GPS, os podéis unir a la interesante actividad de geocaching usando vuestros smartphones y encontrar tesoros escondidos por toda la geografía española.

Para que vuestros hijos se interesen por la historia, podéis programar rutas de leyenda. Antes de salir, prepara el viaje y busca sucesos interesantes, leyendas o mitos vinculados al lugar que vayáis a visitar. Mis hijos nunca olvidarán nuestra visita a Granadilla (Cáceres), un pueblo que fue desalojado en 1950 para realizar las obras del Pantano de Gabriel y Galán y que, finalmente, no llegó a ser inundado. En nuestra visita, la historia medieval de la villa feudal y el castillo de la Casa de Alba se entremezcló con la más reciente de las personas que tuvieron que abandonar su pueblo. Cuando llegaron a casa, quisieron saber más, cosa que no suele pasar con la historia que estudian en el cole.

Para practicar la lectura, la escritura y la fotografía, podéis proponerles escribir un cuaderno de viaje con fotos y relatos de vuestras peripecias. Cuando volváis de vuestras aventuras, pasad momentos tranquilos en los que recopiléis anécdotas y fotografías, bien en un cuaderno convencional, bien en un blog o bitácora digital. Si elegís el segundo formato, podéis enviar a vuestros conocidos los enlaces de vuestras entradas con texto y fotos para que sepan de vosotros y os dejen comentarios. Dejad que sean vuestros hijos los que lleven las riendas de la actividad sin esperar nunca un resultado perfecto: recordad que están aprendiendo.

Pero no os lancéis a realizar actividades de una manera frenética. El verano es la estación de la pausa, y ahora que no estamos presionados por la prisa es el momento de enseñar a los más peques a colaborar en las tareas del hogar. Aprender a cocinar platos sencillos, ir a por el pan a la panadería de enfrente, poner y quitar la mesa o hacer las camas. Estas habilidades domésticas les serán de gran utilidad el día de mañana. Planteadlas como rutinas, hacedles sentirse importantes realizándolas y estaréis contribuyendo a su autonomía, además de ganar una colaboración inestimable.

Y si queréis, sin más, tener una tarde tranquila, dejadles simplemente jugar. No hace falta llenar todo el tiempo de los niños y niñas con actividades apasionantes. El juego libre es lo que más echan de menos durante todo el año. ¿O no es el recreo lo que más les suele gustar del colegio? Tened en cuenta que su capacidad de asombro es mucho mayor que la nuestra, y una simple tarde en la playa puede convertirse en una aventura apasionante y en una oportunidad única de aprendizaje.

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