En este blog publicamos los artículos y cartas más interesantes y relevantes que nos envíen nuestros socios. Si eres socio/a puedes enviar tu opinión desde aquí. Consulta nuestras normas y recomendaciones para participar.
¿Estado aconfesional?
Eso de que ninguna confesión religiosa “tendrá carácter estatal”, como expresa la Constitución en el artículo 16 ( en la primera frase del punto 3) no se ha cumplido nunca. Y la ciudadanía no se ha enterado, no se entera y/o ni siquiera lo ha cuestionado. Porque, a ver, si nos declaramos como Estado aconfesional (“se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto...”), ¿a qué viene que la Jefatura del Estado tenga que ser católica por obligación? Hasta la actual reina Letizia Ortiz tuvo que hacer de tripas corazón (¿?) para contraer matrimonio con el Felipe VI por la Iglesia. La tradición de que los reyes tengan que rendir pleitesía ante Dios no encaja en la idea de Estado aconfesional, que no laico, del que presumimos ser.
Si “nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencia”, ¿por qué se sigue manteniendo la posibilidad del Juramento de los cargos públicos ante la Biblia? En lugar de jurar, se tendría sólo y exclusivamente que prometer. “El juramento pone a dios por testigo, que es como no poner nada, hay que fiarse más de los que prometen, porque en la promesa van comprometidos el honor y la palabra. Por eso hay que fiarse más de los que prometen. Nunca de los que juran”. El entrecomillado es un pensamiento de la periodista y escritora Nieves Concostrina, con el que coincido plenamente. Hasta el rey emérito juró ante Dios fidelidad en su matrimonio y ya ven el tiempo que tardó en incumplirlo. Al parecer, las infantas y el rey tienen una hermana de padre. ¡Qué cosas!
Si nadie está obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencia, ¿por qué se mantiene la asignatura de Religión en los colegios? Hasta hace unos pocos años, aquellos niños cuyos padres no querían que sus hijos diesen religión, estaban, en cierto sentido, estigmatizados por sus compañeros. Hace unas décadas, los escolares a los que no se les impartía Religión, no se les ofrecía ninguna otra alternativa. Los padres no estaban obligados a declarar sus creencias, pero quedaba claro que no eran católicos.
¿No sería más constitucional sacar la asignatura de Religión, de todas las religiones, de la Enseñanza Pública? Eso sería mostrar un respeto hacia todos los alumnos y sus familias. La educación religiosa debería formar parte sólo del ámbito privado, un asunto extraescolar.
El punto 3 del artículo 16, expresa que “los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española...”Desde mi punto de vista, esta parte se puede eliminar por lo dicho anteriormente. Si se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto, ya queda medianamente claro el respeto hacia cualquier creencia.
Pero la continuación del punto 3 echa por tierra toda aconfesionalidad del Estado. Qué “los poderes públicos mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones”, está bien. Lo que pasa que cuando se habla de relaciones de cooperación se está refiriendo al mantenimiento de privilegios económicos. Ahora, el partido mayoritario de los que forman el actual gobierno, ha interpretado que, en lugar de mantener sólo las prerrogativas fiscales de la Iglesia Católica, estas se extiendan a todas las confesiones.
Desde luego no es el mejor camino para proclamar que somos un Estado aconfesional. A no ser que las relaciones de cooperación que se imprimió en nuestra Carta Magna se refieran a la parte crematística de esas concordancias. Por ahí van los tiros, ¿que no?
Eso de que ninguna confesión religiosa “tendrá carácter estatal”, como expresa la Constitución en el artículo 16 ( en la primera frase del punto 3) no se ha cumplido nunca. Y la ciudadanía no se ha enterado, no se entera y/o ni siquiera lo ha cuestionado. Porque, a ver, si nos declaramos como Estado aconfesional (“se garantiza la libertad ideológica, religiosa y de culto...”), ¿a qué viene que la Jefatura del Estado tenga que ser católica por obligación? Hasta la actual reina Letizia Ortiz tuvo que hacer de tripas corazón (¿?) para contraer matrimonio con el Felipe VI por la Iglesia. La tradición de que los reyes tengan que rendir pleitesía ante Dios no encaja en la idea de Estado aconfesional, que no laico, del que presumimos ser.
Si “nadie podrá ser obligado a declarar sobre su ideología, religión o creencia”, ¿por qué se sigue manteniendo la posibilidad del Juramento de los cargos públicos ante la Biblia? En lugar de jurar, se tendría sólo y exclusivamente que prometer. “El juramento pone a dios por testigo, que es como no poner nada, hay que fiarse más de los que prometen, porque en la promesa van comprometidos el honor y la palabra. Por eso hay que fiarse más de los que prometen. Nunca de los que juran”. El entrecomillado es un pensamiento de la periodista y escritora Nieves Concostrina, con el que coincido plenamente. Hasta el rey emérito juró ante Dios fidelidad en su matrimonio y ya ven el tiempo que tardó en incumplirlo. Al parecer, las infantas y el rey tienen una hermana de padre. ¡Qué cosas!