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Conviviendo y fortaleciendo el veneno
Hace ya algunos años, una compañera profesora de la universidad de Salamanca me animó a entrar en twitter porque consideraba que era la red más interesante que había y que apuntaba en convertirse en el futuro de la comunicación en redes sociales. Le agradecí la invitación y decliné la “oferta”.
Hoy (desde que un fascista se apoderó de twitter), no se habla de otra cosa (ocupa más espacio y comentarios que la masacre en Palestina). Lo curioso del caso es que los mismo que aborrecen, denuncian y echan pestes de X, permanecen como usuarios de la misma, incluso si tendrían que pagar por ella. Al otro lado del esperpento, el dueño y señor de X, se descojona de los que le atacan. La “hucha” la tiene a salvo y rindiéndole como nunca.
Son pocos, muy pocos (de los 619 millones de usuarios) que han decidido darse de baja. Quizás los más relevantes hayan sido Jess Phillips (ministra de interior británica o Ann Hidalgo (alcaldesa de Paris, con un millón de seguidores en X), para quien, “X, es un arma de destrucción masiva de la democracia”. Supongo que algunos más habrá, pero más del 95% de los políticos que echan pestes de Musk y su rede social, continúan en ella. Lo mismo ocurre con los periodistas y medios de comunicación…nadie se da de baja, siendo conocedores del veneno que circula por dicha red: discursos de odio, pornografía, bulos, desinformación…que nadie controla, porque la libertad de expresión los ampara…!Viva la libertad, carajo!
El problema se vuelve más oscuro, si cabe, cuando descubrimos que los usuarios de X, representan algo menos del 60%, frente al 90 % de Whatsapp o el 75 % de Instagram, y existiendo otras redes como Facebook (con más de 3.00 millones de usuarios o Youtube con 2.500 millones). Instagram dobla en usuarios a X. Sin embargo, ahí tenemos al padre de la criatura, Elon Musk, día sí y otro también burlándose de todos y en boca de tertulianos, politólogos, portada de los periódicos del mundo y encantado de haberse conocido. Es el principal referente de Trump, Millei, Meloni, Bolsonaro…es decir de “la créme de la créme” de la extrema derecha. Nadie habla de los 10 meses de huelga que los trabajadores de una de sus empresas (Suecia), mantienen porque el “rey” no quiere negociar con los sindicatos el convenio que todo empresario en Europa lo hace (detesta el mundo sindical)
Así entiende el mundo. Así entiende el funcionamiento de una empresa. Al llegar a Twitter hace dos años, fulminó al 80 % de los trabajadores, cambió el sistema a su antojo para promover el ideario de las extremas derechas del mundo, para lo cual, se cargó las insignias azules que verificaban y a todos aquellos trabajadores cuya función era la moderación de los mensajes. Todo aquello para él era “basura”…Todo esto se sabe desde el minuto uno. Todo esto lo saben los políticos y periodistas de todos los medios que son los primeros que deberían reaccionar, para que a continuación lo hagan los ciudadanos. Así estamos.
Hace ya algunos años, una compañera profesora de la universidad de Salamanca me animó a entrar en twitter porque consideraba que era la red más interesante que había y que apuntaba en convertirse en el futuro de la comunicación en redes sociales. Le agradecí la invitación y decliné la “oferta”.
Hoy (desde que un fascista se apoderó de twitter), no se habla de otra cosa (ocupa más espacio y comentarios que la masacre en Palestina). Lo curioso del caso es que los mismo que aborrecen, denuncian y echan pestes de X, permanecen como usuarios de la misma, incluso si tendrían que pagar por ella. Al otro lado del esperpento, el dueño y señor de X, se descojona de los que le atacan. La “hucha” la tiene a salvo y rindiéndole como nunca.