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La derecha española y la antipolítica

Máximo Aláez Fernández

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Desde el minuto uno de esta legislatura, en el Partido Popular están tan centrados en echar la culpa de todo lo malo que ocurre al gobierno (piove, porco governo!, sustituyamos “governo” por “Pedro Sánchez”), que se han olvidado de que ellos también son gobierno; es más: de que ellos tienen la mayoría de los gobiernos autonómicos. Dónde estaba el gobierno ante la DANA en Valencia, amplifican sus medios afines, destacando que Pedro Sánchez o Teresa Rivera estaban fuera de España cuando ocurrió la tragedia, queriendo significar que fue “ese gobierno” el que provocó que se llegase tarde a evitar tantos fallecidos.

Pero el gobierno real de los valencianos, el que tenía la responsabilidad de alertar a su población de lo que estaba ocurriendo cuando las agencias que dependen de la administración central les estaban proporcionando todos los datos para que actuasen, estaba recogiendo medallas y luego de comida con amplia sobremesa, con el teléfono apagado, o esperando a que el temporal remitieses para convocar el órgano de coordinación de emergencias. ¿Pensando en no alarmar para no poner en riesgo el turismo del puente que se aproximaba? La secuencia de hechos de ese día deja bien a las claras cómo entienden el gobierno algunos: gobernar es recoger premios, cortar cintas, nombrar a dedo a directores de medios públicos de comunicación... o tener tres meses vacante el puesto de responsable de emergencias y luego nombrar para el cargo a un experto en toros.

¿En qué están empeñados los voceros de la derecha ahora que ya es indefendible la actuación de los dirigentes valencianos? En extender la mentira de que todos lo hicieron mal: la AEMET, la Confederación Hidrográfica, la UME, Teresa Rivera, Pedro Sánchez por supuesto... Repartir fango para que el ciudadano piense que todos los políticos son iguales.

No es extraño que muchos ciudadanos que están viviendo en propias carnes y con desesperación tanta incompetencia o dejadez de responsabilidad, a poco que les anime algún descerebrado con influencia, pasen a pensar que la política no ha estado a la altura, y que “solo el pueblo salva al pueblo”. Si unimos “los gobernantes son todos unos...”(póngase aquí el calificativo que se prefiera ), a ese “solo el pueblo salva al pueblo” ya tenemos la gasolina para que los paladines de la antipolítica vestidos de salvadores, influencers... y otros vendedores de crecepelo expertos en sacar rédito de las desgracias ajenas, terminen de enfangar el discurso público. Lo grave es que se apunten a ello los portavoces de un partido que se dice de gobierno. ¿Y estos nos quieren gobernar? Miedo da solo pensarlo.

Desde el minuto uno de esta legislatura, en el Partido Popular están tan centrados en echar la culpa de todo lo malo que ocurre al gobierno (piove, porco governo!, sustituyamos “governo” por “Pedro Sánchez”), que se han olvidado de que ellos también son gobierno; es más: de que ellos tienen la mayoría de los gobiernos autonómicos. Dónde estaba el gobierno ante la DANA en Valencia, amplifican sus medios afines, destacando que Pedro Sánchez o Teresa Rivera estaban fuera de España cuando ocurrió la tragedia, queriendo significar que fue “ese gobierno” el que provocó que se llegase tarde a evitar tantos fallecidos.

Pero el gobierno real de los valencianos, el que tenía la responsabilidad de alertar a su población de lo que estaba ocurriendo cuando las agencias que dependen de la administración central les estaban proporcionando todos los datos para que actuasen, estaba recogiendo medallas y luego de comida con amplia sobremesa, con el teléfono apagado, o esperando a que el temporal remitieses para convocar el órgano de coordinación de emergencias. ¿Pensando en no alarmar para no poner en riesgo el turismo del puente que se aproximaba? La secuencia de hechos de ese día deja bien a las claras cómo entienden el gobierno algunos: gobernar es recoger premios, cortar cintas, nombrar a dedo a directores de medios públicos de comunicación... o tener tres meses vacante el puesto de responsable de emergencias y luego nombrar para el cargo a un experto en toros.